Observador político - Otra vez Margarita, en el “top ten” de los mejores gobernadores del país
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

El balance de los últimos seis años en Morelos es sombrío y es que, durante ese tiempo, la desidia, la irresponsabilidad y la falta de visión del exmandatario Cuauhtémoc Blanco Bravo marcaron el rumbo del estado. Sobre todo, porque tuvimos un gobernador ausente, incapaz de enfrentarse a los problemas fundamentales de la región, se preocupó más por su imagen, jugar partiditos de futbol y su estabilidad política que por el bienestar de los morelenses.
UN NUEVO COMIENZO.- Los últimos años fue desastroso para Morelos en materia de seguridad que alcanzó niveles alarmantes, al igual que el desarrollo económico que estuvo estancado, y la relación de enfrentamiento con otros actores políticos y los poderes Ejecutivo y Judicial fue más un campo de batalla que una oportunidad para el progreso.
En medio de esta situación de decadencia, la llegada de Margarita González Saravia al gobierno de Morelos se presenta como una opción de confianza en razón de que tuvo una evaluación de un 60.4 por ciento de aprobación, lo que evidencia que la población empieza a depositar sus expectativas en su gestión.
El hecho de que, en solo seis meses, la gobernadora ocupe el noveno lugar en el ranking de evaluación de gobernadores a nivel nacional es un dato positivo y digno de resaltar, al estar en el “top ten” de los mejores gobernadores y gobernadoras de México, lo que habla bien sin duda alguna, del trabajo que ha venido desempeñando en este tiempo.
Sin embargo, como siempre, hay que ser cautos sobre todo, si consideramos que, como cualquier otro mandatario, González Saravia enfrentará un entorno lleno de obstáculos estructurales que no desaparecerán con solo promesas, en virtud de la grave herencia de que le dejó su antecesor Cuauhtémoc Blanco Bravo cercano a los 7 mil millones de pesos; al igual que la grave y preocupante situación de inseguridad que fue otra de las bombas de tiempo que dejó y que en cualquier momento estallan al no haber dado respuesta a esta delicada situación en seis años Blanco Bravo.
Ciertamente, la población morelense necesita ver una disminución en los índices de criminalidad, al igual que en otra de las áreas con focos rojos por la corrupción como lo es la Coordinación de Movilidad y Transportes, donde González Saravia ya intervino directamente al cambiar a sus titulares vinculados con actos de corrupción y busca, soluciones inmediatas ante el reclamo y enojo con justa razón, de las transas que ahí se ha detectado.
HERENCIA MALDITA.- Las malas decisiones de los gobiernos anteriores de Cuauhtémoc Blanco y Graco Ramírez, que fueron prácticamente 12 años perdidos, han dejado a Morelos con un lastre financiero que, lamentablemente, es la nueva administración que se tiene que cargar.
Hay que mencionar que la deuda supera los 6 mil millones de pesos y esta es solo una de las tantas herencias malditas que los morelenses deberán afrontar, y aunque la gobernadora Margarita González Saravia está haciendo las cosas de forma distinta, el escenario es desolador.
Desde su campaña, González Saravia aseguró que su administración sería diferente en términos financieros, con una estrategia para cumplir con los compromisos sin afectar el desarrollo ni los proyectos del estado, empero, la magnitud de la deuda y la situación en la que se encuentra Morelos no permiten margen para ilusiones. Sobre todo, porque la deuda de más de 6 mil millones de pesos, que proviene principalmente de créditos solicitados durante el mandato de Graco Ramírez, es un peso que no se puede resolver con simples promesas ni buenos deseos.
Además, el hecho de que la deuda se haya generado en el pasado y se haya incrementado con el paso de los años, gracias a los intereses acumulados, no hace más que evidenciar la mala administración y el manejo irresponsable de las finanzas públicas.
En 2013, bajo el gobierno de Graco Ramírez, se solicitaron 2 mil millones de pesos para obra pública. Sin embargo, la gran pregunta es ¿dónde están esas obras? Morelos sigue siendo una tierra plagada de infraestructura fallida, proyectos incompletos y una deuda que crece más rápido que cualquier posible inversión pública.
JAIME JUÁREZ, EN LA MIRA DE LA ANTICORRUPCIÓN Y ESAF.- La corrupción no se detiene, pero la impunidad si puede, por ello, Morelos una vez más, se ve sacudido por otro escándalo de corrupción que, lamentablemente, no nos sorprende.
El personaje en cuestión es Jaime Juárez, quien tuvo la desfachatez de manejar con total opacidad la Comisión Estatal del Agua (Ceagua), y quien ahora enfrenta la exigencia de regresar más de 100 millones de pesos a las arcas del estado. Este caso no solo expone una gestión desmedida e irresponsable, sino que refleja cómo, en ciertos sectores del gobierno, el uso del poder se convirtió en una licencia para el despilfarro, el abuso y, lo más grave, la utilización de los recursos públicos para financiar intereses personales y políticos.
Las irregularidades detectadas por la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (ESAF) en la gestión de Jaime Juárez son escalofriantes, y es que desde licitaciones amañadas hasta aumentos injustificados en los gastos de nómina, todo parece indicar que los recursos destinados para el bienestar de la población morelense fueron despojados por un grupo de funcionarios que, como ya es costumbre, se aprovecharon de su posición para hacer negocio propio.
El caso más emblemático: el "desgaste" de más de 100 millones de pesos que, según las investigaciones, podrían haberse desviado a gastos personales, y hay quien supone, como un servidor, que las celebraciones en la Cantina Bar México Lindo, Dorados Oaxtepec y otros restaurantes de Cuautla, durante su campaña política, cuando aspiraba a ser candidato a gobernador, luego candidato a alcalde de Cuernavaca y hasta a diputado local sin lograr siquiera una regiduría, evidencia un claro abuso de los recursos del erario.
No basta con que se le pida a Juárez devolver el dinero. La deuda moral con la gente de Morelos no se salda con una simple devolución de fondos. Este escándalo subraya una cultura de impunidad que, a pesar de las promesas de transparencia y honestidad, sigue reinando en el gobierno estatal. El hecho de que el gobierno de Margarita González Saravia haya comenzado a tomar acciones con firmeza es un paso importante, pero es necesario que esas promesas se conviertan en resultados concretos.
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