Las zonas arqueológicas en el estado recibieron al equinoccio de primavera

Las zonas arqueológicas en el estado  recibieron al equinoccio de primavera
“Morelos, la primavera de México” se consolida como uno de los principales destinos a nivel nacional para recibir el equinoccio, gracias a su riqueza arqueológica, su entorno natural privilegiado y la variedad de actividades culturales y turísticas.
Las zonas arqueológicas en el estado  recibieron al equinoccio de primavera
Las zonas arqueológicas en el estado  recibieron al equinoccio de primavera
Las zonas arqueológicas en el estado  recibieron al equinoccio de primavera
Las zonas arqueológicas en el estado  recibieron al equinoccio de primavera

“Morelos, la primavera de México” se consolida como uno de los principales destinos a nivel nacional para recibir el equinoccio, gracias a su riqueza arqueológica, su entorno natural privilegiado y la variedad de actividades culturales y turísticas que se realizan en torno a este fenómeno astronómico.

 

Durante este fin de semana, cientos de personas se han dado cita en espacios como Xochicalco, Chalcatzingo, Coatetelco, Teopanzolco y Las Pilas para vivir una experiencia única de conexión con la historia, la cosmovisión ancestral y el patrimonio vivo de los pueblos originarios.

 

Daniel Altafi Valladares, secretario de Turismo, invitó a locales y visitantes a disfrutar estas celebraciones de forma respetuosa y consciente: “El equinoccio de primavera en Morelos no solo representa el cambio de estación, sino que también es una oportunidad para redescubrir nuestras raíces, convivir con la naturaleza y fortalecer el turismo cultural, de aventura y naturaleza que distingue a nuestra tierra. Es momento de viajar con identidad, responsabilidad y orgullo”.

 

Además de las visitas guiadas, ceremonias simbólicas y muestras artesanales, algunas sedes ofrecen rutas de senderismo, actividades ecoturísticas y experiencias gastronómicas regionales, lo que favorece la economía local y enriquece la vivencia de las y los turistas.

 

La Secretaría de Turismo mantiene coordinación con autoridades municipales, comunidades anfitrionas y prestadores de servicios para garantizar una experiencia segura, ordenada y respetuosa del entorno. Este esfuerzo colectivo reafirma a Morelos, “La tierra que nos une”, como un destino donde el turismo se vive con sentido, historia y respeto.

 

Con cada amanecer del equinoccio, el estado renueva su identidad como “La primavera de México”, un lugar donde florecen la cultura, la naturaleza y el espíritu de quienes lo visitan.

 

En México, el equinoccio de primavera es recibido por miles de personas en zonas arqueológicas como un momento de renovación espiritual y conexión con el legado ancestral. Sitios como Teotihuacán, Chichén Itzá, El Tajín y Monte Albán se convierten en epicentros de rituales y celebraciones que fusionan tradiciones prehispánicas con prácticas contemporáneas. Muchos visitantes, vestidos de blanco —color asociado a la pureza y la energía—, suben a las pirámides para "cargarse" de la energía solar durante el amanecer, creyendo que este fenómeno astronómico potencia la armonía y el equilibrio. Este ritual, aunque popularizado en décadas recientes, evoca el profundo vínculo que las culturas mesoamericanas tenían con los ciclos cósmicos, como se observa en la alineación precisa de sus estructuras con los movimientos del sol.

 

La Pirámide del Sol en Teotihuacán y El Castillo de Chichén Itzá son emblemáticos durante el equinoccio. En esta última, el descenso de la serpiente de luz y sombra que simula el descenso de Kukulkán atrae a multitudes, combinando turismo, espiritualidad y asombro ante la precisión arquitectónica de los mayas. Además de los turistas nacionales y extranjeros, grupos neochamanes, practicantes de yoga y colectivos esotéricos realizan ceremonias con incienso, tambores, cuencos tibetanos y ofrendas florales, reinterpretando simbologías indígenas bajo una óptica New Age. Estas prácticas, aunque a veces criticadas por su apropiación cultural, reflejan la búsqueda de identidad y trascendencia en un contexto moderno.

 

Sin embargo, la masiva afluencia ha generado tensiones entre la preservación de los sitios y su uso ritual. Autoridades como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han implementado medidas para evitar daños, como restringir el acceso a ciertas áreas o promover visitas guiadas que enfatizan el respeto al patrimonio. En años recientes, campañas educativas buscan desalentar prácticas como dejar basura, escalar estructuras sin autorización o realizar rituales con fuego, que ponen en riesgo las edificaciones milenarias. Aun así, el equinoccio sigue siendo un fenómeno social que mezcla devoción, curiosidad y festividad, con vendedores ambulantes ofreciendo artesanías, alimentos y hasta "limpias" espirituales en los alrededores.

 

Para muchas comunidades indígenas, el equinoccio conserva un significado agrícola y ceremonial más arraigado, vinculado al inicio de ciclos de siembra y a rituales de gratitud a la tierra. En contraste con el enfoque turístico, grupos como los nahuas o los mayas contemporáneos realizan ceremonias íntimas, con danzas, cantos y ofrendas a deidades como Tláloc o Chaac, pidiendo lluvias y buenas cosechas. Esta dualidad —entre lo masivo y lo comunitario, lo ancestral y lo reinventado— muestra cómo el equinoccio en México no es un evento homogéneo, sino un mosaico de significados que reflejan la compleja relación del país con su historia, su espiritualidad y su presente. Mientras algunos buscan capturar una selfie bajo el sol alineado, otros preservan, en silencio, tradiciones que resisten al paso del tiempo.