Juego de Manos - La crisis de García Luna
En opinión de Diego Pacheco
En el tribunal del Distrito Este de Nueva York, el Juez Brian Cogan, determinó que Genaro García Luna, encargado de la Seguridad Pública en el gobierno de Felipe Calderón, pasará 38 años en prisión y deberá pagar una multa de dos millones de dólares. De cumplir íntegra su condena, el exsecretario de Seguridad Pública estaría retomando su libertad a los casi 95 años, "por ayudar durante una década al cartel de Sinaloa a cambio de millones de dólares en sobornos", como fue señalado en el tribunal.
Ahora, esta determinación pone en una posición complicada al partido blanquiazul y, por salpique, a sus aliados (quienes ya se deslindaron del tema). Durante más de un sexenio, se ha mantenido un bombardeo reiterativo hacia los ahora partidos de oposición, por parte de Morena y sus aliados. Al PRI, resaltando la corrupción y la hegemonía que han marcado la historia de su partido. Una imagen que está presente en el imaginario colectivo y, para que no se olvide, ha sido recalcada hasta el cansancio.
Hacia el PAN, la crítica se ha enfocado en la presidencia de Felipe Calderón, desde la descalificación a su triunfo —donde se señala que se cometió un fraude electoral que puso como víctima al hoy expresidente López Obrador—, hasta la fallida guerra contra el narco. Este último punto ha sido el estandarte del golpeteo hacia el panismo, pues llevó a la muerte de miles de personas y, ahora, se señala el vínculo del presidente en turno con el crimen organizado, a través de su hombre de confianza en la materia. ¿Será?
Como respuesta a la condena de García Luna, el expresidente Felipe Calderón realizó una serie de Tweets (o X’) en donde habló sobre su posición al frente de esa administración federal, las dificultades y su perspectiva en la materia. Desde su óptica, la decisión de hacer frente al crimen organizado fue difícil, pero la tomaría de nuevo. Asimismo, asegura que la historia será quien juzgue su sexenio, al ponerlo en contraste con otros, como el de López Obrador; confiado en que los resultados del periodo de 2006 a 2012 fueron mejores que aquellos del 2018 a 2024. Al tiempo.
Pero ojo, mientras que Felipe Calderón, desde el exterior de la escena política activa del país, se deslindó del tema asegurando que en su momento no tenía pruebas ni acusaciones contundentes hacia García Luna; el panismo activo tuvo también que asumir una postura al respecto, ante la crisis mediática y la oportunidad dorada de Morena y sus aliados para criticar a los hoy opositores.
Al respecto, algunas de las posturas dentro del partido blanquiazul fueron la del excandidato presidencial y hoy senador de la República, Ricardo Anaya, quien aseguró que no defenderá lo indefendible: “es una vergüenza lo que sucedió con García Luna y es correcto que el que la hizo la pague ”. La nuevamente senadora, Lilly Téllez, celebró la condena de García Luna y aprovechó para señalar que “es factible deducir que a Andrés Manuel López Obrador le deberían dar cadena perpetua y que lo presenten ante la justicia por su sociedad, defensa y protección a los cárteles”. También, el dirigente nacional del partido y también senador, Marko Cortés, exigió explicaciones a Felipe Calderón “al final de cuentas el Ejecutivo Federal es responsable también de todo de su equipo de gobierno”, dijo.
El deslinde es imperativo, pero la forma y el tiempo son aspectos que cuentan pues, además de ser fundamentales en el contexto de rivalidad política nacional, son necesarios en la antesala de la renovación de la dirigencia nacional del partido, que tendrá lugar el mes próximo. Hay que estar atentos.
Finalmente, más allá de colores y banderas, este hecho marca un parteaguas en la rendición de cuentas de las figuras políticas de alto nivel en México. La posibilidad de que aquellas personas con un cargo público y poder de toma de decisiones, que actúen en detrimento de la sociedad mexicana, paguen las consecuencias —políticas, económicas o, inclusive, legales— es un paso importante para la justicia nacional. No obstante, estos procesos deben de ser vigilados con recelo, para que la búsqueda de justicia no se confunda con persecución política, o viceversa. Aguas.
Por cierto
La contienda electoral de Estados Unidos se mantiene cerrada. Kamala Harris y Donald Trump se encuentran en un empate técnico sobre las preferencias del electorado estadounidense, a poco más de dos semanas de que se lleve a cabo la elección de la presidenta o el presidente 47º de los Estados Unidos.
Quizá por la exigencia de los tiempos que vivimos —o por o cerrado de la contienda— la candidata y el candidato han lanzado una serie de mensajes, en voz propia o a través de terceros, para llamar a los grupos históricamente discriminados a apoyarles. Kamala Harris ha llamado al voto del sector afroamericano y latino, se ha reconocido a sí misma como parte del primero e inclusive ha recibido apoyo de —o coordinado a—artistas latinos reconocidos, quienes a su vez han condenado el racismo en los discursos de Donald Trump, y en la cotidianidad de Estados Unidos, a través de una campaña denominada #YaEstuvo.
Por su parte, Trump también ha apostado a hacerse de la simpatía de estos sectores poblacionales. Dentro de su estrategia se encuentra el llamado al voto de la población afroamericana, al señalar que con Kamala Harris perderán su poder y representatividad política, conforme crece la población migrante en el país. Difícil de creer, pero es un hecho que la migración es uno de los asuntos que más preocupan al país del norte.
Mientras tanto, el más reciente acto de campaña del expresidente Donald Trump, que ocurrió en su gira por Pennsylvania, fue trabajar la freidora y la ventanilla de un McDonald’s. ¡Cuánta humildad, caray! Eso sí, es difícil acusar que este acto no se alinea con la imagen del candidato, cuando su dieta cotidiana incluye dos Big Macs, dos sándwiches de pescado y una malteada de chocolate de McDonald’s. Parece chiste, pero no lo es.
Del drive-thru a la Oficina Oval, dice: