Serpientes y escaleras - Reconstruir la confianza

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Reconstruir la confianza

La confianza se gana segundo a segundo… y se pierde en un segundo

 

Reconstruir la confianza

La confianza de la gente de Morelos en sus gobernantes está profundamente erosionada, y con razón. Durante los últimos sexenios los morelenses hemos sido testigos de promesas incumplidas, escándalos de corrupción sin castigo, aumento en la violencia y la inseguridad, autoridades alejadas de la realidad cotidiana y una larga cadena de impunidad sostenida por complicidades institucionales.

A pesar de lo obvio, ni Graco Ramírez ni Cuauhtémoc Blanco, ni sus funcionarios clave han sido llevados ante la justicia. Cada vez que llega un nuevo grupo al gobierno promete justicia, ofrece acabar con la impunidad y cambiar la forma como se ejerce el poder, pero lo único que hace es reciclar perfiles, mantener pactos oscuros y proteger a los suyos. La impunidad en Morelos se ha convertido en norma y el mensaje a la ciudadanía es claro: nada va a cambiar.

En un escenario donde la inseguridad sigue, los servicios públicos son deficientes, el empleo es escaso, la economía ha colapsado y el aparato gubernamental se percibe torpe y distantes, la paciencia pública se agota rápido. Las fiscalías igual que las comisiones e institutos de transparencia estuvieron cooptados o paralizados, lo cual impidió que los abusos se sancionaran. La llegada de nuevos fiscales abre la expectativa de que las cosas cambien, pero llevará tiempo para que los funcionarios logren que el cambio se note.

Mientras todo eso ocurre y el ciudadano común enfrenta carencias y lucha todos los días por sobrevivir, los funcionarios estrenan vehículos, se construyen mansiones millonarias, favorecen a familiares y hacen campaña desde el cargo. Desde hace años la desconexión del servidor público con la gente es brutal… y nada ha cambiado a pesar del discurso.

¿Se puede recuperar la confianza con la llegada de una mujer al poder? Si, pero no es una tarea sencilla, rápida, ni se logrará únicamente con palabras. El nuevo gobierno debe dar pasos firmes en la batalla contra la corrupción, demostrar con hechos que son diferentes: castigando a los corruptos, rompiendo pactos con poderes fácticos, gobernando con transparencia y con autocrítica, pero sobre todo demostrando que cuando se traiciona al ciudadano sí hay consecuencias.

A esta altura de nuestra historia la gente ya no pide ni espera perfección en sus gobernantes, se conforma con que actúen con algo de decencia, que escuchen y que resuelvan. Ese es el reto de Margarita González Saravia: romper con la inercia de los últimos gobiernos y abrir un nuevo camino. Pero el tiempo corre y la paciencia ciudadana está casi agotada.

En el imaginario colectivo hay varios casos de corrupción que permanecen en la impunidad, aunque legalmente aún pueden ser sancionados. Veamos:  

La reconstrucción del sismo del 2017 representa un grave, enorme y muy doloroso golpe a la confianza y a las finanzas de Morelos; Graco Ramírez aprovechó la tragedia para asignar miles de millones de pesos para atender el problema y edificar casas, escuelas y edificios dañados por el terremoto. Pero en lugar de hacerlo, los recursos fueron desviados a la campaña de Rodrigo Gayosso o se utilizaron para promover la imagen personal del gobernador y de su familia. Aunque el dinero se gastó, la reconstrucción no se hizo, pero sí hubo varios funcionarios que mejoraron de manera sustancial su patrimonio. Y nadie ha sido castigado por ello hasta ahora.

El Fondo Morelos es otro caso escandaloso: ahí se detectaron múltiples irregularidades en la entrega de créditos y apoyos, se favorecieron empresas fantasmas o ligadas a funcionarios; el programa representa un ejemplo clásico de cómo usar un esquema productivo para hacer negocios personales. Gobiernos pasan y la historia no ha cambiado.

Varios funcionarios de la administración de Graco Ramírez fueron señalados por la adquisición de propiedades millonarias y por llevar un estilo de vida incompatible con su salario, algo similar a lo que hoy ocurre con la secretaria de Hacienda. Las acusaciones fueron escandalosas, pero nunca se investigaron formalmente.

Los Servicios de Salud son quizá el punto de mayor corrupción en las últimas dos administraciones; la compra de medicamentos caducos, los servicios no prestados, las adquisiciones de medicinas e insumos en papel que nunca llegaron a las clínicas y hospitales y por supuesto los enormes sobreprecios, que volvieron millonarios a más de uno y siguen abultando los bolsillos de las nuevas autoridades. En las últimas dos administraciones hay denuncias presentadas y documentos que confirman los desvíos, pero ni la fiscalía anticorrupción ni la ESAF actuaron.

La FECC creada por Graco Ramírez tuvo más un enfoque de protección que de castigo, en ese espacio se colocó a un incondicional con la encomienda específica de no dejar pasar ninguna acción en su contra. La llegada del nuevo régimen, el de Cuauhtémoc Blanco, no modificó el fondo del asunto, simplemente utilizó el andamiaje para también protegerse y brindar impunidad a los nuevos ladrones.

La designación de Leonel Díaz Rogel abre la posibilidad de que algo distinto pase, pero para ser sinceros no se puede esperar mucho. El abogado tiene independencia y respaldo político, pero hasta ahora no se le ve una estructura sólida, ni tampoco la voluntad de castigar a los pillos. Parece que el nuevo fiscal llegó para cambiar el rostro de la oficina, modificar el estilo del discurso y atender asuntos menores, pero no para actuar contra los grandes ladrones.

Prometer e incumplir las promesas es algo que daña severamente la confianza en un político; la gente es capaz de tolerar errores e incluso crisis, pero ya no soporta la mentira sistemática. Sexenio tras sexenio los gobernantes prometen justicia, pero terminan protegiendo a los suyos, ignorando a los anteriores y superando los actos de corrupción que antes criticaban.

La gobernadora Margarita González Saravia debe ser muy cuidadosa con este tema, acabar con la corrupción sigue siendo una de las principales exigencias del pueblo mexicano y es también la bandera que la distinguió de las otras candidatas en el 2024. A diferencia de sus contendientes, Margarita era la única de pasado limpio, sin manchas de corrupción, ni historias de complicidad. Hoy los abusos de otros pueden dañar su imagen.

La falta de resultados de su equipo está llevando a la gobernadora a un terreno minado en donde ya tuvo que meter las manos al fuego por una de sus colaboradoras sin poder negar las acusaciones. “Son politiquerías” es lo único que atinó a decir visiblemente nerviosa, recurriendo a una de las peores frases del expresidente Andrés Manuel López Obrador. ¿Y si resultan ciertas las acusaciones?

Morelos es un estado que se distingue por la corrupción de sus gobernantes, desde Sergio Estrada Cajigal esa ha sido la constante: políticos que roban y nunca son castigados, gobiernos que prometen justicia y no cumplen. Discursos que ofrecen cambio y funcionarios que repiten las mismas malas prácticas.

Margarita González Saravia está a tiempo de marcar diferencia, pero para que eso suceda debe romper la lógica de protección, silencio y simulación que han dominado a Morelos durante años

Margarita no debe pasar a la historia por ser la primera mujer que gobierna el estado, sino por ser el primer gobernante con el valor de enfrentar al sistema desde dentro.

·         posdata

La primera mujer que gobierna Morelos recurrió a la frase de un hombre para defender las acusaciones contra su secretaria de Hacienda, señalada por la construcción de una mansión millonaria que no corresponde con sus ingresos. “Son politiquerías… tiene todo mi respaldo”.

De facto, Margarita González Saravia metió las manos al fuego por Mirna Zavala; lo hizo al descalificar la crítica y ofrecer su apoyo, pero sin negar los señalamientos.

Hubiera sido mejor recurrir a la frase de una mujer, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, cuando hace unos meses dijo “No queremos corruptos en los gobiernos de Cuarta Transformación” o cuando acusaron a Adán Augusto de estar vinculado a la delincuencia “No vamos a cubrir a nadie”.

¿Qué pasará si a la vuelta de los días, semanas o meses se confirma que la secretaria de Hacienda sí se está construyendo una mansión en El Mascareño, uno de los fraccionamientos más caros y exclusivos de Cuernavaca, donde el precio por metro cuadrado ronda los 15 mil pesos?

Con el término “politiquería” el expresidente Andrés Manuel López Obrador se defendía de los ataques, pero fuera de cámara investigaba y tomaba decisiones; la estrategia era no dejarse presionar por la opinión pública ni por los golpes mediáticos, pero sí actuaba y corregía.

La presidenta Claudia Sheinbaum tiene su estilo y frente a los cuestionamientos por lujos y excesos, su comentario ha sido que “el poder se ejerce con humildad, hay que vivir en la medianía y volver a la mística”. ¿Qué hará la gobernadora?

Queda claro que a Margarita González Saravia la tomaron en curva, que no esperaba la pregunta y solo atinó a desviar el tema con la primera frase que se le vino a la mente. Y así debía ser: no podía validar los golpes hacia su colaboradora, ni aceptar algo que no está ni probado, ni formalmente denunciado; eso no exime que hacia el interior de su gobierno se revise el tema y se actúe en caso de que se compruebe algo indebido; pero no por presión mediática. El espaldarazo del lunes ayudó a Mirna Zavala, pero no garantiza su permanencia en el gobierno si le comprueban las acusaciones.

La máxima prevalece: meter las manos al fuego por un funcionario es una terrible idea, porque casi siempre termina mal.

·         nota

El coordinador de los diputados panistas le puso el cascabel al gato: pide que se investiguen los actos de corrupción de Cuauhtémoc Blanco y de Antonio Villalobos. Daniel Martínez Terrazas sabe que ese tipo de declaraciones generan simpatías, lo mantienen en el debate público y pase lo que pase, lo dejan bien parado, porque es el único que exige llamar a cuentas a los corruptos.

Morena está perdiendo todos los debates, incluido el de la lucha contra la corrupción. El PAN y el PRI llevan varias semanas insistiendo en el tema, mientras que todas las figuras de Morena guardan silencio cómplice, a pesar de que los inculpados no forman parte de su movimiento.

¿Por qué no abanderar la lucha contra la corrupción iniciando por casos escandalosos que, además, no son de su partido? La corrupción cometida por graquistas aún es legalmente sancionable, también la de Antonio Villalobos y obviamente la de Cuauhtémoc Blanco.

¿Por qué no confirmar la voluntad de acabar con la impunidad empezando por ellos?

·         post it

Cuestión de lógica: si la corrupción no se castiga, se repite.

·         redes sociales

Cuentan que vienen cambios en el gabinete federal.

¿Alguien sabe si habrá algún ajuste en el equipo estatal?

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