Esperanza y poder
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Era la noche de un domingo de abril, por lo que muchas de las familias se encontraban reunidas en torno al televisor, listas para presenciar un evento histórico. En punto de las 10, todos los canales interrumpieron su transmisión habitual para mostrar la imagen de un hombre bastante conocido, portando un impecable traje negro, las características gafas casi cuadradas, y que a sus espaldas dejaba entrever la bandera y mapa de su país. Interrumpido solo por pausas para beber agua, este hombre se dispuso a informarle a la nación que próximamente, el Poder Ejecutivo disolvería el Congreso de la Nación, así como tomaría el control de todos los poderes y/o instituciones restantes. Y a la par que todos se enteraban de esta decisión a través de tal discurso previamente grabado, el ejército ya arribaba a las sedes institucionales, así como “encerraba” en sus casas a los líderes de la oposición. Y así, el 5 de abril de 1992, Alberto Fujimori lideraba el “autogolpe" bajo el precepto de reformar los poderes corruptos e ineficientes, dando paso así a uno de los gobiernos más totalitarios y represivos que ha tenido el Perú. Lo sorprendente es que, en un inicio, según una encuesta de Ipsos, el “autogolpe" tuvo hasta un 80% de aprobación de la población, de los cuales muchos después se arrepentirían de su pensar.
Fujimori, en el año 2009, fue hallado culpable de ordenar las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, que terminaron con más de 20 muertos, además de otros cargos como apropiación de fondos públicos y falsedad ideológica en agravio del estado. Latinoamérica presenció una vez más como alguien usó la esperanza de la gente en pos del autoritarismo. ¿Cuántas veces más se repetirá?