¨La nueva realidad¨, tan diferente y tan igual
En opinión de Carlos Morales Cuevas
Ahora que se tiene certeza (en algunas partes) de la fecha en que nos incorporaremos a “la nueva realidad”, como han dado en llamar a la reanudación de actividades laborales en México; de lo que no tenemos certeza es de que tan seguro o que tan peligroso será salir nuevamente a las calles; y en este momento no me refiero al temor, añejo ya, de ser violentado en cualquier instante por algún delincuente, sino al miedo que está de moda (aunque no en todos, claro está); miedo a ser contagiados por el nuevo coronavirus y enfermar de covid-19.
A principios de este mes, Esteban Engel, médico chileno, bioquímico, biotecnólogo y virólogo, aseveró que, “la vacuna no va a estar pronto”. Mientras que, por otra parte, el 11 de mayo, Alfredo Caro Maldonado, biólogo, con doctorado en inmunología, doctorado en muerte celular, posdoctorado en inmunología y metabolismo y, un segundo posdoctorado en cáncer; es decir, alguien que sí sabe de lo que habla, afirmó en una entrevista que, “quién piense que para navidades estaremos vacunados y podremos pasar página puede olvidarse, va a ser más lento”.
Según palabras de Caro Maldonado, “hay más de cien proyectos intentando encontrar una vacuna, pero sólo diez en ensayo clínico con humanos” (y es que, como es de suponerse, no hay muchos voluntarios que quieran ser ratones de laboratorio infectados con el SARS-CoV-2). Por cierto, aquí es imposible traer a la memoria que, hace no mucho, un par de médicos franceses propusieron, en un acto cínicamente racista, que se hagan en África (con los ciudadanos de ese continente), pruebas de la vacuna contra el nuevo coronavirus; a lo que, lógicamente, la comunidad africana e internacional reaccionó condenando las declaraciones segregacionistas de los dos científicos. Incluso, con respecto a esto, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, expresó: “es una vergüenza y horrible escuchar en el siglo XXI estas declaraciones de científicos".
… y después, “el mundo” se pregunta por qué muchos africanos se niegan a ser vacunados.
Mientras tanto, en este lado del hemisferio, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), recordó en una de sus más recientes publicaciones que: “América Latina y el Caribe depende en gran medida de las importaciones de productos médicos ya que menos del 4% de ellas proviene de la propia región. A la fecha, más de 70 países —entre los que se incluyen cuatro de los cinco principales proveedores de la región, encabezados por los Estados Unidos— han restringido sus exportaciones de productos médicos en respuesta al COVID-19. Las restricciones a las exportaciones dificultan el abastecimiento de productos esenciales para la lucha contra esta pandemia en la región. América Latina y el Caribe debería plantearse como objetivo estratégico fortalecer sus capacidades productivas en las industrias farmacéutica y de insumos y aparatos médicos, de modo de enfrentar futuras crisis sanitarias en una situación de menor vulnerabilidad que la actual. Para ello es preciso aunar los esfuerzos de los sectores público, empresarial y académico en el marco de una política industrial orientada a una misión. En varios países de la región se han hecho valiosos esfuerzos en esa dirección, que es preciso preservar más allá de la actual pandemia.”
En contrapeso a la buena voluntad de algunos, acá en México, la Coparmex, Grupo Monterrey, Concamin y, varias otras asociaciones empresariales, han estado presionando al gobierno federal para que levante la cuarentena lo antes posible y declare como “actividades esenciales” varios de los rubros de los que ellos se ocupan. Por lo pronto, el Consejo de Salubridad General ya incluyó como “actividades esenciales” los ramos de la construcción, la minería y la fabricación de equipo de transporte; por lo que, la principal manufactura de México; es decir, la industria automotriz, que representa un 3.7% del PIB, ya se podrá echar a andar nuevamente. Por cierto, las armadoras de Toyota, General Motors, Ford y Volkswagen ubicadas en EE.UU., reanudaros sus actividades desde el pasado tres de mayo y, obviamente, junto con la Asociación Nacional de Manufactureros de Estados Unidos (NAM), la Cámara de Comercio y la embajada estadounidense, también han estado presionando al gobierno mexicano para que reanude las actividades “homologadas” que tienen que ver con la producción de las transnacionales norteamericanas.
Por su parte, la construcción representa para México el 8% del PIB, por lo que es considerada la cuarta actividad económica más importante del país, además de que esta industria tiene impacto en unas 50 ramas industriales más. Mientras que la minería representa el 2.4% y es estimada como la sexta industria que más divisas genera para nuestro país.
Ahora bien, al hablar de la “reactivación económica”, resulta ineludible hablar del trabajo y; por ende, de las máquinas de carne y hueso que lo ejecutan, ya que; sólo en abril se perdieron 555 mil 247 puestos de trabajo en México y, según datos del IMSS, se dieron de baja 6 mil 689 patrones, una cifra nunca antes vista en un solo mes, o al menos no desde que se tiene registro. Como usted sabe, estimado lector, la pérdida de puestos de trabajo significa: más pobreza, mayor desigualdad social, incremento de la delincuencia, de la violencia, etcééééééééééééétera.
Aunado a lo anterior, Alicia Bárcena, Secretaria ejecutiva de la Cepal, presentó el mes pasado el segundo informe especial de esta pandemia, titulado Dimensionar los efectos del COVID-19 para pensar en la reactivación, en el que se estima que sólo en América Latina, la pérdida de puestos de trabajo causados por la actual pandemia, dejará 214 millones 700 mil pobres y 83 millones 400 mil pobres extremos. Además, según el informe, México es el país en el que se dará el mayor incremento de la pobreza extrema y, el segundo en el alza de pobreza, con un 4.8%; sólo después de Argentina, país para el que se prevé un incremento del 5.9%; por lo que se considera que, para finales de este año, 47.8 de cada 100 mexicanos serán pobres y 15.9 de cada 100 estarán en situación de pobreza extrema (personas que no podrán cubrir ni siquiera la mitad de sus necesidades básicas).
En fin, el tema es extenso y peliagudo y, el espacio aquí (afortunadamente) es limitado; empero, sin que quien firma estas líneas pretenda jugar a ser pitonisa ni mucho menos, podemos vislumbrar lo evidente (eso y sólo eso); o más bien, podemos suponer que Perogrullo diría que, si se relajan las medidas sanitarias (como ya ha empezado a suceder), y la curva de contagios tiende a elevarse o empiezan a surgir “rebrotes” en los lugares en que dicha curva se ha logrado “aplanar”, la situación, que como podemos ver, ya pinta bastante mal, podría ir peor o mucho peor; esperemos que no.
Bienvenidos pues, a “la nueva realidad”, ésta en la que ya nada será igual y, sin embargo, nada cambiará.