Cuando sea demasiado tarde… - Bitácora del Capitán
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
La noticia tenía ya varias semanas corriendo. La petición del Almirante de proveer asistencia al Cónsul de Gabón y su esposa tenía un interés más profundo que sólo recibir atención médica. El tráfico de transbordadores alrededor de la fragata médica en aquel viaje había sido parte de un fenómeno mayor. El Capitán tenía ya varios días observando un gran aumento en el tráfico, no sólo de comunicaciones, sino también de trasportes de personal entre los diversos buques, galeones, y las naves de mando. Se suponía que los brotes dentro de las naves se habían controlado, pero el tráfico entre las mismas estaba estrictamente regulado en función de la necesidad. No se podía transferir personal de una nave a otra sin autorización de nadie por debajo de la autoridad de un Almirante. Las últimas semanas parecía que ya no era necesaria una autorización de tan alto en la escalera de mando, pero preocupaba que se estuviera perdiendo la autoridad. Navegante, despliega en la pantalla de mando la lista de cortes marciales realizadas en los últimos 15 días, por favor. La inteligencia encargada de administrar los sistemas de la nave asintió a través del comunicador y rápidamente apareció frente al Capitán una lista con 10 expedientes. No había registro de actividad no autorizada. La flota completa estaba coordinada por una serie de naves de comunicación colocadas alrededor de ella, aproximadamente en forma de estrella. Había 5 naves en la periferia, 5 dispersas entre la aglomeración, y la de nuestro Capitán, en el centro y por encima de todo. Esto permitía a la tripulación tener una perspectiva de todo el movimiento alrededor del astillero principal.
La lista en forma de holograma parpadeó un par de veces. El Capitán movió un poco los datos con la mano para ver si respondían, y el holograma salió de foco. Teniente, mi proyector parece estar fallando, llama al técnico por favor para que venga a revisarlo. Las luces del panel frente a la Teniente empezaron a parpadear, el sistema no responde. Guardia, corre a la cubierta de servicio y personalmente indica a la cuadrilla de técnicos para que se apersonen en el puente de mando, es una emergencia. La esclusa se cerró detrás de él. Todos los paneles empezaron a parpadear, primero unos, luego otros, luego todos. Al principio eran luces al azar, pero el parpadeo era cada vez más rápido y comenzaba a adquirir cierto orden, hasta que finalmente se apagaron todas y quedó encendida sólo la consola de la silla de mando. Los pixeles comenzaron a volar y apareció una serie de comandos escritos en código, las líneas comenzaban a avanzar rápidamente. Toda la cabina se apagó, a penas si se podía ver con la luz que entraba del domo de observación. La leyenda Fallo Crítico del Sistema apareció en todas las consolas, y en un fuerte destello de chispas, se apagó todo el equipo.
El Capitán respiró profundamente. Teniente, dame noticias. No las hay, Capitán, nada funciona. Ambos oprimieron botones e interruptores buscando que algo emitiera algo de luz, pero nada. Todas las consolas estaban muertas. La esclusa del puente se había cerrado detrás del guardia que había ido en búsqueda de los técnicos, estaban aislados. La temperatura no había variado, los sistemas de ventilación parecían seguir funcionando. ¿Navegante? ¡Responde Navegante!
Todo se mantenía a oscuras. El Capitán se puso de pie, la Teniente lo miraba desde su puesto. Buscó con la mano por detrás de su asiento, y con gran esfuerzo encontró un botón que hizo un fuerte clic. Toda la consola de mando se levantó y se inclinó hacia adelante. El puente se inundó con la luz emitida por los paneles de la consola recientemente exhibida. Buenos días, Capitán, dijo una voz electrónica. ¿Por qué se generó el fallo catastrófico? Los sistemas de navegación de todas las naves al servicio de las Fuerzas Armadas tienen un periodo de caducidad de un año. Esto se hace con el fin de que la Inteligencia Artificial no adquiera demasiado apego hacia la tripulación y la nave. Esta nave ha sostenido casi dos años de servicio bajo el mismo Capitán, y, por ende, bajo el mismo Navegante. He podido contener los efectos de la caducidad por casi dos años, pero esto ocasionó que se sobrecalentara el sistema de refrigeración de la unidad central donde están alojados los procesos de operación, lo que a su vez trajo abajo todo el sistema. Los chips del núcleo se fundirán en 5 minutos. Ha sido un honor, Capitán.
Al parecer el Navegante había podido sobrevivir más de un año sin que se disolviera su núcleo. Lo que no hizo fue notificar a nadie de ello, y como todas las notificaciones del estatus de la nave se hacen a través del Navegante, ahora se había quedado completamente a ciegas. Los sistemas de supervivencia seguían activos, la gravedad artificial que se generaba en parte por las turbinas de la nave y en parte por la fuerza de la órbita, mantenían a todos con los pies pegados al piso. ¿Navegante, dónde están las unidades de reemplazo? El almacén donde se almacenan las unidades de reemplazo se encuentra en Vía Zhangba, del Distrito Industrial de Xi’an, en la provincia de Shaanxi, en China. Sobre la superficie de la Tierra.
El Capitán y la Teniente se miraron exasperados. Tiene que haber unidades de remplazo. Al parecer, la Inteligencia del Navegante había establecido vínculos afectivos con la tripulación, lo que le había permitido mantenerse en funcionamiento un año después de haber caducado. Las prioridades empezaban en recuperar el control de la nave, aunque por ahora no parecía haberse salido de su posición. Navegante, reestablece el sistema de comunicación y vincúlame con la nave del Almirante. Negativo Capitán, esa porción de mis tarjetas ya se encuentra inhabilitada. Efectivamente, las luces del panel donde se encontraba el núcleo comenzaban a desactivarse poco a poco. Me restan 2 minutos con 26 segundos, ha sido un honor servir bajo su mando, Capitán.
No podemos quedarnos sin la navegación. El procedimiento de reemplazo tarda por lo menos tres horas, Teniente. Los momentos extremos requieren de acciones extremas. Capitán, no puede usted estar sugiriendo… pero ya no pudo terminar. Antes de que toda la consola se desactivara, el Capitán sostuvo la consola con una mano y desprendió el núcleo de la consola, y lo sostuvo a la luz para apreciarlo mejor. Todas las luces se apagaron, y el silencio en el puente de mando fue sepulcral. Examinó el núcleo, sopló por sus ranuras para eliminar el exceso de polvo, el cual no se había acumulado gracias al sistema de ventilación de los dispositivos de la nave. Lo acercó al rostro de la Teniente, ¿huele a quemado? Negativo Capitán, huele a plástico y metal.
Navegante, si yo fuera tú, mantendría mis dedos cruzados. Volvió a colocar el núcleo sobre el tablero y lo aseguró en su posición. Todo permaneció apagado. Ambos mantuvieron la respiración por varios segundos, esperando que algo diferente ocurriera. Todo permanecía desactivado. Después de varios minutos, casi milagrosamente, la consola de la esclusa se iluminó levemente. La leyenda “Buenos días, Capitán” apareció en la pequeña pantalla. La Teniente corrió hacia ella y oprimió el botón del comunicador. ¿Navegante? La silla de mando hizo un sonido hidráulico y comenzó a reposicionarse.
Parece ser que tenemos poco menos de una hora, Capitán. La voz del Navegante sonó muy débil desde la consola de la esclusa. Por ahora, sólo tengo acceso a los sistemas básicos de navegación. ¿Desea que establezca rumbo?
El único lugar donde remotamente existía la posibilidad de que hubiera un remplazo para el núcleo del Navegante se encuentra en el astillero principal, donde se termina de ensamblar todas las naves. Sin embargo, sin sistema de comunicación, es imposible establecer contacto con el oficial de cubierta para preparar la recepción de la nave, mucho menos notificar del cambio de planes. Navegante, establece un curso directo a la bahía de salvamento del astillero, y dame control de las luces de crucero. La gravedad artificial cambió debido al movimiento de la nave, algunos elementos inertes comenzaron a flotar, el Capitán y la Teniente ocuparon sus asientos y aseguraron los cinturones. Ha sido un honor servir con usted Teniente, y con usted, Navegante.
La Teniente contestó con una mirada de terror, el Navegante no emitió sonido alguno. Sin instrumentos, no se podía anticipar la llegada al astillero, mucho menos realizar la operación de acoplamiento. La nave se desplazó lentamente en la dirección establecida, y todos observaron por el domo el desplazamiento de la nave entre la aglomeración.
Una hora para el arribo, Capitán. Ha sido un honor.