Cuando sea demasiado tarde… - Ahora, a trabajar.

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Ahora, a trabajar.

Muy buen día apreciado lector, henos nuevamente por aquí con suficiente salud como para que pueda usted regalarme cinco minutos de su valioso tiempo. Por la mañana leí en el Reforma que, en el norte, el payaso anda ampliamente desatado y se está llevando entre policías, líderes políticos, y candidatos. Al parecer se han encontrado células paramilitares de países centro y sudamericanos en territorio mexicano, así que, si tiene usted pensado ir a Guanajuato porque no conoce usted las momias, le sugiero quedarse en casa para ver la película del Santo y Blue Demon.

            El semestre en nuestra gloriosa universidad ha terminado. Ahora tocó semestre largo que pareciera que se agravó con el cambio climático, a principios de semana se llegó a los 40° en el sureste del estado, mientras que ayer cayó una tromba impresionante en Tres Marías (ya ven ustedes que su servidor tiene la magia de viajar en el tiempo a través de estas líneas, por si el sábado no llueve y piensa usted que de meteorólogo no tengo mucho). Una vez despachados todos mis chamacos y más o menos atendidos todos mis pendientes, me puedo entregar de lleno a este placer interminable de escribir. Aunque el tercer número de la línea de Supervivencia Vial ya está en temas editoriales (un saludo a la Mtra. Lucero Sandoval que también aguanta mis dramas), por ahora no voy a preparar el cuarto porque tengo que atender mi novela (ya que el árbitro tuvo a bien mandarme 10 páginas de observaciones, pero que me parecen muy pertinentes y fortalecen en gran medida la obra) y otros temas relacionados con la letra.

            También por ahí vi que varios de los mercaditos del centro de mi amada Cuernavaca se están empezando a quedar vacíos. Desde siempre había pensado que la oferta era excesiva y de poca calidad, y la demanda en claro declive, supongo que el crimen organizado terminó por terminar con la vida comercial del centro de la ciudad. Corríjame usted si estoy equivocado, pues, aunque Kurt Lewin es uno de los padres de la mercadotecnia, su servidor tiene de mercadólogo lo que tiene de meteorólogo. También leí que la cosa en la pista de carreras que conecta la Ciudad de México con la capital Guayaba está cada vez peor, no hay manera de detener la ola de violencia que acecha a los conductores. Las autoridades optaron por alzar las manos y solicitar a la ciudadanía no detenerse entre Tres Marías y la Ciudad, estas últimas semanas he podido observar que despliegan un convoy de media docena de camionetas que supongo tienen el propósito de atemorizar a los maleantes, pero de la misma manera lo invito a referirse a lo contenido en el primer párrafo de esta edición de mi columna.

            El Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca volvió a hacer de las suyas, y volvieron a cerrar el Túnel (que paradójicamente es un puente), y parece que la directora de tal institución manifestó a la ciudadanía prepararse psicológicamente para no tener que necesitar agua en las siguientes semanas. Adicionalmente, vino Claudia Cheimbaum al gimnasio auditorio de mi universidad a no hacer proselitismo en su aún no candidatura por la presidencia de este país, evento en el cual se aglutinaron diversas autoridades de diferentes niveles tanto de dentro como de fuera de la UAEM a arropar a la no candidata. Dado que mi mujer indica que su servidor no tiene autoridad, opté por quedarme en casa a atender mis asuntos.

            Por lo demás, varios colegas me han hecho llegar algunas notas periodísticas de Venezuela, y los paralelismos son escalofriantes. Ahora que le entregaron el control del AICM a la Marina, cada vez falta menos para que el pelmazo en turno se presente en uniforme de general de cinco estrellas para su show de las mañanas. Ya sabe usted que su servidor no tiene afinidad política hacia ningún partido, pero me queda clarísimo que este país se está yendo por el retrete mientras los músicos siguen tocando (no dejo de ver esa pequeña secuencia en mi imaginación). Así que, como siempre apreciado lector, abrace fuertemente a los suyos y si este fin de semana no tiene a qué salir, le ruego no lo haga, porque el payaso dista mucho de estar muerto y se anda llevando a la gente a diestra y siniestra.