Serpientes y escaleras - Confianza
En opinión de Eolo Pacheco

La gente confía en su gobernadora y ella confía en la gente. Es el sello de su gobierno
Confianza
En política la confianza es un vínculo que se articula en varios niveles; cuando un gobernante invita a alguien a integrarse a su equipo de gobierno se establece un compromiso mutuo: el jefe otorga autoridad y recursos y el funcionario a cambio se compromete a ejercerlos con eficacia, honestidad y lealtad. ¿Están respondiendo los secretarios a la confianza que les confirió Margarita González Saravia?
Valga la reflexión en un momento especial, justo el día que la gobernadora cumple años.
La confianza es un cimiento sobre el cual se edifica la amistad y en el caso del gobierno, cualquier proyecto, programa y acción institucional. Romperla equivale a quebrar la promesa de un buen ejercicio del servicio público y traicionar la amistad conferida, en este caso, por la gobernadora.
Cuando la confianza se rompe es difícil de recuperarla; el expresidente Luis Echeverría afirmaba que la confianza es ejercicio diario, permanente, que se gana segundo a segundo y se pierde en un segundo.
Margarita González Saravia es un gran ser humano, una mujer generosa con una amplísima capacidad de perdón que, además, entrega su confianza casi a ciegas, invocando valores universales que, dicho coloquialmente, son característicos de gente bien nacida.
El gabinete que acompaña a la primera gobernadora de Morelos es variopinto, resultado más de la confianza personal de la mandataria que del análisis minucioso de la capacidad; algunos nombramientos representan un salto de fe, son una apuesta arriesgada porque en ciertos casos es evidente que no hay experiencia, ni preparación, ni convicción… ni lealtad,
La gobernadora armó un staff unido por una idea, comprometido con un proyecto e impulsado por una visión; en el papel es una buena fórmula, suena y se ve bien, pero más allá del romanticismo, cuando se evalúan los resultados, el escenario deja de ser ideal, porque las ganas no son suficientes para que las cosas salgan bien.
En cinco meses Margarita González Saravia realizó cinco cambios de funcionarios de primer nivel que recibieron su confianza y la traicionaron. La decisión de removerlos no fue sencilla, pero se tomó porque era necesario. ¿Falló la gobernadora al elegir a sus colaboradores? No. Fallaron quienes no respetaron la confianza que les dieron.
Cuando un funcionario falla por incapacidad, por malas actitudes, por corrupción o por deslealtad, rompe el contrato de confianza signado al momento de ser invitado. La traición en política no es solo un defecto individual, sus efectos se convierten en un golpe al capital político del gobernante, en una lesión a veces irreversible de la relación construida con la ciudadanía.
Decisiones tempranas como el cese de los cinco funcionarios pueden generar un mensaje inadecuado si no se procesa correctamente: por un lado confirmaría que trabajar con entusiasmo y gobernar con amigos no basta, pero por otro reafirma la capacidad de la líder de tomar decisiones a tiempo y de corregir cuando es necesario, cuando los resultados o las actitudes no son las adecuadas. Eso hizo la gobernadora.
Margarita González Saravia ha puesto un sello particular a su gobierno: es una mujer de buena fe, que confía, que ayuda, que escucha, que pone ánimo en todas sus acciones y espera lo mejor de las personas; estamos ante una administración encabezada por una dama valiosa, una servidora pública decente de pasado intachable y valores profundos, que verdaderamente está tratando de hacer que las cosas cambien.
Aunque estos elementos son valiosos y no han estado juntos en ninguno de los últimos cinco gobernadores, el trabajo individual no alcanza para que el gobierno funcione y la administración llegue a las metas fijadas. Gobernar basado en confianza es funcional si se complementa con estructuras sólidas de rendición de cuentas y de transparencia, con evaluación permanente de resultados y vigilancia puntual de las acciones personales, para que no se repitan los viejos vicios del pasado.
La fe ciega no es buena porque lleva implícito pasar por alto las señales de alerta y las críticas legítimas que advierten de situaciones desagradables, como la corrupción, el desvío de recursos o la mala ejecución de proyectos.
Un gabinete demasiado cómodo en un entorno de confianza, donde no hay revisiones permanentes y evaluaciones constantes, se vuelve afecto a la autojustificación; cuando esto pasa se incurre en acciones que a la vuelta del tiempo generan problemas de tipo legal, por desconocimiento de la ley o violación de esta.
En los últimos meses la narrativa sobre el gobierno ha ido cambiando de manera natural porque la administración está madurando de la mano de la percepción de la gente; al inicio del régimen las pláticas sobre el nuevo gobierno comenzaban siempre resaltando la actitud de la gobernadora, su trabajo incansable y la fuerza que sacaba de algún lado para mantener un ritmo incansable que no se había visto antes en un jefe del ejecutivo.
Hoy se sigue reconociendo el empeño personal de Margarita González Saravia, pero también se habla del gabinete, advirtiendo la necesidad de cambios porque no todos están dando resultados, describiendo actitudes que van en sentido opuesto de la mística de la gobernadora y situaciones delicadas que muestran que la corrupción gubernamental sigue estando presente, aunque a través de nuevas figuras.
El valor más grande que tiene Margarita González Saravia es su honestidad, me refiero a un capital personal que ha forjado a lo largo de muchos años en el servicio público, con una actitud congruente y un pasado intachable. Esa raigambre no se puede perder por la culpa o la ambición de algunos.
Hoy a la gobernadora se le cuestiona que no alcanza a ver todo lo que sucede en su gabinete, que no está al tanto de las actitudes de ciertos miembros de su equipo y que se entera de las cosas a través de los oídos de otros. El empeño personal que pone en el trabajo diario se reconoce, pero a veces se opaca por las acciones de quienes actúan diferente.
La idea de que a Margarita González Saravia le falta equipo está creciendo, también el comentario que dedica mucho tiempo al territorio, descuidando con ello el trabajo de oficina y dejando en otros la toma de decisiones.
Nadie le reclama a la gobernadora una mala actitud personal, por el contrario, se mantiene el alto el ánimo ciudadano hacia una mujer que disfruta hacer su trabajo, pero en paralelo se multiplican las voces que critican los errores y las malas prácticas de algunos de quienes la rodean.
La mala actitud y los indicios de corrupción en algunos funcionarios del gobierno estatal dañan la confianza colectiva, causan apatía, generan oposición y obstaculizan la gobernabilidad. Hoy la gobernadora Margarita González Saravia enfrenta el reto de demostrar con hechos y con transparencia, que las excepciones no definen a todo su equipo.
Es momento de revisar al gabinete.
· posdata
En el 2027 los partidos, los actores políticos y el gobierno estatal se jugarán muchas cosas. La elección intermedia será un termómetro que mostrará la empatía ciudadana con los gobiernos y se reflejará en el voto de los partidos.
Más allá de la teoría, en la práctica, el voto es más un sentimiento que una reflexión, se trata de una decisión que muchas veces se toma de último minuto y no incluye un análisis profundo de las propuestas de quienes se postulan.
En la elección federal del 2024, por ejemplo, el 55% de los electores se declaró indeciso 9 días antes de la votación, lo que confirma que más de la mitad de los votantes formó o cambió su preferencia al final de la campaña, basado en impresiones de última hora.
En el 2027 los partidos buscarán afianzar o aumentar su presencia política en morelos, tratarán de ganar espacios en los municipios y en el congreso y la gobernadora se someterá a una valoración pública a través de la revocación de mandato.
Todo ocurrirá al mismo tiempo, se conjugarán intereses, proyectos, posturas y objetivos en un entorno donde todos tratarán de ganar a costa de lo que sea, empezando por hacer que el rival caiga.
La batalla por el 2027 comienza desde ahora y se llevará la victoria quien haga mejor las cosas. La campaña no será un duelo de ideas, ni una pelea con reglas, se jugará con fuerza, sin piedad y con la idea clara de que ahí está el primer paso hacia la gubernatura. A navaja limpia, diría Saucedo.
Verlo de manera distinta es un error.
· nota
La gobernadora Margarita González Saravia fue ubicada en la segunda posición nacional en el ranking de gobernadores de México en el mes de junio. La morelense tiene, según la casa encuestadora FactoMétrica, una aprobación del 64.6 por ciento, solo debajo de Eduardo Ramírez Aguilar, de Chiapas.
La jefa del ejecutivo de Morelos mantiene un paso constante que se ha reflejado en una buena posición dentro de estas mediciones casi desde que asumió el cargo; al principio le benefició el contraste con su antecesor, pero ahora se apuntala con la empatía que ha conseguido con sus gobernados.
No recuerdo algún otro mandatario de Morelos que en algún punto de su gestión se colocara en segundo lugar nacional, aunque Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco sí lograron varias veces estar en el primero… de abajo hacia arriba.
· post it
El alcalde José Luis Urióstegui salió al paso de una historia que le inventaron y que se difundió a través de un portal. “Me parece un comentario tendencioso y de mala fe, un mensaje lleno de mentiras que busca propiciar un desencuentro entre gente de los partidos políticos y gente del estado. Es importante que la gente de Cuernavaca tenga la certeza que su presidente municipal sigue en el cargo y no ha pensado en abandonarlo para tomar otra posición administrativa en otras áreas”
La historia de que José Luis se separaría del ayuntamiento para incorporarse al gobierno estatal llevaba mucha jiribilla porque pudo generar conflicto entre el alcalde y el PAN y entre el edil y el secretario de gobierno. Lo mejor que pudo hacer Urióstegui ante un chisme así fue atajarlo de golpe.
· redes sociales
Ubicarse en el segundo lugar nacional como gobernadora es una buena noticia y un merecido regalo de cumpleaños para Margarita González Saravia.
Como diría el clásico: muchos días de estos.
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