Árbol inmóvil - INE e IMPEPAC: corrupción latente
En opinión de Juan Lagunas
Helos ahí (en el anterior proceso de sucesión de consejeros comiciales del OPLE): Pablo Sergio Aispuro (otrora delegado del INE) y Ana Isabel León (actual presidente del árbitro local): “palomeando” a los aspirantes a consejeros del IMPEPAC, bajo criterios de subjetividad, ignominia y perversidad… En una atmósfera subrepticia (dentro de las oficinas del primer personaje, en Ávila Camacho 507, colonia La Pradera, en la capital).
En súmulas, estos procesos son una auténtica simulación. ¿Y cómo no? El pecado viene heredado: el consejo general emerge de un pago de cuotas partidistas. Cada ente político se “apodera” de un ciudadano (que no tiene nada de imparcial), para atender su sevicia durante el periodo de la organización de la contienda y, sobremanera, en el prorrateo de los puestos de elección popular. José Woldenberg, Luis Carlos Ugalde y Lorenzo Córdova fueron designados en medio de disputas y ventajas, no de análisis de niveles de competencia. Lo mismo aconteció con Óscar Granat y la antes aludida.
El efluvio mefítico (pestilente) de la cloaca destapada continúa… León Trueba, prácticamente, hacía todo lo que aquél le ordenaba. Ésta despreció, entonces, a sus colaboradores (que estaban en aquella lista). No es necesario decir nombres. Basta con señalar, grosso modo, el silencio vil que envolvió esa escena: el vaivén de las miradas de confabulación. Y, sobremanera, la exigencia del destierro (impuesta al único testigo).
Todos estos alfiles de la kakistocracia eran comandados por el factótum, Marco Baños, quien pudo haber alentado a Liliana Díaz de León (en un concurso de puro trámite y, por lo mismo, irrisorio o a destiempo, con signos de una supuesta nitidez).
El servicio profesional electoral es un artificio. Sólo convergen los subterfugios de la hipocresía. Desde mi perspectiva, se trata de un receptáculo de la fluidez de las influencias. Pretende evaluar el historial curricular de los concursantes; empero, se anteponen las decisiones cupulares.
De esta forma es como abren la escena para justificar la “salvaguarda” del voto, que es manipulado por las concupiscencias de los partidos (“entes de interés público”, según la Carta Magna). No habrá un frade sistémico quizá, pero sí la presencia de maniobras de control de la voluntad ciudadana: coacción, “acarreo”, dádivas, compromisos. INE e IMPEPAC son proxenetas de este entretenimiento atroz, que se genera cada dos años. ¿Y los medios? Mástiles de olvido… Astillados.
Me da la impresión que Aispuro (el consejero presidente con la calificación más baja durante los comicios 2018, según datos oficiales) siguió instrucciones para (con la posible complicidad de León Trueba) seleccionar a Javier Arias e Isabel Guadarrama. Fue una especie de “dedazo”, como se dice.
Se acerca una nueva sustitución. Y, con ello, el ostracismo del ideal democrático, que inescrutablemente se extingue en las instituciones del Estado. ¿En qué pensaba el presidente López Obrador, cuando se comprometió a exterminar la corrupción y la impunidad? En “La ciudad de Dios”, San Agustín da cuenta del génesis del bien y del mal, la transgresión y el desliz, así como la muerte. Esto viene a colación por lo siguiente: la utopía. Lo demás, como dice Nabokov, es “quididad”.
Así, la credibilidad de estos entes está en vilo, en su pretensión de fomentar una falsa democracia interna.
No es el propósito del contenido de esta columna desalentar la participación de los interesados en los distintos concursos; sólo se advierte de la serie de anomalías que impera.
No obstante, los dos órganos siguen quedando a deber. La transición política no ha sido consumada. Hemos sido testigos de meras alternancias, que no han resuelto las vicisitudes -interminables-.
Giovanni Sartori preconizó que la democracia se nutre del debate, no de sucesos con una excesiva carga de fingimiento, traducida en métodos de quintaesencia inadmisibles, vetustos, influenciados por las prácticas antiquísimas del priato: el pacto oculto camuflado de transparencia. Así no… El arbitrio electoral necesita una “sacudida”, en la que se rompan los mitos y las malas prácticas y, sin cesar, se dé un vuelco indispensable.
VENTRÍLOCUO SILENTE
La pandemia no pospone todo. La expiración tampoco asume su cronología. Bruno Traven no tenía razón, pero su novela, una excelente ficción, alienta la postura de Miguel de Unamuno y de Camilo José Cela (en Pabellón de reposo).
En la vorágine de la lisa comicial, nadie se da cuenta de ese elemento recóndito: la inexistencia. Vale la pena pedir perdón.
¿El siguiente jueves es un cogollo?