Escala de Grises - Lo que nos devuelve el sol

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Lo que nos devuelve el sol

El pasado miércoles, durante una reunión plenaria con las diputadas y diputados de Morena, el titular de la Fiscalía General de la República (FGR) propuso eliminar el tipo penal de feminicidio y redefinirlo como una agravante del homicidio. El argumento principal de Alejandro Gertz Manero se basó en la dificultad que implica para el Ministerio Público acreditar ese delito (encontrar evidencias sólidas que cuenten con soporte científico y sustento legal).

Al respecto, las diputadas morenistas, Lorena Villavicencio y Wendy Briceño, se pronunciaron en contra; postura que compartió Verónica Juárez, coordinadora de la bancada del PRD en la Cámara de Diputados. Dichas funcionarias consideraron que la propuesta de Alejandro Gertz atenta contra los derechos de las mujeres [y tienen toda la razón].

Por su parte, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio catalogó la propuesta como inadmisible pues, además de que no responde a un estudio diagnóstico previo, la FGR no investiga esos delitos. Aunado a esto, en un comunicado, recalcó la falta de sensibilidad por parte del funcionario; pues pondera la rapidez y la practicidad antes que los derechos de las mujeres.

El artículo 325 del Código Penal Federal establece el feminicidio como el delito que priva de la vida a una mujer por razones de género. Además, señala que toda muerte violenta de una mujer debería investigarse con perspectiva de género para determinar las razones del caso. A pesar de que el artículo podría parecer obvio (o innecesario, me queda claro), sólo 19 entidades del país tienen esto estipulado en su código penal local.

¿Por qué es relevante que los asesinatos de mujeres se investiguen con perspectiva de género? Porque los problemas derivados de esas características (género, raza y clase) están implícitos en todos los aspectos de la vida cotidiana, los delitos incluidos.

El año pasado, la cifra de mujeres asesinadas diariamente en el país pasó de 9 a 10 y, actualmente, asciende a un promedio de 10.5. Como podrá darse cuenta o no, este delito no se trata de un homicidio común; sino de un crimen de odio particular que incluye signos de violencia sexual, presencia de mutilaciones, antecedentes de violencia en el entorno cercano, amenazas previas, entre otras características que revelan un ejercicio de dominio sobre las víctimas.

Pensar en lo dicho por el fiscal como algo plausible siquiera, es una regresión que desembocaría en una mayor normalización de la violencia en contra de las víctimas, menores recursos para la investigación de estos casos, mayor impunidad para quienes cometen los actos, menores medidas para solucionar el problema y estrategias más raquíticas en materia de género.

Ahora, aunque no sea “nada concreto”, hay que tomar en consideración el contexto bajo el que se desenvuelve la idea del fiscal. La propuesta de aplicación de un código penal único para todo el país está sobre la mesa desde, aproximadamente, cuatro meses. ¿Qué implicaría esto? Un trato idéntico para las conductas punibles en las 32 entidades del país.

Curioso, ¿no le parece? Redefinir el feminicidio como agravante del homicidio podría traducirse en el maquillaje perfecto para modificar las cifras que tienen catalogado a México como uno de los países más peligrosos para ser mujer, no sólo por el delito que estamos tratando en estas líneas, particularmente; sino por las otras tantas manifestaciones de violencia que sufrimos todos los días.

Luego de las luchas recientes por visibilizar la violencia de género, considerar una decisión parecida sería borrar del mapa los crímenes de los últimos diez años en contra de las mujeres, cerrar los ojos ante los cientos de familiares que exigen justicia para sus madres o sus hijas y quitar todas las llaves para que la impunidad entre por la puerta grande.

Si pensamos en esta situación como una fotografía y exponemos el papel a contraluz, lo que nos devuelve el sol es la ineficiencia y poca comprensión de las autoridades para resolver los problemas desde raíz. Por supuesto que es mucho más fácil meter los casos difíciles en un estante o tener los archivos en un cajón, pero no hay cajón lo suficientemente grande para ocultar los más de tres mil feminicidios ocurridos tan sólo el año pasado.

Los números no han disminuido, pero eso no significa que la tipificación deba desaparecer o modificarse para invisibilizar la gravedad del asunto. Significa, entre otras cosas, que los protocolos están fallando, que se están evadiendo responsabilidades y que no se están escuchando las múltiples recomendaciones que las organizaciones le han hecho al gobierno.

El simple hecho de enfrentar una situación que abarca tantos ángulos no es fácil, por lo tanto, las soluciones tampoco deberían serlo. ¿Qué se necesita? Un diálogo constante con mujeres expertas en la materia, una mayor disposición para realizar las adaptaciones necesarias, según el contexto a tratar; iniciativas concretas que ayuden a toda la población a identificar los focos rojos y brindarles las herramientas suficientes para apagarlos. Necesitamos caminar con los ojos abiertos para salir del círculo de violencia que hemos recorrido sin brújula durante tantos años.

La recomendación: No puede perderse Jojo Rabbit, la historia de un niño de 10 años que, con Hitler como amigo imaginario, descubre un secreto en el ático de su casa durante la Segunda Guerra Mundial y unas cuantas cosas más.

 

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