Serpientes y escaleras - El inédito 2019

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El inédito 2019

El año que concluye podría considerarse como el año de las cosas inéditas en Morelos; el 2019 ha sido complejo para nuestra entidad, muy difícil para el gobierno y sumamente doloroso para los ciudadanos. En este tiempo hemos visto situaciones que nunca habían ocurrido, pasaron cosas que marcaron precedente y vivimos momentos que muchos quisiéramos olvidar. Sin duda alguna el año que se acaba deja muchas enseñanzas para todos, aunque quizá no todos entendieron la lección. Ahora viene el 2020.

En lo político, el discurso de nuestros gobernantes se convirtió de la noche a la mañana en un juego de palabras agresivas, sin contenido, pero repletas de adjetivos y descalificaciones; unos y otros cambiaron la retórica institucional por el parloteo barriobajeño e hicieron del escenario político un ring de pelea en donde unos y otros se han atacado de principio a fin. La política desapareció del escenario y en su lugar, con una renovada clase gobernante, inició una etapa de golpeteo directo y traiciones personales que rompieron casi todos los puentes de diálogo y aniquilaron la confianza entre unos y otros.

Ahí están, por ejemplo, las descalificaciones que los diputados en conjunto hicieron contra el gobernador cuando recién arrancaba la legislatura y luego la vulgar contestación (apodos incluidos) que lanzó el también diputado (pero federal) Jorge Argüelles. El mandatario hizo lo propio contra su antecesor, a quien no ha dejado de llamarlo ladrón y de responsabilizarlo de todas las cosas malas que han sucedido y siguen sucediendo en Morelos, pero sin ir más allá del discurso. En uno y otro caso las palabras quedaron en el aire y nada de lo que se ha dicho ha pasado al terreno de los hechos.

En materia de seguridad el panorama es peor: en estos meses los morelenses hemos presenciado momentos de terror con situaciones que nunca habríamos esperado, como el multihomicidio cometido en un restaurant de Yautepec, hasta donde llegó un comando armado y disparó contra los presentes, dejando varias víctimas mortales entre ellas algunos niños que estaban en el lugar. Otro instante muy complicado fue cuando un grupo de sujetos armados abrieron fuego contra los asistentes a un bar de Cuernavaca y otro más aquella mañana de mayo cuando un joven abatió a dos líderes sindicales en pleno centro histórico de la capital.

También en este 2019 se multiplicaron las narcomantas que grupos delictivos dejaban colgadas por doquier; aparecieron todas las semanas, ahí amenazaban, informaban de sus próximas acciones, acusaban a diversos personajes y en muchas ocasiones acompañaron los mensajes con restos humanos; recientemente esos correos fueron colocados en lugares públicos, en zonas urbanas y a plena luz del día sin que ninguna autoridad o equipo de video vigilancia ubicara a los responsables de colgarlas.

También de manera inédita observamos como las autoridades municipales pasaron de ser garantes de la seguridad a víctimas de la delincuencia; muchos presidentes, la mayoría al parecer, tienen que pagar derecho de piso a los grupos delictivos, entregar fuertes sumas de dinero a cambio de protección o en algunos casos, ceder el manejo de ciertas áreas de la administración pública, como los sistemas locales de agua o las oficinas encargadas de la obra.

En estos nuevos tiempos también se han hecho notorias las diferencias entre los alcaldes y el gobierno estatal; en otros momentos los diferendos eran discretos, en privado, pero ahora esa contraposición es abierta, pública y muchas veces expresada en medios de comunicación acompañada de adjetivos, de acusaciones y marcadas expresiones de repudio mutuo.

Dentro de los gobiernos también estamos viendo situaciones anormales; siempre, en todas las administraciones, se han formado grupos e intervinieren familiares, pero nunca como ahora habíamos visto un rompimiento institucional tan fuerte, una pelea abierta por el poder acompañada de una serie de ataques y golpes internos cuyo objetivo ha sido descarrilar al régimen. Esto sucede en el gobernó estatal, pero también en varias administraciones municipales; la lucha es frontal y más peligrosa que cualquier acto realizado por los opositores al régimen.

El congreso se cuece aparte: lo que vemos en la legislatura 54 es digno de un análisis coprológico: la veintena de diputados locales ha dado muestras de ser peor que sus antecesores, en pocos meses superaron los abusos y torpezas de la 53 y confirmaron una vez más que la democracia y representatividad no son garantía de eficiencia. El congreso pasado marcó un antes y un después en la vida legislativa de Morelos, sus integrantes abusaron del poder, corrompieron la institución y humillaron a su investidura; el nuevo parlamento ha hecho eso y más, con la salvedad que ninguno de sus integrantes tiene talento, inteligencia, ni capacidad para conducir la situación.

El remate de este escenario está en la crisis que se vive en los tres poderes del estado al mismo tiempo; muchas veces hemos visto momentos difíciles en el congreso, en el ejecutivo o en el poder judicial, pero nunca nos había tocado observar un deterioro tan grave en las tres instituciones al mismo tiempo.

A más de un año de que inició la legislatura sus integrantes no han podido alcanzar acuerdos, ni planteado, siquiera, una agenda parlamentaria; la productividad legislativa morelense no solo es la más baja del país, es también la peor en toda la historia parlamentaria del estado. Hoy el congreso está dividido y sus integrantes se han demandado entre si, los propios diputados se descalifican y se reclaman las modificaciones legales que han hecho para cambiar la estructura parlamentaria.

Cosa similar pasa en el Poder Judicial, donde igual que en el parlamento se han formado dos grupos que pelean por el poder de la institución y se señalan por violentar la ley; la presidenta del Tribunal es acusada de vender la justicia al mejor postor, de manipular las leyes a su antojo y de proteger los intereses de Graco Ramírez.

La crisis de los tres poderes del estado no solo es inédita, también ha resultado profundamente nociva para la entidad; estos diferendos y la falta de acuerdos entre si se ha sumado al retraso que vive Morelos en diferentes rubros.

El 2019 ha sido un año difícil para todos, en el que han pasado cosas que nunca ocurrían y lo peor, en el que nos hemos acostumbrado a lo anormal. Si nada cambia, si todo y todos seguimos igual, en el 2020 no solo se repetirán las cosas que hemos vivido, probablemente enfrentaremos situaciones peores, con consecuencias sumamente graves para todos.

Vivir tantos problemas ha sido muy duro para Morelos; si no aprendemos de estas fallas lo que vendrá puede ser mucho peor.

  • posdata

El alcalde de Cuernavaca Antonio Villalobos dio el primer paso para resolver el problema que sostiene con el gobernador Cuauhtémoc Blanco; frente a los adjetivos que le aplicó hace unos días el futbolista, llamándole diva y acusándolo de utilizar le ejecución de su jefe policiaco para victimizarse, la respuesta del edil fue tender la mano.

Llamativo, porque la de Villalobos no ha sido una narrativa constructiva, sino más bien beligerante desde hace tiempo; el edil morenista mantuvo siempre alto el tono del discurso en contra del jefe del ejecutivo, lo retaba, lo acusaba y de manera sistemática le echaba tierra.

Pero ahora cambió el tono del mensaje y puso (al menos por el momento) un alto en este enfrentamiento: “Hoy inicia una nueva etapa para mi, en una decisión que tomamos como equipo de trabajo, de sumarnos porque los índices en Morelos no están marcando bien; vamos a apoyar al gobernador en lo que podamos, si las políticas así lo permiten. Si él se deja ayudar y colaboramos juntos, va para adelante; no busquen enfrentamientos amigos, mejor busquemos mejores condiciones para una mejor y correcta relación entre el gobierno del estado y el gobierno municipal; eso nos va a hacer que todos estemos mejor”.

Lo que plantea el edil es correcto y es oportuno, la confrontación entre el estado y el municipio nada bueno ha dejado a nadie, ni ayuda a que la situación en materia de seguridad mejore.

No se quien influyó en Antonio Villalobos para asumir esta nueva postura o qué lo motivó para cambiar su discurso, pero lo que haya sido es bueno. Un año de pleito entre autoridades ha dejado saltos negativos para todos en una lucha en donde ambos se han visto mal y todos hemos pagado las consecuencias.

El mensaje del edil se acompañó de hechos concretos, pues tras haber expresado lo anterior se reunió con el secretario de gobierno para entregar formalmente el manejo de la policía municipal al estado a través del Mando Coordinado.

Entendamos algo: lo que hizo Antonio Villalobos no solo es bueno en lo político, porque lo hace ver bien y mejorará la coordinación en materia de seguridad en la capital, también es un movimiento inteligente que lo hace a un lado de la responsabilidad en un tema muy delicado que lamentablemente no se resolverá en el corto plazo, ni tampoco puede terminarse por la decisión de un gobernante.

Después de lo sucedido hace una semana con el jefe de la policía capitalina y vistos los constantes señalamientos que hay en contra de varios personajes cercanos al comisionado de seguridad en el estado, lo prudente es que el edil se haga a un lado de esa batalla y deje que el problema se resuelva en otro nivel y otro espacio, porque el manejo de la policía nunca ha sido sencillo y menos lo es ahora que se habla de intereses y vínculos delictivos en todos los niveles.

Ayer el alcalde dio una bofetada con guante blanco al gobernador acudiendo a la reunión de la mesa de seguridad; hoy da un segundo golpe entregando el mando de la policía y llamando a la conciliación.

Políticamente los movimientos de Antonio Villalobos son correctos, aunque en el fondo representen una jugada para desligarse del problema de inseguridad y lavarse las manos ante el evidente derramamiento de sangre que viene.

  • nota

Es solo cuestión de tiempo para que la iglesia católica y otras organizaciones religiosas comiencen a alzar la voz ante el problema de violencia e inseguridad que vive el estado de Morelos. Hasta ahora las expresiones de enojo y desesperación se han dado desde el púlpito, pero con discreción, sin señalar a nadie, solo haciendo énfasis en la gravedad del problema; pronto ese discurso se volverá público y será el detonante de una nueva oleada de conflictos que meterán mucha presión al gobierno.

Por eso han comenzado a buscar al clérigo, tratando de atajar la crisis que viene. El problema es que Ramón Castro es una pieza muy importante de la iglesia católica en Morelos, pero no el único que mueve los hilos de esa grey. Es más: después de su desafortunado discurso en la pasada Marcha por la Paz, hay otros actores dentro del círculo religioso que han tomado relevancia y se mueven en paralelo al Obispo.

Está bien que desde el gobierno atiendan a los centros de fe, pero la manera de convencerlos no es con demagogia, sino con resultados.

  • post it

Dice el comisionado de seguridad en Morelos, José Antonio Ortiz Guarneros que aquí no hay enfrentamientos, sino ejecuciones planeadas: llegan, los ejecutan y se van, afirma el jefe policiaco, al tiempo de afirmar que los daños colaterales que han dejado los hechos violentos registrados en la entidad son mínimos. El 2019 cerrará con cerca de mil ejecuciones, dice, pero la mayoría de las víctimas estaban ligadas a grupos delictivos o contaban con antecedentes penales.

Y hace una reflexión sobre la situación: dice que son pocos los jóvenes interesados en sumarse a las filas de la seguridad a través de la Escuela de Policía porque la narcocultura que fomenta la difusión de narcoseries y los bajos salarios de los policías inhibe la participación. Y remata: también ha fallado la educación en casa, "Hoy los jóvenes no quieren ser policías, porque prefieren ser sicarios"

Los razonamientos del comisionado son comprensibles, pero la falta de resultados en su trabajo no. Aunque lo defiendan sus jefes.

  • redes sociales

En sus presentaciones pasadas en otros estados a Ronaldo de Assis Moreira, Ronaldinho, no le ha ido muy bien; la gente no le respondió, los organizadores quedaron muy mal parados y la afición terminó molesta. Este viernes estará en Morelos en el estadio Agustín Coruco Díaz disputando un partido amistoso a beneficio del DIF Morelos.

Esperemos que le vaya mejor, la causa es noble.

 

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