Escala de Grises - Panorama completo

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Panorama completo

El 12 de julio, en Guadalajara, una pareja discutía de madrugada en la calle. Ella, visiblemente alterada, le pedía a él que se fuera y la dejara en paz. A pesar de los gritos que recibía, el hombre se quedó y la atacó con un arma de alto calibre. Tras las detonaciones, la mujer de 28 años cayó al suelo y, lamentablemente, falleció.

 

El video de lo ocurrido se difundió en medios de comunicación y se viralizó en plataformas digitales, por lo que el caso generó indignación en gran parte de la población del estado y el país, en general. A la exigencia de justicia por el feminicidio, se le sumaron las interrogantes por las características del arma que portaba el agresor.

 

A través de un comunicado, la Fiscalía de Jalisco informó que la Unidad Especializada en la Investigación de Feminicidios ya abrió una carpeta de investigación y continuará con las diligencias necesarias para capturar al responsable y proceder de la manera correspondiente.

 

Dada la gravedad de los hechos, el tema se abordó durante la conferencia matutina de Claudia Sheinbaum, quien aseguró que el caso era lamentable y puso a disposición de la fiscalía el Gabinete de Seguridad “para apoyar en lo que se necesite” (como si eso representara una diferencia significativa en estos casos).

 

Ese mismo día, diez mujeres más fueron asesinadas. De esos crímenes, el 98% de ellos quedará impune; tal como ocurre con todos los feminicidios en nuestro país. A pesar de lo alarmante que resultan estas cifras, el Estado continúa sin implementar protocolos o acciones efectivas de prevención, atención y sanción.

 

A pesar de que la perspectiva de las autoridades opta por los problemas “aislados”, no podemos darnos el lujo de tomar la misma postura, mucho menos cuando un solo caso demuestra la importancia de ver el panorama completo. La ola de violencia en México sigue escalando y las agresiones en contra de las mujeres no son la excepción.

 

Sin embargo, además de las preguntas que podríamos plantearnos en materia de género, también es fundamental preguntarnos por qué un hombre sin permiso para portar armas de tan alto calibre tuvo acceso a un fusil, por ejemplo. ¿Quiénes tienen acceso a este tipo de armas? ¿Cuál es el papel de la delincuencia organizada?

 

La negligencia del Estado ha incrementado la impunidad y el acceso a la justicia se vuelve parte de una utopía aparentemente inalcanzable. Sin recursos, sin capacitación al personal involucrado en la resolución de los delitos, sin protocolos de acción y sin interés, de muy poco sirven los discursos y las buenas intenciones de las autoridades.

 

Incluso con la existencia de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y programas estatales que (en papel) priorizan la integridad de las mujeres, es evidente que todavía existe una falta de concientización sobre el tema a nivel local, estatal y nacional.

 

Este problema deriva en una ausencia de armonización entre normativas, lo que también dificulta el acceso a la justicia; abrir carpetas de investigación no representa ningún avance significativo para las víctimas ni para sus familias. Cuando hablamos de un grado tan elevado de violencia, de un problema estructural, no podemos dejar al azar ni a la burocracia toda la responsabilidad de solucionarlo.

 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en Jalisco hay un 15% más de feminicidios, en comparación con el promedio nacional, mientras que las sentencias condenatorias apenas alcanzan un 2% de todos los casos consignados. Evidentemente, la impunidad es un catalizador de la violencia.

 

Detrás de cada feminicidio hay una serie de dinámicas entre las que se normalizan estereotipos, agresiones y violencias que terminan por invisibilizar el peligro que corren las mujeres cada día, en sus espacios cotidianos, con sus vínculos cercanos. A pesar de la exigencia por parte de sobrevivientes de violencia y colectivas feministas, aún no hay campañas educativas competentes que puedan ayudar a la erradicación de este problema.

 

Por otro lado, cuando hablamos del papel de la delincuencia organizada, la situación se hace más complicada de resolver. El fusil de alto calibre que viajaba en el mismo auto que el feminicida no es un arma común y tampoco una que pueda conseguirse con la facilidad que usted o yo podríamos imaginar.

 

Los grupos criminales que operan en la región son abastecidos con arsenales de armas ilícitas que, eventualmente, terminan en manos de civiles sin permiso ni conciencia alguna. Entonces, mientras no exista un plan integral de control de armas o desarme, cualquier oportunidad para las autoridades nacionales será irrelevante para contener la violencia que sigue escalando no sólo en Jalisco, sino en todo el territorio nacional.

 

Es urgente que el Estado, además de perseguir penalmente al agresor en cuestión y a los otros tantos que siguen en libertad, acompañe a la familia de la víctima con medidas de reparación integral. Por otro lado, también se necesita destinar un presupuesto específico para que los refugios, las líneas de emergencia y las campañas educativas continúen de manera eficiente.

 

Cuando exigimos justicia no hacemos referencia únicamente a la detención del agresor. Se trata de transformar las leyes en protocolos de respuesta y acompañamiento real, de reparar el sistema, de asumir la responsabilidad de que las mujeres sobrevivan en un país que no hace más que ignorar su integridad.

 

 

Justicia

arendy.avalos@gmail.com

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