Secreto a voces - El ejército y el ¨giro guerrista de la posguerra¨
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz
En todo el mundo, pero particularmente en América Latina las fuerzas armadas se han reposicionado al interior de la sociedad. De alguna manera puede, para muchos de nosotros, resultar extraño debido a que apenas hace algunas décadas el ejército era ni más ni menos la entidad más odiada y temida por el pueblo en razón de los golpes militares que ocurrieron en Latinoamérica y el Caribe.
Lo que ha generado la reubicación del ejército en la sociedad es una serie de hechos que han ocurrido en el continente americano y en el mundo, aunque aquí destacaremos dos aspectos en particular. Se trata de la emergencia de dos fenómenos que han tomado dimensiones mundiales: el surgimiento del crimen organizado y el “terrorismo”. El primero, como resultado de la droga y el segundo, después del ataque a las Torres Gemelas, un 11 de septiembre de 2001.
No considero que el reposicionamiento del ejército sea un hecho casual. La necesidad de reposicionar al ejército, de militarizar a la sociedad, vino de la mano de la caída del bloque soviético y de la necesidad que tiene el complejo militar estadounidense, principalmente, de contar con un enemigo ante el cual justificar las enormes ganancias que esta industria deja a sus propietarios en el mundo.
El gran cambio de la posguerra es la emergencia de ese complejo militar estadounidense que ha convertido a la violencia en una mercancía (la producción de amas) que debe permanecer activada como cualquier otra porque de esa manera se valoriza en el mercado. Se trata de un complejo militar cuya dinámica viene del mundo bipolar y debe mantenerse a ese ritmo e incrementarse como parte de la lógica infernal del capital.
Estados Unidos se encargó de demonizar al terrorismo. El fin de la Segunda Guerra y la guerra fría dejó a este sector IV de la economía (Ernest Mandel, ver El capitalismo
Tardío) a la deriva por lo que el ataque a las Torres Gemelas que activó la guerra despierta tantas sospechas. Luego vinieron los ataques de grupos en Francia e Inglaterra y el “terrorismo” se transformó en un asunto mundial y de interés latinoamericano, así asumido por los gobiernos locales, no todos.
El consumo de drogas. Resulta sospechoso que el 25 por ciento del mercado mundial de drogas se encuentre en Estados Unidos, mientras que las muertes por el combate a las drogas se libran fuera de sus fronteras. Con datos de hace cuatro años, en América Latina se encuentran 17 de los 20 países más violentos del mundo. El ocho por ciento de la población mundial se encuentra en AL, pero el 32 por ciento de los homicidios ocurren en este lugar (Ver Carolina Sampó y Sonia Alda: La transformación de las fuerzas armadas en América Latina ante el crimen organizado).
Estados Unidos cuyas fuerzas armadas “solamente” colabora con la estructura policial civil, según sus propias normas, tiene copado a todo el continente en virtud de la vigilancia que ejercen bajo el pretexto de su seguridad asociado al combate a las drogas y el terrorismo. El Comando Norte y el Comando Sur son los órganos de desempeñan esa labor tanto por mar, el espacio ahora cibermilitarizado y costero de Estados Unidos.
¿Cómo penetró en AL y el
Caribe? Primero se quiso imponer un modelo militar descarado. El modelo neoliberal de economía fue en realidad una guerra contra los pobres disfrazada de modelo económico. Literalmente lo digo. El primer modelo de economía que se impuso en el mundo fue el modelo chileno. Se trató, como lo ha expuesto David Harvey (ver el Nuevo Imperialismo) de un tipo de economía militar que ante la resistencia de los pueblos tuvo que disfrazarse su aplicación por gobiernos civiles.
El modelito de la posguerra y la era pos bipolar era militar porque respondía a los intereses que emergieron del giro militarista que dejó la posguerra y pos bipolar. No solamente es cierto que después de la Segundo Guerra Mundial nos convertimos en hiperconsumistas, lo cierto es que las élites la transformaron en una sociedad en donde la violencia se percibe hasta en las caricaturas de Tom y Jerry.
Nunca había habido en la historia de la humanidad más violencia cultural y materialmente hablando debido al surgimiento del arsenal militar de la economía estadounidense y mundial. En los juegos de guerra elaborados para niños, jóvenes y adolescentes, en las películas de Hollywood que modelan emociones en todo el mundo, en la programación de radio y televisión racista y clasista, en los videos y las redes sociales, la violencia está metida hasta los tuétanos.
Los gobiernos proclives a Estados Unidos en América Latina y el Caribe retomaron la narrativa estadounidense y la aplicaron a sus respectivos países. Es decir, hicieron suya la filosofía de cómo entendía EU la guerra contra el narco y el terrorismo y la plasmaron en sus leyes. De tal manera que las fuerzas armadas poco a poco se han ido reposicionado en la sociedad, pero en el contexto en el que se ha expuesto párrafos arriba.
Los ejércitos nacionales se diseñaron para la defensa del Estado en el marco de la posguerra. En países como Argentina o Chile donde hubo golpes militares ha sido difícil que la población acepte la incorporación de las fuerzas armadas en acciones civiles. Han quedado como coadyuvantes de las fuerzas públicas. Otros en problemas, como Calderón, en México lo hicieron por intereses de legitimación, pero también porque son afines a esas políticas del giro militar ocurrido hace décadas.
En el caso de México, en 2018, hubo un mandato popular: erigir un gobierno del pueblo al que se deben sujetar las fuerzas armadas. La transformación debe hacerse con el apoyo del ejército que en el pasado fue utilizado por las élites contra pueblo. Ahí están los relatos de quienes sufrieron en carne propia la experiencia en el Campo Militar número uno. Se ha tomado un nuevo rumbo, con el ejército ocupado en construir aeropuertos, bancos, trenes.
El ejército debe darse un baño de pueblo y estar unidos por siempre, desconectándonos del giro militar y guerrerista contra la vida.