La inseguridad en su laberinto ¿saldremos un día?
En opinión de Aura Hernández
Uno de los retos del actual gobierno de la República frente al que pocas personas hemos sido optimistas con el cambio de gobierno en el 2018, ha sido sin duda el de la seguridad. El desafío es mayúsculo, pues México enfrenta una de las crisis más severas en seguridad pública de que se tenga precedente en la historia contemporánea.
La entronización de las bandas criminales en la vida pública del país, con las consecuencias en el día a día de los ciudadanos de a pie, tiene en los juicios que se le siguen en Estados Unidos al Exsecretario de Seguridad Genaro García Luna y a General Cienfuegos, Exsecretario de la Defensa, la inequívoca muestra del nivel de podredumbre en que hundieron las fuerzas de seguridad del país.
De que se está haciendo un gran esfuerzo, no me queda la menor duda, de que ha habido una forma diferente de enfrentar al crimen también es cierto, de que hay una política social diferente, tampoco me queda duda, de que se está combatiendo la corrupción es indudable, las interrogantes se ciernen sin embargo, sobre la eficacia en el corto plazo.
Después de dos años de coordinar el gabinete de seguridad, en los cuales lo más cuestionado fue la liberación de Ovidio Guzmán en Culiacán para evitar un baño de sangre, Alfonso Durazo va tras la gubernatura de su natal Sonora, a un trabajo eminentemente político que va más a tono con su perfil. La propuesta presidencial para que sea una mujer su sucesora en una tarea que muchos políticos se negarían a aceptar aun en sus peores pesadillas, es sin embargo esperanzadora.
Rosa Icela Rodríguez es periodista de formación con más de veinte años en el servicio público principalmente en la Ciudad de México, con una trayectoria intachable ha servido ya en áreas relacionadas con la seguridad pública en la capital del país donde entregó buenas cuentas.
Ella misma fue la responsable, ya en el gobierno federal de la transición del control de los puertos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes a la Secretaría de Marina luego del grave diagnóstico de la entronización las bandas de narcotraficantes en esos enclaves al parecer con un alto grado de impunidad. Tampoco la tiene fácil la Armada de México en los puertos y eso dando por descontada la posibilidad de la corrupción.
En los días siguientes se sabrá si Rosa Icela Rodríguez acepta la invitación de lo que muchos le llaman “la rifa del tigre”, y de ser así esperemos que eso ayude a que en los estados de la República mexicana, se refresque la política de seguridad y se dejen de atender problemas nuevos con recetas viejas y sobre todo se inicie en serio el combate a lo corrupción en los cuerpos policiacos, que es conocido por todos a quién sirven realmente.
En Morelos, en el sexenio pasado se tuvo una experiencia refrescante en el ámbito de la seguridad pública, la abogada Alicia Vázquez Luna luchó como David, contra un Goliat que extendía sus tentáculos no solo en las calles, sino al interior de los cuerpos policiacos y de servidores públicos que servían desde dentro a los cárteles y fueron estos últimos los que más influyeron en su salida, para nuestra mala fortuna.
Actualmente en Morelos muchas cosas no caminan bien, pero el tema de la seguridad pública es la piedra en el zapato de los gobiernos. Prevalece la infiltración de las bandas criminales en los cuerpos policiacos, los funcionarios coludidos, los asesinatos a pleno día, las ejecuciones, la psicología del terror que infrinjan los cárteles, la multiplicación de pequeñas bandas, que al ser encarcelado uno de los principales jefes, se disolvieron y hoy se disputan todos los días el territorio de pueblos y ciudades.
En Cuernavaca, se han dado ejecuciones a plena luz del día, en Jiutepec, ha habido asesinatos violentos incluso en el zócalo de la ciudad, a unos pasos de las sede de la autoridad municipal, en Cuautla se encontró apenas ayer un laboratorio fabricación de drogas sintéticas, en Cuernavaca las colonias Alta Vista y el Salto de San Antón tienen dueño y en el sur del estado, los integrantes del crimen organizado son los amos de las calles.
Mientras la población se repliega al interior de sus casas, no solo por miedo a la pandemia, sino por miedo a la inseguridad y la violencia y renovando la esperanza día a día.
Es hora apretar la tuerca, o los gobiernos actuales perderán su oportunidad histórica. Oportunidad que les deviene de su legitimidad política pero que debe refrendarse con las designación de personas, no solo con el perfil adecuado sino con la templanza y la valentía que el momento histórico reclama y hacer honor al dicho de que el poder solo sirve y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de las personas. Eso es el servicio público.