Serpientes y escaleras - Campaña y elección

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Campaña y elección

El triunfo es inobjetable, pero la elección no estuvo definida desde el principio.

 

Campaña y elección

Más allá de ganadores y perdedores, los resultados de la elección a la gubernatura de Morelos merecen una reflexión que ayude al siguiente gobierno a no cometer los mismos errores que sus antecesores. El triunfo de Margarita González Saravia es contundente, pero eso no significa que la contienda estuviera ganada desde el principio o que los escenarios de riesgo fuesen falsos. Morena ganó la elección, pero la oposición ganó la campaña.

La elección del 2018 en Morelos fue casi de trámite para Morena por distintas razones: la ola obradorista era visible desde el inicio y se combinó con el odio que despertó el gobierno de Graco Ramírez; en el 2024 la ola fue muy fuerte, pero no tan notoria como seis años antes y aunque la administración de Cuauhtémoc Blanco termina muy desgastada, su figura nunca provocó la repugnancia de su antecesor.

Quizá en este momento algunos integrantes del equipo de la gobernadora electa hagan propio el triunfo, presuman que desde el principio tenían todo controlado y que nunca hubo nada de que preocuparse. Esa actitud es la peor que puede acompañar a un gobierno naciente, es la misma que hace seis años mostraron muchos integrantes del equipo del futbolista y la razón por la cual el régimen terminó con tan mala calificación.

Pongámoslo en perspectiva: el voto deriva de muchos factores y no puede interpretarse únicamente como resultado de la estructura; si así fuera la victoria de Morena habría sido homogénea, es decir, se habría dado en la mayoría de los municipios como sucedió en el 2018. Los morelenses sí consideraron la posibilidad de un cambio de rumbo en el ejecutivo estatal, pero no se convencieron con la oferta que les ofreció la oposición, ni tampoco aceptaron a los candidatos que la 4T mandó en los municipios más importantes.

Un mes antes de la elección los focos rojos se encendieron por todos lados en Morena, de ahí el envío del grupo de tabasqueños encabezados por Adán Augusto y la llegada de operadores de Guerrero y Puebla. La percepción durante la campaña fue que Lucía Meza sí estaba en condiciones de ganar y esa impresión se tuvo hasta el último día en el bunker de la candidata presidencial, de ahí sus constantes visitas al estado y el apoyo extraordinario a Margarita González, para controlar las áreas que estaban sueltas.

Cuando la abanderada opositora afirmaba que podía ganar la elección lo decía convencida porque así se lo decían sus números, porque a la par de lo que estaba haciendo en las calles y de la enorme inversión que destinó a su campaña, varios personajes del cuauhtemismo, como Efrén Hernández Mondragón y Christian Carmona se acercaron a ella para ofrecerle apoyos de todo tipo, empezando por dinero.

En cuestión de estructura la carrera nunca fue pareja: el equipo de Margarita González Saravia hizo bien su trabajo y no simuló, como sí lo hizo del lado del FAM Ricardo Robledo; tampoco inventaron historias para tener contenta a la candidata y en todo momento se enfocaron en la promoción del voto y la movilización. En ese renglón el equipo de Morena fue serio, profesional y mejor que sus rivales.

La parte débil de la campaña estatal de la 4T fue la comunicación, primero por el silencio y luego por la incapacidad de comunicar correctamente las acciones de la candidata; a pesar del esfuerzo externo que llegó a mitad de la campaña, en la oposición llevaron ventaja porque tenían contratados despachos muy fuertes que diseñaron las estrategias y definieron la narrativa en muchos medios y en todas las plataformas digitales.

“Haiga sido como haiga sido ganamos” podrían decir ahora algunos integrantes del equipo de Margarita; esa actitud es la que hizo fracasar a Cuauhtémoc Blanco como gobernante: la arrogancia, el exceso de confianza y no poner atención en los detalles.

La dinámica de una elección es totalmente distinta al ejercicio de gobierno, al frente de un poder las estructuras electorales no funcionan, ahí se debe hacer política y comunicar adecuadamente; ganar una elección y gobernar son cosas distintas.

Hagamos memoria: después de una victoria inobjetable en las urnas, Cuauhtémoc Blanco imaginó que el apoyo ciudadano se trasladaría automáticamente a su gobierno y no fue así; el futbolista despreció el manejo de la comunicación y trasladó esa idea al resto del gabinete. El manejo informativo de este sexenio ha sido complejo porque al jefe del ejecutivo no le importa el tema, no le dio la importancia que requería, ni otorgó al encargado las herramientas necesarias para trabajar. Eso le puede pasar a Margarita González.

La reflexión sobre la campaña que recién termino es muy importante para la gobernadora, porque entender lo que sucedió va más allá de su victoria y le permitirá definir una estrategia que fortalezca la gobernabilidad y le evite problemas.

El mareo en el triunfo es natural, sobre todo porque en este punto hay muchos que presumen haber ayudado, que hacen propia la victoria y comienzan a impulsar ambiciones personales. Margarita González se trazó una meta desde el principio, para ella la única posibilidad de participar en la elección del 2024 era la gubernatura, siempre dijo que no le interesaba otra candidatura, ni aceptaría un premio de consolación, porque su objetivo no era estar conectada al erario, sino hacer algo por el estado.

La gobernadora electa tiene la prudencia necesaria para darle vuelta a la página, para dejar atrás la belicosidad de la elección y recordar cuál es su objetivo. En estas primeras semanas post electorales Margarita González se nota serena, feliz del triunfo, pero consciente del reto que viene. Su madurez, por cierto, contrasta con la arrogancia de algunos personajes que la acompañan y ya se ven cogobernando.

Morena gobernará por primera vez el estado y lo hará a través de una mujer que llega sin odios, sin rencores, ni cuentas pendientes. No se trata de santificar a nadie, solo refiero a una figura que no guarda muertos en el clóset, ni llega con compromisos personales de campaña que cuestan mucho al estado.

Los primeros mensajes de Margarita González como gobernadora electa confirman su madurez, extiende la mano a sus rivales y llama a todos a la conciliación, destaca que ella ganó en todos los cinco distritos federales, pero reconoce que el voto en los municipios más importantes no favoreció a su partido.

Lo que se encontrará Margarita González en el gobierno no será sencillo de manejar, hablamos de una administración con una enorme carga financiara producto de los millonarios adeudos que contrajo la administración de Graco Ramírez, en donde prevalece una agenda social con muchos asuntos pendientes de resolver y una sociedad molesta que no tendrá mucha paciencia para esperar resultados.

El triunfo en las urnas debe alegrar a Margarita, pero la forma como votó la gente debe hacerla reflexionar sobre el futuro.

·         posdata

Hay áreas de un gobierno son como las patas de una mesa, de ellas depende la estabilidad de toda la administración. Hablo de la política, las finanzas, la seguridad y la comunicación, en el orden que se quiera.

Cuando estas cuatro áreas funcionan correctamente permiten que el resto del equipo tenga condiciones para desempeñar mejor su trabajo; en torno a ellas gira la gobernabilidad y en estas se debe ubicar a figuras que cumplan con dos condiciones: conocimiento de la materia y confianza de la gobernadora.

En la campaña siempre hay gente que se suma por convicción, pero también otros que lo hacen por interés; en el caso de Margarita González hay de los dos tipos, figuras que de manera incondicional la apoyan desde hace varios años, como Margarita Estrada o Luis Machuca y personajes que de manera coyuntural se metieron al proyecto.

Aunque ya hay algunos personajes que comienzan a presumir posiciones, que se presentan como virtuales secretarios o llegan al extremo de generar acuerdos de negocio, la decisión final es de la gobernadora. Quien conoce a Margarita González sabe que ella tiene una visión muy clara de lo que quiere hacer del estado y aunque no se esté de acuerdo con su idea, nadie le puede acusar de ser una persona corrupta.

Ésta es una etapa muy importante de cara al arranque de la nueva administración, porque será cuando la futura jefa del ejecutivo definirá a su gabinete y al hacerlo mandará un mensaje a la sociedad de lo que se debe esperar de su gobierno. Margarita González ya dejó claro que su equipo será paritario, lo que viene, espero, es que con sus decisiones confirme que el suyo será también un gobierno honesto.

Eso se notará al conocer los nombres de sus funcionarios.

·         nota

Lo dicho líneas antes aplica de la misma manera para el gobierno municipal; José Luis Urióstegui es un hombre decente, honorable y digno de confianza, pero en su primera etapa como gobernante quedó rebasado por las presiones partidistas.

Las críticas más severas que recibió el abogado como alcalde es por el desempeño de otras personas: lo han cuestionado por la falta de resultados en materia de seguridad, por el mal manejo en el sistema de agua y los abusos y la corrupción de los hermanos Martínez Terrazas.

Individualmente Urióstegui fue cuestionado muy poco, porque siempre ha sido cuidadoso de su actuar; al final eso sirve de muy poco porque hablamos del jefe de un gobierno, del responsable de todo un ayuntamiento y cabeza política de una ciudad. En nada consuela a la gente saber que su alcalde es honesto, si está rodeado de pillos.

En esta segunda etapa el alcalde debe tomar decisiones y entender que por desgaste natural hay figuras que ya no pueden continuar en el cargo, sobre todo ahora que su administración será receptora de muchos priístas que llegarán reclamando posiciones y tendrán en la síndico una puerta abierta de par en par para muchas cosas.

Confiemos que el presidente municipal aprenda de sus errores, corrija y al hacerlo tenga un segundo periodo de gobierno menos turbulento que el actual.

Que le vaya bien nos conviene a todos.

·         post it

El dirigente estatal del PRI lanzó un mensaje luego de que los resultados electorales se formalizaron; agradeció a los partidos de la coalición, a todos sus candidatos y sobre todo a la gente que les brindó su voto.

Jonathan Márquez habló sobre la necesidad de analizar los errores cometidos para corregirlos en el futuro, para entender el mensaje ciudadano y actuar en consecuencia.

El mensaje social hacia la oposición morelense es contundente: la gente sí quiere un cambio, pero no con los mismos de siempre.

¿A quién le puede gustar el regreso de Saucedo, Meade, Messeguer, Rivera…?

·         redes sociales

Antes de irse, los diputados de la legislatura 55 entregaron dos nuevas magistraturas.

¡Qué bonita familia!

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