Observador político - Las golondrinas a AMLO
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
A medida que Andrés Manuel López Obrador se acerca al final de su mandato, su visita a Morelos este fin de semana ha cobrado un carácter simbólico, marcado por el reconocimiento a su impacto en la entidad y el gesto de su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo; la escena se ha compuesto de un acto de despedida y un vistazo al futuro, en compañía de los mandatarios locales, Cuauhtémoc Blanco y Margarita González. Empero, detrás de los abrazos y las fotos de grupo, se esconde un panorama de retos no resueltos y expectativas aún en el aire.
PROMESAS Y CAMPAÑAS.- Morelos, históricamente obradorista, ha demostrado en las elecciones del pasado dos de junio su lealtad a la causa de Morena, al colocar a este partido como la principal fuerza política tanto a nivel estatal como nacional; esta inclinación por el oficialismo es palpable en la calidez con la que se recibió a López Obrador, quien, junto con Claudia Sheinbaum, se dirigió a la rehabilitación de la Casa de la Cultura Lázaro Cárdenas y a la supervisión de los proyectos de reconstrucción en la región afectada por el sismo de 2017.
Sin importar que entre su legado la crisis de inseguridad se agudizó y los crímenes se dispararon de una forma alarmante, por lo que de acuerdo al periodista de Infobae, Joel Cano, “durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se han cometido alrededor de 180 mil homicidios dolosos a lo largo de México, según cifras retomadas por la empresa TResearch”.
Y da cuenta que en el informe Homicidios en México, dan cuenta de cifras diarias e históricas hasta el 1° de marzo de 2024, en la que indican los datos presentados por TResearch que fueron retomados de los reportes emitidos por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Y tristemente, puntualiza que de diciembre de 2018 a febrero de 2024 se reportaron 180 mil 609 homicidios, con un promedio diario de 95 casos, es decir, cada 15 minutos una persona es privada de la vida en el país.
Y Morelos no canta mal las rancheras en materia de inseguridad, ya que el portal juarezdigital.mx precisa que en la presente administración estatal, es decir, del 1 de octubre de 2018 a la fecha, la entidad ha registrado un alarmante incremento en los homicidios dolosos al contabilizar un total de más de seis mil homicidios, cifra que evidencia la profunda crisis de seguridad que enfrenta la entidad.
Los municipios más violentos son: Cuautla, Yautepec, Puente de Ixtla, Jiutepec, Cuernavaca y otros y algunos jefes policíacos argumentaron que se debía al proceso electoral sin embargo, este periodo ya concluyó desde hace casi un mes y los crímenes de alto impacto no disminuye, por lo que resultó ser una falacia ese argumento. Por tanto, la situación ha demostrado ser más compleja, y los índices de criminalidad siguen en aumento.
ENTRE INAUGURACIONES Y REALIDADES NO RESUELTAS.- Hay que insistir que en esta reciente visita de Andrés Manuel López Obrador a Morelos, en la que se rodeó de la futura presidenta Claudia Sheinbaum se ha presentado como un acto lleno de simbolismo y promesas de continuidad, empero, detrás del telón de la inauguración y la revisión de obras, se esconde una realidad preocupante que pone en tela de juicio la eficacia de su administración y el verdadero compromiso con los problemas urgentes del estado.
La seguridad en Morelos sigue siendo una preocupación de primer orden, y sin embargo, parece que lo que prima en estos momentos es la realización de eventos protocolarios antes de la salida del presidente, y mientras que la rehabilitación de la Casa de la Cultura Lázaro Cárdenas y otros proyectos de mejora son sin duda importantes, la realidad para muchos morelenses ha sido marcada por la lentitud y la ineficacia en la reconstrucción.
Las promesas de progreso se han enfrentado a una dura realidad: el sistema ha demostrado ser incapaz de ofrecer soluciones efectivas para todos los afectados por el sismo de 2017; la lenta respuesta a estos problemas no solo ha retrasado la recuperación, sino que también ha exacerbado la desesperación y el malestar entre los ciudadanos que esperaban cambios concretos.
La presencia de Claudia Sheinbaum como presidenta electa añade una capa de incertidumbre; si bien el gesto de su participación en los eventos puede interpretarse como una señal de continuidad, la realidad es que la población morelense se enfrenta a una crisis económica y social que afecta a todo el país. La verdadera magnitud del compromiso de Sheinbaum con Morelos será puesta a prueba, y la esperanza de que sus políticas puedan ofrecer soluciones efectivas debe ser equilibrada con un escepticismo saludable.
Por otro lado, la gobernadora electa, Margarita González Saravia, trae consigo un aire de esperanza renovada, no obstante, es crucial que su administración no se limite a continuar con proyectos en curso sin una evaluación crítica de su efectividad; además de que la transición de poder será un momento determinante para ver si realmente se concretan los beneficios prometidos o si se perpetúa una dinámica de promesas incumplidas.
SINOPSIS.- AMLO ofreció una visión optimista sobre el futuro de Morelos bajo la próxima gobernadora, Margarita González Saravia al asegurar que el estado estará en buenas manos, destacando las virtudes personales de la próxima gobernadora y minimizando cualquier conflicto con el actual gobernador Cuauhtémoc Blanco.
Cierto es que López Obrador elogió a la gobernadora electa como una mujer con "convicciones y principios" y destacó su honestidad y compromiso, no obstante, en un acto que parece más un intento de desviar la atención que de proporcionar una respuesta concreta, el presidente evitó abordar de manera directa el alarmante incremento de delitos en el estado. Esta omisión es preocupante, dado que el índice de criminalidad es uno de los problemas más acuciantes para la población de Morelos.
El énfasis de López Obrador en la figura de González Saravia como un símbolo de cambio y esperanza parece estar más enfocado en un mensaje de continuidad política que en una respuesta tangible a los problemas inmediatos, ya que en lugar de ofrecer un diagnóstico serio y propuestas específicas para la crisis de seguridad, el presidente se ha limitado a un discurso de gratitud y despedida, acompañando sus palabras de promesas vagas sobre un futuro mejor.
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