Serpientes y escaleras - Morena, el control del partido

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Morena, el control del partido

El duelo es entre dos: Rabindranath Salazar y Cuauhtémoc Blanco

 

Morena, el control del partido

El control del consejo del Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos ha sido un elemento que ha permitido a Rabindranath Salazar mantenerse políticamente vigente en el estado a pesar de su ausencia desde hace varios años. Fundador de Morena y cercano a Andrés Manuel López Obrador, no es extraño que el funcionario federal domine la estructura formal del partido, pero esa situación puede cambiar cuando a final de mes se renueve la estructura orgánica de la 4T. La lucha por el partido en la tierra de Zapata es entre dos.

Aunque la decisión sobre la candidatura al gobierno estatal en el 2024 se tomará en la dirigencia nacional y será sustantiva la opinión del presidente de México, controlar el consejo y la estructura de Morena en Morelos es importante para quienes intenten participar en la sucesión.

En los últimos años Morena ha estado bajo las órdenes de Rabindranath Salazar y de su familia, principalmente su madre; a través del partido los Salazar han podido acceder a diversas posiciones y también han colocado a amigos e incondicionales en espacios clave de gobierno y cargos de elección popular; a pesar de que el actual coordinador de política y gobierno de la presidencia brilla por su ausencia en la entidad, sus operadores lo mantienen vigente bajo el argumento de que el presidente “se la debe” y por tanto es un hecho que lo harán candidato a la gubernatura en el 2024.

La falta de renovación en las estructuras estatales de Morena en todo el país es un aspecto que ha favorecido a los rabinistas, porque han podido mantenerse al mando del partido y de esa manera han colocado a los suyos en espacios que corresponden a los militantes. Gracias al control del partido Radamés Salazar fue senador, Debendranath es regidor en Cuernavaca y Alejandra Flores fue diputada.

Esta historia puede cambiar si tras la renovación de la dirigencia estatal los equilibrios cambian y el funcionario federal pierde el manejo del consejo del partido. Entendamos algo: cuando se formó Morena la única corriente que existía era la de Rabín, pero ahora esa circunstancia ha cambiado y generado, además, una creciente oposición dentro de las filas de la 4T.

En el proceso de elección interna del Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos hay muchos observadores, pero solo dos bloques peleando la hegemonía; una fuerza importante la representan los Rabines, pero es notorio que frente a ellos ha aparecido una corriente política que se identifica con el gobernador y que apuesta por una verdadera renovación dentro del partido. En este plano la figura que sobresale por su capacidad de operación y por generar alianzas es Ulises Bravo.

Para algunos militantes de Morena la presencia de una corriente política distinta, identificada con el gobernador e interesada en intervenir en la vida interna del partido les genera incomodidad, sobre todo a aquellos que se benefician con el status quo y se benefician de que la dirigencia esté en manos de un solo grupo. La esencia de la 4T ha sido la democracia y eso es lo primero que se ha eliminado en la dirigencia estatal de Morena.

La renovación estatal y la elección de nuevos consejeros de Morena forma parte del proceso de sucesión, porque aunque la decisión de la candidatura gubernamental estará fuera de ese ámbito, en el resto de las posiciones y en las reglas del juego sí tomarán en cuenta la opinión de la militancia local a través de sus representantes de partido.

Reitero: con el manejo absoluto de la dirigencia Rabindranath Salazar pudo hasta el 2021 manejar las candidaturas a su antojo y cerrarle las puertas a todos los que no formaban parte de su grupo o se alineaban a su proyecto. El problema es que los Rabines no tienen una verdadera representatividad social, ni crecieron políticamente, de ahí que en la última selección de candidatos recurrieron a personajes sin perfil, sin preparación ni representatividad, lo que derivó en una caída drástica en las urnas: del 2018 al 2021 Morena Morelos perdió la mitad de las diputaciones ganadas y casi la mitad de los municipios gobernados.

Políticamente hablando el control de Morena por parte de los Rabines no ha derivado en una mejora para la 4T, ni ha fortalecido la estructura; por el contrario, de cara al proceso de renovación este bloque ha comenzado a hacer alianzas con personajes de otros partidos que nada tienen que ver con el proyecto de nación que propone el presidente Andrés Manuel López Obrador y peor, que en algún momento han sido cuestionados por su historial criminal.

De los cinco aspirantes a la candidatura al gobierno de Morelos en el 2024 solo uno se ha metido de lleno al proceso de renovación del partido; los otros cuatro observan y se mantienen expectantes de una lucha política entre el grupo que actualmente domina el partido y una corriente que encabeza el gobernador Cuauhtémoc Blanco, que opera Ulises Bravo, pero en la que se están sumando todos los que han sido relegados por el grupo de los Rabines.

Insisto: lo que pase en esta competencia no determinará la próxima candidatura al gobierno estatal, pero dejará ver la fuerza interna de los dos bloques que pelean por el partido. De un lado está el funcionario federal, quien se está aliando con muchos personajes del pasado como Javier Bolaños, Amado Orihuela, Enrique Alonso y Francisco Santillán; del otro está Ulises Bravo, que se reúne con exalcaldes, con la militancia, con empresarios y con muchos ciudadanos que comulgan con la 4T, pero no están cerca del partido.

Si los Rabines refrendan su hegemonía y continúan manejando el consejo estatal quedará claro que la estructura que acompaña al coordinador de política y gobierno de la presidencia está haciendo su trabajo. Pero si el resultado es adverso y equilibra las cosas o desplaza al grupo de control actual, podríamos ver severamente debilitada la fuerza de Rabindranath Salazar rumbo al 2024.

Pase lo que pase en el proceso de renovación interna, lo que definirá al próximo candidato del Movimiento de Regeneración Nacional a la gubernatura de Morelos en el 2024 no será el control del partido, sino la presencia social y la rentabilidad electoral que tengan; la decisión que se tome en este sentido pasa invariablemente por la imagen que tengan los precandidatos y los votos que puedan aportar al proceso estatal y al federal. O como dice AMLO: “¿Quién tiene más pueblo?”

Como se ven las cosas en este momento lo que más conviene a los Rabines es que una vez más el proceso se suspenda, para que todo quede como está.

  • posdata

Lo que sucede dentro de Morena no es una situación exclusiva de ese partido, se ha vuelto común que el grupo que dirige las instituciones haga valer su ley y se apropie de la mayoría de los espacios para los suyos.

Así ha sucedido históricamente en el PRI con las Maricelas, los Manueles y los Amados, también en el PRD con los Gracos y ocurre hoy en día en el PAN con los Terrazas. El modus operandi es el mismo: quien dirige al partido controla el consejo y a través de ello coloca a sus incondicionales en las candidaturas. Los demás observan de fuera, se quejan, reclaman y esperan hasta la renovación del partido para intentar ganar y a partir de ahí repetir la historia, con actores distintos.

Pase lo que pase en Morena en el próximo proceso de renovación es obvio que los Rabines van a perder. Explico: actualmente este grupo controla al noventa por ciento del consejo; cualquier porcentaje menor se considerará un retroceso y si el descalabro es mayor, hasta la candidatura de Rabindranath Salazar se pondrá en entredicho.

Precisamente porque se trata de una apuesta fuerte los demás aspirantes a la candidatura gubernamental decidieron mantenerse al margen; salvo Margarita González Saravia que opera en contra de los Rabínes, los alcaldes Juan Ángel Flores y Rafael Reyes prefirieron guardar distancia de un proceso que se convirtió en una competencia de dos.

El crecimiento político del Movimiento de Regeneración Nacional es por si mismo un aspecto que incide en la renovación de la dirigencia; cuando nació Morena a nadie le interesaba ocupar espacios en un partido de reciente creación, con un futuro incierto y ningún espacio de poder. Hoy son la primera fuerza nacional y estatal y representan la marca con más rentabilidad electoral; a diferencia de antes, ahora hay muchos interesados en participar en el manejo de ese partido.

Ahí empiezan los problemas para los Rabines, porque durante años el partido ha brillado por su ausencia, ha desaparecido del mapa político y no ha servido ni como plataforma para los morenistas, ni como contrapeso para el gobierno. Con Gerardo Albarrán como dirigente Morena desapareció del mapa y las pocas veces que apareció fue para agandallarse las candidaturas plurinominales y las regidurías.

Hoy la batalla por la dirigencia estatal del partido se da entre el grupo dominante, el de Rabindranath Salazar y todos los demás, empezando por la corriente que encabeza el gobernador Cuauhtémoc Blanco. Reitero: sea cual sea el resultado de la elección los números serán adversos a los Rabines, porque no hay manera de que conserven lo que ahora tienen.

El mejor escenario para este grupo es que el proceso se caiga y como ha sucedido en el pasado, el consejo continúe como está.

  • nota

El presidente municipal de Cuernavaca presume que en la capital de Morelos ha mejorado la seguridad y disminuyeron los delitos, principalmente el homicidio; sus dichos se basan en el último reporte del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública.

El problema es que frente a las cifras que presenta el edil está el sentir de la sociedad: la última encuesta del Inegi sobre percepción de inseguridad revela que en Cuernavaca el 81 por ciento de la ciudadanía se siente insegura y con miedo de salir de noche.

El muestreo es trimestral y refleja la percepción sobre distintos delitos; el robo en sus diferentes modalidades, la extorsión y las amenazas son aspectos que sobresalen en este estudio, porque son temas que preocupan a los cuernavacenses.

Estadísticamente lo dicho por José Luis Urióstegui puede tener bases, pero no valen en el terreno de la percepción; el alcalde no ha entendido que su estrategia de seguridad no funciona, entre otras cosas, porque no incluye un manejo informativo que ayude a modificar la manera como la gente se siente.

De nada sirve que en los números las autoridades presuman resultados, si en el día a día la población continúa con miedo y persiste la idea de que las cosas van mal; el esfuerzo que hace el gobierno capitalino es importante y loable, pero para insuficiente ante una realidad que lo avasalla.

La estrategia en materia debe cambiar, debe apostar por la prevención y por la percepción. Y el trabajo empieza con el cambio de actitud de la secretaria.

  • post it

Poco a poco, pero a paso firme, el alcalde de Jojutla va ganando terreno en la carrera por la gubernatura morelense. Juan Ángel Flores es la figura más activa de Morena y ha logrado combinar su trabajo en el ayuntamiento con una agenda social y política en todo el estado: por la mañana se le observa metido de lleno en las tareas propias de su municipio y por las tardes y los fines de semana anda activo en reuniones y actividades en otras latitudes, incluyendo eventos populares en Cuernavaca.

La apuesta de Rabindranath Salazar está que la decisión del presidente lo favorezca, Margarita González Saravia confía que la candidatura se decante por género y Víctor Mercado depende de la fuerza del gobernador. Juan Ángel Flores ha puesto su destino en la sociedad y en su posicionamiento en las encuestas.

El tiempo dirá quien jugó mejor sus cartas.

  • redes sociales

¿En verdad se puede tomar en serio a Víctor Mercado como posible candidato de Morena en Morelos? me pregunta un empresario.

¿Crees que el presidente le puede dar la candidatura a Cuauhtémoc Blanco? Insiste

Si. Ya lo hizo dos veces: en el 2018 y en el 2021.

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