EPÍSTOLA DE FIN DE AÑO 2023 E INICIO DEL 2024

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

EPÍSTOLA DE FIN DE AÑO 2023 E INICIO DEL 2024

Como perfectamente sabrán quienes me han seguido a lo largo de los años, he asumido como compromiso auto impuesto escribir una carta pública cada fin de año e inicio de uno próximo, con el firme propósito de compartir con quiene me lean una serie de ideas y apreciaciones sobre los acontecimientos que para mí, pero no únicamente, son sumamente relevantes.

Sé bien, como ustedes lo saben, que el acto de escribir textos largos pudiera inhibir el interés por leer y reflexionar sobre estos asuntos, sin embargo, sabiendo que se prefieren breves y minúsculos documentos que posean imágenes —pues llegan a creer que “una imagen dice más que mil palabras”— porque también se cree que será más atractivo y seductor el mensaje, heme aquí y ahora, hic et nunc, frente a esta pantalla tratando de hilvanar con cierta dosis de coherencia un grupo de palabras y de ideas sobre esta era.

Al decir del filósofo esloveno Slavoj Žižek, desde el momento en que escribió y publicó su libro El Sublime Objeto de la Ideología, claro está que la era que vivimos, seguimos a ciegas divorciando al sujeto de la actividad de lo imaginario y lo real. 

Olvidando al ser humano, al sujeto de la actividad, en nuestras reflexiones, como sujeto social —individual o colectivo— y creativo, olvidamos o negamos al propio ser humano, reduciéndolo a un “Yo” intrapsíquico, intrascendente, sin sujeto, o a una ”realidad exterior” que le anula. No hay más que un determinismo sin sujeto de la actividad.

Ahora bien, como también, por su lado, el filósofo y sociólogo polaco Zygmun Bauman, expresa, contra los supuestos de qu vivenciamos una era “post moderna”: la época que afrontamos es una continuidad de la modernidad caracterizada por ser “líquida”, es decir, una era o “modernidad líquida” caracterizada por el hecho de acarrear en los individuos o en los sujetos de la actividad un sentimiento de inocuidad, ambivalencia e incertidumbre.

Como vemos pues, se recupera al sujeto de la actividad como objeto de ineterés de las reflexiones; sin embargo, por razones que no logro comprender, se ha omitido, ingnoro si deliberadamente o no, al entorno de las condiciones materiales —económicas, políticas, militares, sociales, etcétera— que envuelven al sujeto de la actividad, ¡Vamos!, que le imponen circunstancias de existencia ineludibles.

Los “Jinetes del Apocalipsis” —las guerras, la muerte, el hambre y la pobreza, las enfermedader o las pestes, la violencia estructural, las relaciones de dominio y subordinación—, además de los “Pecados Capitales” —la avaricias, la envidia, el miedo, los celos, la gula, la angustia y demás sentimientos—, con sus consecuencias desatrosas, no agobian amenazan nuestra existencia y no únicamente nuestro bienestar, parecen no existir o ser relevantes.

Bajo estas condiciones calamitosas y frustrantes caminamos buscando un horizonte que, sin duda, como expresó el poeta palestino Mahmud Darwish, se encuentra en la Presencia de la Ausencia. Hoy por hoy, como nos es dable admitir, no tiene aún espacio y tiempo, la Presencia de la Ausencia; la presencia de la ausencia es, en esencia, Utopía y Ucronía, sin lugar y tiempo todavia, empero, sin duda, son la tesis y antítesis de un horizonte que guía nuestros pasos y miradas.

Nada existe, aún, hic et nunc,

o tal vez sí está presente tras

las sombras del deseo y la intención;

un instante, tal vez algunos minutos

le cubren tras el manto de los sueños

que aparecen con los rayos de un amanecer.

Quizás para ello están Utopía y Ucronía,

como faros que iluminan el futuro, incierto,

y que gracias a esa luz, tenue para algunos,

podamos caminar sin dudas,

haciendo camino al andar,

y marcandohuellas de nuestros pasos, 

que guíen a los otros, los otros que no somos nosotros,

hacia el fuego proemteico del saber y la certeza.