Serpientes y escaleras - ¿Perdimos, compadre?

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - ¿Perdimos, compadre?

El presidente no regatea su apoyo al gobernador, pero ganar la elección es otra cosa.

 

¿Perdimos, compadre?

La simpatía que siente Andrés Manuel López Obrador por Cuauhtémoc Blanco es evidente; una y otra vez el presidente de México ha reiterado su apoyo incondicional al gobernador de Morelos: lo ha hecho en eventos públicos cuando la base morenista mostró su descontento y también frente a los ataques y críticas de sus adversarios políticos. El ejecutivo federal metió el pecho por futbolista en el Caso Primavera y lo hizo ahora que necesitaba una alianza con Morena para competir por Cuernavaca. La ayuda de AMLO es indiscutible, pero ganar la elección es otra cosa.

Analicemos lo que ocurre en el estado a partir de la relación entre ambos personajes:

Lo primero que se debe considerar es que aunque el trato comenzó a través de Hugo Eric Flores, la empatía de Andrés Manuel López Obrador es con Cuauhtémoc Blanco. El líder nacional morenista aceptó que el futbolista fuera el candidato a la gubernatura de Morelos por la trayectoria deportiva del exseleccionado nacional. A partir de ahí comenzó a tejerse una amistad que ha ido evolucionando por encima de los problemas propios de la función pública y la intervención de otras figuras de poder.

Electoralmente hablando el presidente de México ya no necesita al gobernador de Morelos; su mejor momento ya pasó y luego de dos años de gestión al frente del ejecutivo estatal el desgaste del futbolista es evidente. A pesar de ello el apoyo presidencial a Cuauhtémoc Blanco no ha disminuido, por el contrario, se refrenda cada vez que AMLO viene a Morelos y quedó de manifiesto una vez más ahora que desde México se impuso una alianza con el PES.

El acuerdo entre el Movimiento de Regeneración Nacional y Encuentro Social es muy caro para los morenistas, porque nuevamente les quita la candidatura de la capital y además les costó no aliarse con el PT y el Verde. Juntos, el PES y NA no suman ni el 3 por ciento en intención de voto, mientras que el Partido del Trabajo y el Partido Verde cuentan con una base de entre el 4 y 6 por ciento cada uno. Ítem más: al no llegar a un acuerdo con ellos, ambos organismos políticos jugarán en contra de Morena. Pero regresemos a la relación AMLO-Cuauhtémoc.

El presidente de México es desde el primer día del sexenio el mejor y más fuerte aliado de Cuauhtémoc Blanco Bravo; lo defiende, lo ayuda y lo aconseja aún en contra del interés de su partido político y de las investigaciones que ha iniciado el gobierno federal. La fuerza de López Obrador se ha sentido en diferentes momentos y pasa por el terreno legal, el político y el económico. Frente al recorte presupuestal que el gobierno federal aplicó a casi todos los estados del país, Morelos es uno de los pocos que recibirán ayuda extra, directa, del gobierno de la república.

Imponer la alianza Morena-PES en Cuernavaca no fue una decisión simple ni casual, implicó un fuerte golpe en la mesa para que se optara por el camino más difícil, postulando al candidato menos rentable de todos. Lo que se hizo fue poner el nombre del partido al servicio de un proyecto personal por encima de los intereses de la 4T y de todos los valores que cada mañana enarbola el presidente. De ese tamaño es el apoyo de AMLO.

Pero frente a este cúmulo de ayuda hay que observar otros aspectos que también están a la vista, aunque no todos los notan:

Durante dos años la base y la dirigencia morenista se mantuvieron callados, impávidos y disciplinados; se quedaron fuera de todas las posiciones del gobierno estatal y solo algunos alcanzaron a colarse en la administración de la capital, pero nadie dijo nada. El Movimiento de Regeneración Nacional fue un testigo mudo de las cosas y se asumió como un apéndice del gobierno estatal; no alzaron la voz ante los problemas de inseguridad, no dijeron nada ante los casos de corrupción, ni criticaron de forma alguna las decisiones que provocaron conflictos sociales. Han sido cómplices silenciosos de la devastación.

Las cosas comenzaron a cambiar hace un par de meses cuando repentinamente la dirigencia estatal de Morena alzó la voz y públicamente expresó su rechazo a la alianza con el PES; en ese momento todos los grupos de Morena se unieron y unificaron su discurso. Incluso hubo dinero invertido en anuncios espectaculares dirigidos al presidente de México y ruedas de prensa reclamando su derecho a no aliarse con quienes describieron como la antítesis de la 4T.

Este movimiento no puede verse como algo normal, ni mucho menos casual. La dirigencia estatal de Morena, incluido el consejo de dicho partido, responde a los intereses del subsecretario Rabíndranath Salazar Solorio; los morenistas de Morelos no se movieron durante dos años porque su líder no se los permitió y éste (Rabín) no los dejaba actuar porque obedecía a la orden directa del presidente de no intervenir en cuestiones políticas en Morelos. ¿Qué cambió?

Desde su posición en el senado de la república, cuando renunció al PRD para asumirse como un senador de Morena (que en ese momento Morena aún no era partido políticio) Rabín Salazar se convirtió en un personaje cercano a López Obrador. Para muchos era el candidato natural a la gubernatura en el 2018, pero se alineó y dejó el espacio a Cuauhtémoc Blanco; luego se perfiló como delegado federal en Morelos y fue vetado. Rabín Salazar se disciplinó y se fue a Bansefi, para luego ocupar una subsecretaría en Gobernación.

El liderazgo de Salazar Solorio en Morelos es circunstancial, más producto de su cercanía con el presidente que por su trabajo social o presencia política en la plaza. La mayor virtud que ha tenido Rabín en los últimos años es estar en el lugar y momento correcto y la cualidad que le ha ayudado es ser sumiso a los intereses del presidente. ¿Por qué ahora juega en contra de su naturaleza?

La política es un arte y entenderla no es cosa sencilla, menos cuando se está rodeado de figuras que nublan la perspectiva y esconden la realidad. El apoyo presidencial al gobernador de Morelos es público y evidente, pero no necesariamente total. Andrés Manuel López Obrador ha confirmado con hechos su simpatía por el gobernador, pero parece que ha dejado sueltas algunas cosas que podrían complicar el final de esta historia. Explico:

En el ejercicio de gobierno la ayuda de AMLO a Cuauhtémoc es palpable, pero en el terreno político parece que el apoyo tiene sus peculiaridades. Digámoslo así: el presidente le concedió a su amigo la alianza con Morena y le regaló la candidatura para Cuernavaca, pero deja que sean los propios actores políticos locales quienes afinen detalles y se pongan de acuerdo. Depende del PES y de su dirigente (virtual candidato) Jorge Argüelles que la balsa lanzada desde México llegue a buen puerto, convenciendo a la militancia y pactando con el líder local de los morenistas. Es lo menos que tendrían que hacer los estrategas políticos del gobernador.

Imagina lectora lector queridos que teniendo el partido político mejor posicionado y con mayor intención de voto te obligan a ceder la candidatura más importante a un partido que acaba de perder el registro nacional y cuyas posibilidades de ganar en el siguiente proceso electoral son mínimas; es como si en una final mundialista dejaras en la banca a Cuauhtémoc Blanco Bravo para meter a jugar a Efrén Hernández Mondragón.

La alianza con Morena permite a Jorge Argüelles participar bajo las siglas del partido más fuerte, pero si no hace un trabajo profundo de convencimiento y conciliación con los morenistas lo único que tendrá del Movimiento de Regeneración Nacional serán sus siglas. La candidatura es una concesión más del presidente al gobernador, no representa de ninguna forma la ayuda de López Obrador al diputado, esa podría ser la razón por la cual la base obradorista morelense está suelta y Rabín está operando.

Una vez formalizada la alianza el gobernador Cuauhtémoc Blanco no tiene forma de pedir más ayuda, porque el trabajo de conciliación interna es algo que corresponde a los políticos locales y sobre todo porque el presidente de México no tiene tiempo de ocuparse en estas cosas: sus intereses están centrados en superar la pandemia y ganar el próximo congreso federal.

Sería un error de los operadores del gobierno estatal que no se dieran cuenta de lo que está ocurriendo frente a sus ojos y que la alianza con Morena no es por si sola una garantía de triunfo en las urnas; la clave es que exista un verdadero apoyo obradoristas.

Cuauhtémoc Blanco ya hizo suficiente al conseguir la alianza local con Morena y el presidente ya le cumplió a su amigo el gobernador al obligar a su partido a entregar la candidatura de la capital. Lo demás le corresponde a Jorge Argüelles y al PES.

  • posdata

En la próxima elección en Morelos habrá 23 partidos políticos presentes en la boleta electoral y quizá una docena de candidatos compitiendo por la presidencia municipal de Cuernavaca. De estos últimos vale observemos a tres.

Jorge Argüelles Victorero es el aspirante menos posicionado de todos, pero competirá por el partido con mayor intención de voto. La mezcla es peculiar y poco atractiva, porque el virtual candidato no ha dado muestras de humildad política ni tampoco deja ver que tiene una estrategia sólida. El diputado está en la pelea gracias a Morena, pero su triunfo depende totalmente del voto obradorista y hasta ahora los obradoristas son quienes más lo rechazan y cuestionan.

José Luis Urióstegui Salgado llamaba la atención como candidato independiente y sorprendió cuando apareció como abanderado del PAN. La mezcla partido-candidato es interesante, pero que sea funcional depende de que quien fuera el candidato natural blanquiazul (Javier Bolaños) haga campaña al lado del abogado. La victoria de Urióstegui es posible, pero pasa invariablemente por el triunfo de Javier en el segundo distrito, donde se concentra el mayor número de votantes de la capital.

Matías Nazario Morales dejó atrás los partidos en los que siempre estuvo para iniciar una travesía política en el Movimiento Alternativa Social; MAS es uno de los 12 organismos políticos de reciente creación que competirán por primera vez en la elección del 2021. Lo llamativo de Nazario Morales es que es un político profesional, conoce el territorio, tiene estructura electoral y recursos para competir. No es sencillo pensar que desde un partido nuevo alguien gane la capital, pero frente a la pulverización del voto y hablando de Morelos cualquier cosa es posible.

Después de estos tres personajes aparecen quienes competirán desde otras trincheras, como la del PRI-PRD que aún no se define (y no parece tener nada nuevo que ofrecer) o la eventual participación de Sergio Estrada Cajigal, quien después de ser un buen alcalde y un desastroso gobernador entraría al proceso electoral en calidad de palero para hacerle el juego sucio a otro candidato.

Poco a poco el panorama se va aclarando. Al final la contienda no será entre más de tres candidatos y la pulverización del voto influirá en el resultado.

  • nota

La base de Morena insiste en rechazar al PES. Así lo declararon ayer algunos militantes de dicho partido, encabezados por la diputada Alejandra Flores:

No tiene ninguna autoridad para suscribir alianza ninguna, como ustedes saben la base de morena Morelos y el consejo estatal y el secretario general del presidente hemos reiterado que no estamos de acuerdo con esa alianza porque perjudica la cuarta transformación; el partido Encuentro Social es un partido de derecha que no comulga ni tiene los principios de avanzada con que cuenta la cuarta transformación y el Movimiento de Regeneración Nacional. Fue una coyuntura en la cual apoyamos la coalición con el PES en el 2018, pero en el 2021 no hay ninguna coyuntura; hoy se trata de que Morena pueda retomar sus principios de no robar, no traicionar y no mentir con el objetivo de que se fortalezca la cuarta transformación. En esa línea estamos y eso es lo que hoy venimos a pedirle a los consejeros hasta esta sede del consejo estatal para que ratifiquen la no alianza con el partido Encuentro Social.”

  • post it

“Perdimos compadre”, es una expresión política que no todos entienden. La anécdota se le atribuye a Adolfo Ruiz Cortines, entonces presidente de la república. Eran los años 50s del siglo pasado y cierto día llegó a verlo el padre de uno de sus cientos de ahijados, quien en realidad había ido a Los Pinos con el propósito de reclamarle que su hijo, ahijado de don Adolfo, no había sido nominado como candidato a diputado federal.

Según una de las tantas versiones contadas el viejo político estaba viendo los jardines a través de los ventanales cuando entró su amigo y compadre; con la sabiduría que lo caracterizaba y viendo el gesto que llevaba el visitante intuyó de inmediato a qué iba.

Con la picardía del típico jarocho que era se volvió, abrió los abrazos, se anticipó y le dijo: Ni modo compadre, perdimos.

  • redes sociales

Aviso parroquial: Si a alguien en el comité estatal del PAN en Morelos se le perdió la dignidad, quien la encontró fue Juan Pablo Adame.

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