La flexibilidad del curriculo en tiempos de pandemia
En opinión de María Magdalena Ortega López.
La escuela está enfrentando un gran reto al evaluar el aprendizaje a la distancia, por varias razones por demás complejas, primero, porque la intervención paterna hace que los resultados sean poco confiables, segunda, porque el acompañamiento cotidiano o ausente al alumno influye significativamente en sus resultados, tercero, porque la escuela en tiempos de pandemia llega a las casas mediante la tecnología y la conectividad, sin embargo para las familias de bajos recursos, esto no siempre es posible o les significa un gran sacrificio. Los alumnos que cuentan con un dispositivo electrónico personal y los profesores que saben dar clases en línea de manera funcional son muy pocos, la realidad, es que la mayoría de los alumnos de escuelas públicas no cuentan con ello, aunado a ésto hay un acceso desigual a internet, según el World Economic Forum, sólo alrededor del 60 % de la población mundial tiene acceso a la red, generando con ello que la brecha digital continúe expandiéndose a medida que los estudiantes de sectores vulnerables sigan quedándose atrás en su aprendizaje.
Uno de los retos de la enseñanza a distancia es la flexibilidad del currículo y por supuesto incluida la evaluación como punto nodal y cíclico del proceso enseñanza-aprendizaje, es indispensable reconocer que la estructura de la escuela no se puede replicar en casa. En casa hay miles de circunstancias y otras miles más formas de organización, padres y madres cabezas de familia, trabajadores, responsables, ausentes, con adicciones, organizados y desorganizados, violentos, autoritarios, permisivos, negligentes, de bajos y medianos recursos económicos, con o sin acceso a internet, con tiempo y sin tiempo para ayudar a sus hijos, que valoran o no la formación académica, etc. Esta diversidad de familias nos hacen mirar a unos alumnos más vulnerables que otros, con más o menos oportunidades para seguir aprendiendo, nos tiene que mover a ser más flexibles, tanto en la metodología como en la evaluación, a ver la heterogeneidad y la individualidad y preguntarnos ¿es posible continuar con el plan de estudios tal como está y certificar que se cumplieron los propósitos del grado escolar?
Las autoridades escolares ya lo están previendo, hay que dar prioridad a lectura, escritura y cálculo mental y las razones son completamente válidas, no podemos seguir recargando de trabajo a los padres, madres y estudiantes, es necesario replantear la enseñanza, concretarla en aprendizajes básicos para posteriores aprendizajes, sin embargo vale la pena preguntarnos si son suficientes estos saberes o es necesario que la escuela enseñe también a manejar el miedo, el valor de la solidaridad, enseñar el cuidado de sí mismo y del otro. Estaríamos entonces replanteando a la enseñanza escolar con un alto nivel de solidaridad social, no un espacio de competencia e individualidades, sino un espacio donde las diferencias son valoradas, se evita la discriminación y la agresión. La pandemia nos está recordando que los estudiantes necesitan aprender a tomar decisiones informadas, a resolver de forma creativa los problemas y, sobre todo a desarrollar la adaptabilidad y la resiliencia, ¿es posible integrar todo esto en nuestro sistema educativo, desde ésta flexibilidad curricular?