Serpientes y escaleras - Comunicación, herramienta de gobernabilidad
En opinión de Eolo Pacheco

Un buen manejo informativo puede marcar la diferencia entre percepción de estabilidad o sensación de crisis permanente.
Comunicación, herramienta de gobernabilidad
A unos días de cumplir su primer año al frente del ejecutivo, Margarita González Saravia enfrenta un dilema: gobernar no es solo administrar recursos, dar órdenes, ejecutar programas y acudir a eventos; su gobierno necesita comunicar con claridad lo que hace y por qué se hace. En un estado donde la violencia se recrudece, la economía no despega y los actos de corrupción se multiplican, la comunicación no puede ser vista como un accesorio, es una herramienta de gobernabilidad.
Un problema recurrente en muchas administraciones públicas es que quedan sujetas a la narrativa de sus adversarios, las voces de sus críticos, la agenda de terceros y hechos coyunturales; rara vez marcan pauta en la percepción pública porque el modelo utilizado es justificar y reaccionar, nunca prevenir o anticipar.
En Morelos el caso de la seguridad es sintomático de ello: aunque hay una conferencia de prensa encabezada por el secretario cada dos semanas, el formato no ha logrado atraer la atención del ciudadano, ni logra convencer a los comunicadores. El problema radica en que se ofrecen muchas cifras, muchos datos y demasiada información en un solo momento.
“Es porque trabajamos mucho” quizá piense Urrutia. Y puede ser, pero comunicar de esa forma no sirve y resulta contraproducente; tantos datos se enciman y al ser demasiadas cifras el mensaje se pierde. Presentar diez, doce o veinte casos de golpe, quince fichas llenas de información y mantener dos horas de diálogo ininterrumpido es excesivo.
El manejo informativo de la seguridad en un gobierno influye en toda la administración; resulta imposible pensar que un régimen pueda ser bien calificado por la gente cuando los hechos delictivos marcan la narrativa pública y el trabajo de prevención en materia de seguridad no se siente.
Las conferencias de prensa no están mal, pero requieren un rediseño urgente, acompañado de información cotidiana, no solo cada quince días, además de posicionamientos inmediatos cuando ocurren hechos de violencia, porque los vacíos que se dejan inmediatamente son ocupados por rumores, verdades a medias o información falsa; todo esto en perjuicio de la autoridad.
Aunque el secretario Urrutia y el fiscal Maldonado están dedicados de lleno a atender los temas que les corresponden, la percepción no les favorece porque la opinión de muchos es que estamos peor que antes, porque así se siente y es lo que se repite en el diálogo colectivo.
Administrar los recursos de seguridad, establecer estrategias de prevención del delito y llevar a cabo acciones de pacificación son sustantivas, pero su impacto social se queda corto cuando no se acompañan por un esfuerzo informativo que ayude a modificar la percepción.
En el discurso las autoridades insisten que vamos bien, que hay avances, que se han desintegrado bandas delictivas y capturado a objetivos prioritarios que generaban violencia; y es cierto, pero nada de ello cambia la narrativa porque el miedo prevalece. La percepción se modificará cuando sea la gente la que diga que estamos mejor.
La violencia no impacta únicamente la estabilidad de las personas, influye de manera directa en la llegada de inversiones, en la confianza empresarial, la movilidad social y la credibilidad del gobernante. Cuando el miedo domina a vida cotidiana de la gente, ningún mensaje de bienestar tiene eco.
El esfuerzo de la coordinadora de comunicación estatal es notable, pero la falta de condiciones para que realice bien su trabajo ha impedido que se obtengan mejores resultados. En algunos casos sobresale el hecho que los secretarios no entienden ni dimensionan la importancia de comunicar y en otros porque a los funcionarios no les interesa informar o no tienen nada que decir.
Los últimos gobiernos estatales han dejado la narrativa pública en manos de otros y las consecuencias están a la vista; ninguno de los últimos tres mandatarios, incluyendo a Margarita González Saravia, ha concedido la importancia que tiene comunicar en un plano de estabilidad gubernamental y gobernabilidad política; suponen que lo único que se requieren son notas a favor y aplausos, sin observar la importancia de generar opinión pública y marcar agenda social de manera directa y a través de terceros.
Las administraciones gubernamentales están sujetas permanentemente a los vaivenes de los medios de comunicación, a las opiniones de las redes sociales y al discurso opositor, lo cual además de representar una situación adversa, provoca mucha presión mediática. Y aquí regresamos al inicio: se reacciona y se justifica, en lugar de prevenir, anticipar y marcar agenda.
La comunicación política debe partir de lo más elemental: el reconocimiento de problemas, la transparencia en el manejo de las cifras, la información oportuna y la definición de metas. El gobierno de Margarita González Saravia no tiene porque justificar problemas que no fueron creados por ella, ni debe maquillar cifras que corresponden a otro tiempo; el suyo es un gobierno nuevo, distinto, que pretende hacer las cosas diferentes y donde la titular del ejecutivo no es corrupta. ¿Por qué entonces seguir el mismo patrón del pasado?
La gente no es tonta, aunque así lo piensen muchos actores de poder; el morelense está altamente politizado, bien informado y participa en cuestiones públicas cuando le interesa hacerlo. La apatía de los últimos años tiene fundamentos: el ciudadano ha dejado de creer en sus autoridades y eso en buena medida es resultado de la incapacidad de las ultimas administraciones para comunicar de manera adecuada las acciones que realizan.
Las personas no esperan milagros de sus autoridades, saben que la gobernadora es una mujer decente, pero también que no puede resolver los conflictos por arte de magia. Lo que sí esperan de Margarita es honestidad, congruencia y trabajo, pero no solo de ella, también de todos los que están a su lado.
Si la comunicación gubernamental sigue sujeta a decisiones de otros, se le toma como un accesorio y a la coordinadora la mantienen haciendo cosas que no le corresponden, en lugar de dedicar su esfuerzo y conocimiento a una estrategia social eficiente y efectiva, la gobernadora terminará siendo rehén de la percepción pública adversa, sin importar los logros que pueda tener su administración.
En política como en la vida cotidiana no basta con hacer, hay que saber decir lo que se hace. En tiempos de crisis, callar o maquillar equivale a ceder la plaza.
· posdata
La última encuesta sobre el ranking de gobernadores de México de Demoscopia Digital es interesante, pero no por las cifras que maneja y la calificación que otorga a la morelense Margarita González Saravia.
Lo primero que hay que recordar es que esta misma empresa ubicaba hace unos meses a la gobernadora de Morelos en el top cinco de mandatarios del país, con una calificación aprobatoria superior al 70 por ciento; hoy la coloca en el lugar 29 de 32, con 43.6 por ciento de aprobación, es decir, en menos de cuatro meses González Saravia habría perdido más de treinta puntos. ¿¡Atekai!?
Y aquí la historia se pone interesante, porque aunque evidentemente la mandataria de Morelos ha perdido puntos y no es tan bien vista como al arranque de su administración, es absurdo suponer que está peor calificada que Rubén Rocha de Sinaloa, Layda Sansores de Campeche, David Monreal de Zacatecas, Marina del Pilar de Baja California o Evelyn Salgado de Guerrero. Simplemente no es creíble.
Lo llamativo es que la casa encuestadora trabaja para Morena y tiene un contrato fijo con La Jornada Estado de México, un medio de comunicación de abierta tendencia morenista. Precisamente por esta relación partido-encuestadora-periódico la pregunta salta ¿Por qué un espacio que sirve a Morena coloca en tan mala posición a la gobernadora de Morelos?
El punto no es defender a Margarita González Saravia, ni cuestionar la metodología o credibilidad del estudio; cualquiera que viva en Morelos sabe que la gobernadora ha ido perdiendo apoyo público y que su gobierno enfrenta desde hace varios meses muchos cuestionamientos derivados de la falta de resultados y la calidad del gabinete. Aún así resulta inverosímil aceptar que la morelense es peor vista que mandatarios cuyos estados están en guerra y sus titulares son señalados por el gobierno de EU por estar al servicio del narco.
Más que el lugar donde colocan a González Saravia en el ranking, los estrategas de la gobernadora tendrían que analizar porque un medio aliado y una empresa que trabaja para la 4T pone tan malos números a una amiga de la presidenta.
No vaya a ser que la medición no tenga que ver con simpatía ciudadana, sino con el ánimo que hay en los pasillos de poder nacional.
· nota
Lo que ocurre en la normal de Amilcingo debe observarse y atenderse antes de que el conflicto estalle.
Históricamente la escuela ha sido escenario de protestas que escalan y se convierten en un problema que afecta la agenda estatal.
En esta ocasión hay que añadir la mano perversa del líder del sindicato de maestros y los intereses particulares de algunos actores de la Sección 19 que quieren que el problema estalle para sacar raja personal del asunto.
El director del IEBEM tiene perfectamente clara la situación, sabe lo que ocurre y entiende lo que puede derivar si manos extrañas intervienen en contra de los intereses de las alumnas.
Leandro Vique no puede ni debe enfrentar esta historia solo.
· post it
El diputado Daniel Martínez se subió al trend de Noroña y pidió que los doce millones de pesos que cuesta su propiedad en Tepoztlán se destinen a becas para estudiantes de Morelos; justo como hace unos años el propio Gerardo Fernández Noroña solicitó en el caso de la Casa Blanca de la esposa del presidente Enrique Peña Nieto.
Aunque no hay forma de que esta petición prospere, el comentario cae bien entre quienes no simpatizan con el expresidente del senado y se suma a las muchísimas voces que critican el doble discurso del petista (o morenista).
El problema de Fernández Noroña no está en los medios de comunicación y los periodistas que, dice él, lo atacan por cualquier cosa, sino en las expresiones que él mismo hace a través de sus redes sociales. La de ayer, retando a los tepoztecos a que le quiten la vivienda es la más reciente, pero seguramente no la última joya discursiva que lance.
El Noroña Gate todavía va a dar mucho de qué hablar, porque todos los días se nutre con los desatinos del senador; en Morelos el panista Martínez Terrazas retoma el tema, se suma a las críticas y aprovecha el antinoroñismo para ganar reflectores.
Y hace bien, porque de cara a la siguiente elección su figura y rentabilidad electoral no alcanzan para ganar la contienda por Cuernavaca. La mejor posicionada en el PAN, por mucho, es la diputada Andrea Gordillo.
· redes sociales
Morelos registra las peores cifras en materia de feminicidios; la entidad se coloca en primer lugar nacional con una tasa de 2.07 víctimas por cada cien mil mujeres, casi cuatro veces el promedio nacional.
Los datos son duros y los proporciona el Secretariado Ejecutivo del SNSP.
La historia no es nueva, llevamos al menos una década así.
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