El tercer ojo - ¿Qué es eso de la ¨Memoria Autobiográfica¨ y cuál es su papel en la construcción de la identidad, la mismidad, la autoconciencia y el sentido de pertenencia? (Primera parte)

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El tercer ojo - ¿Qué es eso de la ¨Memoria Autobiográfica¨ y cuál es su papel en la construcción de la identidad, la mismidad, la autoconciencia y el sentido de pertenencia?  (Primera parte)

Al Dr. Jesús Ramírez-Bermúdez

Al Dr. Erwin Villuendas González

 

“Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. / Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”.

Pablo Neruda

 

“Dices que yo te olvido, Celio, y mientes, / en decir que me acuerdo de olvidarte, /
pues no hay en mi memoria alguna parte / en que, aun como olvidado, te presentes. / Mis pensamientos son tan diferentes / y en todo tan ajenos de tratarte, / que ni saben ni pueden olvidarte, / ni si te olvidan saben si lo sientes. / Si tú fueras capaz de ser querido, / fueras capaz de olvido; y ya era gloria / al menos la potencia de haber sido. / Mas tan lejos estás de esa victoria, / que aqueste no acordarme no es olvido / sino una negación de la memoria”.

Sor Juana Inés de la Cruz

 

Muy recientemente, los días 30 y 31 de marzo último, el Dr. Jesús Ramírez-Bermúdez (@JRBneuropsiq), el Dr. Erwin Villuendas González (@ErwinVilluendas) y quien escribe este artículo (@jenriquea), en una serie de tuits intercambiamos algunas ideas sobre cuestiones relativas a la memoria, los “excesos” de ésta y su relación con la “sinestesia”.

 

Algunos días antes, el primero, publicó un artículo cuyo título es Las confesiones y la memoria autobiográfica (La Razón, Redes Neuronales, 12/03/2021), a propósito de La Confesiones, escrito por Agustín de Hipona hace ya varios siglos.

 

Debo considerar que, contra la corriente, el asunto no versó sobre las “pérdidas” o alteraciones de la memoria en sentido negativo, sino más bien, por el contrario, trató en torno a los “excesos” o “hipertrofia”; es decir, no se habló del olvido ni de las amnesias.

 

Entre las referencias aludidas en este intercambio se mencionaron La mente del mnemónico: un pequeño libro sobre una gran memoria, de Alexander R. Luria; algún caso de Oliver W. Sacks en su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero; desde luego se refirió el cuento de Jorge Luis Borges Funes el memorioso; y, por si no fuera suficiente, se incluyeron La misteriosa llama de la Reina Loana, de Umberto Eco, y En busca de la Memoria, de Daniel L. Schacter.

 

Seguramente que, más allá de las tres personas que participamos en este intercambio, habrá muchos más que se interesan por estas cuestiones relacionadas con la filosofía, literatura, psicología, neuropsiquiatría y neuropsicología.

 

Ahora bien, podrán preguntarse, amables lectores que siguen esta columna, ¿a qué viene esta anécdota? ¿qué importancia tiene reflexionar sobre la memoria en esta era, en este contexto histórico y político, más allá de los intereses clínicos, psicológicos o neuropsicológicos? Empero, aún más, ¿La memoria? ¿Es que acaso ésta, per se, adquiere relevancia en nuestra vida cotidiana? ¿Memoria y autorreferencialidad? ¿Memoria y autoconsciencia? ¿Memoria e identidad personal? ¿Memoria y mismidad? Y muchas interrogantes más.

 

En este sentido, valdrá la pena aventurarse un poco más allá e inquirir: Sin la memoria, ¿qué sería de nosotros? ¿Es que acaso somos lo que es nuestra memoria? Al pensar de Blas Pascal ¿Si perdemos nuestra memoria, acaso también perdemos nuestra identidad, autoconsciencia, autorreferencialidad, autobiografía, en fin, nos perderíamos a nosotros mismos?

 

Podemos continuar: ¿Qué sucedería si, a la inversa, no pudiésemos olvidar? ¿Qué función tiene el olvido en nuestra existencia? Como Irineo Funes o Shereshevsky, si no pudiésemos impedir grabar y grabar sin olvidar absolutamente todo cuanto sucede a nuestro alrededor ¿Qué sería de nuestras vidas? ¿Y si un conjunto de informaciones de una modalidad sensorial específica desencadena sensaciones de otra modalidad sensorial, las cuales, a su vez, elicitan recuerdos asociados a las segundas, hablamos de fenómenos sensoriales o mnésicos?

 

Hasta aquí las interrogantes contemplan a los individuos y a las personas, pero si extendemos en el curso del tiempo a los grupos, pueblos y comunidades ¿Podríamos suponer que colectivamente la memoria es trascendente para la historia, la identidad y el sentido de pertenencia?

 

En el ámbito micro, ¿Podemos concebir la memoria como un estado o como un proceso? Es decir, ¿la memoria es un “modulo” independiente de otros procesos (léase módulos”) como el pensamiento, el lenguaje, la imaginación, la atención, la actitud intencional, el aprendizaje, la voluntad, etcétera? O, por el contrario, ¿se halla estrechamente vinculado, y no bajo un paralelismo isomórfico, a las diferentes expresiones de los procesos psicológicos superiores?

 

Como podemos apreciar, más allá de la ficción el tema a tratar es sumamente complejo y dinámico y, a su vez, bajo diferentes niveles de análisis, tal objeto de interés debe abordarse, en este artículo, con la lente de una aproximación dinámica, sistémica, compleja e histórico social.

 

Para atender a estas interrogantes intentaré, en una serie de no más de cuatro colaboraciones, ser preciso y no complicado en la narrativa o estructura del texto.

 

Debo señalar, como punto de partida, que el interés por la memoria no es nuevo; desde los filósofos griegos Sócrates, Platón o Aristóteles, o de los primeros historiadores, Tucídides y Polibio, hasta los filósofos o historiadores romanos como lo fueron Cicerón, Dion Casio o Herodiano, pasando por Agustín de Hipona o Tomás de Aquino, por los filósofos árabes Ibn Al Arabi, Avicena o Averroes, hasta llegar a nuestros días, no ha dejado de seducir las inquietudes e intereses el asunto de la memoria.

 

No omitamos aquí la relación entre memoria, mitos e historia, como puede observarse en las obras de Homero, La Ilíada y La Odisea.

 

La poesía, el cuento y la novela han sido muy ricas en la trama que narra o crea personajes que quedan sumergidos o atrapados por su vínculo con la memoria, como lo muestran los epígrafes de esta primera colaboración.

 

No quiero obviar, por su relación estrecha con la memoria, las biografías o autobiografías, como se muestra con gran parte de la obra de Stefan Zweig, o la enorme reconstrucción realizada por Marcel Proust en su extenso libro En busca del tiempo perdido. Todavía más, la literatura tiene vínculos estrechos con la memoria como lo muestran las obras de Gabriel García Márquez, Amín Malouf o Albert Camus, por no enunciar más.

 

Nuestro gran personaje, Miguel León Portilla, al haber escrito sus breves textos La visión de los vencidos y El reverso de la conquista planteó un enorme problema con el asunto de la “memoria, la historia y las intenciones de quienes cuentan la historia”.

 

Como vemos pues, menudo nudo el que pretendo desentrañar.

 

No por ello me arredro y en las próximas colaboraciones (no más de tres) aspiraré a ser como “el poeta de noble corazón y gran cabeza” bueno, breve y sustancioso.