Punto Kairo - Los dos lobos oscurantistas
En opinión de Juan Salvador Nambo
¿Alguna vez, estimado lector, ha escuchado esa fábula de los dos lobos que llevamos dentro? La cuentan como una historia típica de los indios americanos del norte, en el que un abuelo le dice a su nieto: todos nosotros llevamos dos lobos dentro del corazón: un lobo que es malvado, que dice mentiras, que es cruel, que maltrata a los demás; y un lobo que es bondadoso, que le gusta la verdad, que le gusta la belleza, que es solidario con los demás y ambos lobos libran constantemente una batalla al interior de tu corazón. Y entonces el niño responde: abuelo y en esa batalla cuál de los dos lobos gana y el abuelo le contesta: el que alimentes.
¿Qué lobo vamos nosotros a alimentar en cualquier función que tengamos en esta sociedad? ¿Cómo vamos a fortalecer una capacidad crítica individual, una personalidad, una responsabilidad social que nos ayude a identificar que no todas las políticas, que no todas las acciones alimentan a ese lobo que busca la verdad? Porque hay tecnologías, hay medios, hay genialidades que alimentan al otro lobo, al malvado, y están inscritas, ocultas, en nuestras constituciones, en nuestras leyes, en nuestros reglamentos, en nuestros sistemas educativos, en nuestras propias prácticas cotidianas ¿Cómo reconocerlas? ¿Cómo luchar por aquellas que alimentan al lobo solidario, al lobo que ama la belleza, la verdad, la bondad?
Imaginemos a la sociedad del siglo XVI, la edad media, la edad del oscurantismo como algunos le llaman, en la que está floreciendo la filosofía, las artes, las ciencias, pero ubicadas en recintos sagrados, en conventos y monasterios, por hombres que renuncian al mundo para dedicarse a eso y con un objetivo: comprender a Dios, comprender las escrituras y extraer de ellas la sabiduría que les permita comprender el mundo y vivir de él y compartirlo con los demás.
Imaginemos la idea de muerte en esa época: hacia finales de los diez siglos que caracterizaron la edad media, diez siglos son 40 generaciones de hombres, diez siglos de estabilidad en donde esa sociedad era principalmente bucólica, compuesta principalmente de campesinos que daban un tributo a los señores feudales y en la que la gran mayoría de la población no tenía acceso a ningún tipo de estudio formal y el único adoctrinamiento que tenía era a partir de los sacerdotes.
En esos lugares, en esa época, se enseñaba que la felicidad no estaba en la tierra y por lo tanto teníamos que sufrir y estar resignados a una vida de sufrimiento. Desde luego es una ideología que se difunde entre el pueblo, pero no el entre las élites que siguen en sus grandes castillos, con sus cacerías, sus grandes comilonas de jabalí, sus bailes, su formación caballeresca y desde luego la sabiduría cerrada en los conventos.
En esa época las escrituras eran tan fundamentales que sólo se les reservaba a los elegidos, no cualquiera tenía posibilidad, ni siquiera los sacerdotes podían leer directamente la Biblia. Porque además estaba en lenguas que no eran accesibles a los demás, básicamente en latín.
Además había una esperanza de vida de 26 años para las mujeres y de 36 para los hombres. La gente se moría en las pestes, en el trabajo, de infecciones, ocho de cada diez morían al nacer, y por supuesto muchas de las mujeres que los daban a luz.
Entonces, como no tenía sentido morir, las penas de muerte tampoco tenían sentido. Y esas sociedades desarrollaron todo un sistema de tortura terribles, que va desde agarrar a una persona por los cuatro miembros que los caballos jalan en diferentes direcciones, hasta asarlos vivos en la parrilla en plazas públicas, torturas que después la inquisición iba a recoger pero en esos momentos eran normales dentro de los sistemas de poder.
Cuando cayó el imperio Romano allá en el siglo V de nuestra era, obvio de la era cristiana, ni los chinos, ni los árabes cuentan igual los años, ni los judíos. En el siglo V de nuestra era se separa el imperio Romano en oriente y occidente. En el occidente cae ese imperio Romano y se divide en pequeños reinos y los vestigios culturales son azotados por los Barbaros y los Hunos, pero el imperio de oriente sigue floreciendo teniendo como capital Constantinopla y allá siguen floreciendo la cultura, las artes, la astronomía y muchas tecnologías que seguimos usando para nuestra sobrevivencia actual.
Cuando los turcos toman Constantinopla a mediados del siglo XV los sabios bizantinos, que tenían una visión diferente de la cultura, emigraron hacia el centro de Europa, pero al mismo tiempo los árabes que habían producido muchos conocimientos. Y eran justo esos sabios bizantinos quienes por siglos habían usado a los clásicos griegos, humanistas, socialistas, sin que entonces se le llamara así.
¿Por qué humanistas? Porque no tienen como centro de todo el conocimiento a Dios sino al hombre mismo, cuya educación hay que cultivar de una manera integral, claro, todas estas sociedades son esclavistas como lo son los feudales en Europa, entonces cuando hablan de educar (cosa que sí hacían nuestras culturas ancestrales en México), hablan de educar a las élites (excluyendo a las mujeres) de manera integral, lo que ellos llaman el cuerpo, el alma y el intelecto. Como lo seguimos pensando en la actualidad.