El Tercer Ojo - Día Mundial de la Prevención del Suicidio

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Día Mundial de la Prevención del Suicidio

A la memoria de los caídos el 11 de septiembre de 1973 en la hermana República de Chile, por el Golpe de Estado Militar financiado y promovido por el gobierno de los Estados Unidos.

A la memoria del Dr. Salvador Allende.

 

Hoy viernes 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Este día se celebra cada día 10 de septiembre, de cada año, auspiciado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tiene como propósito general favorecer la toma de conciencia acerca de la prevención del suicidio en todo el mundo.

En esta coyuntura que lleva ya prácticamente un año y medio de epidemia y pandemia de Covid-19; en los momentos más próximos a eventos de carácter natural (como tormentas y temblores) que azotan a nuestro país parece muy pertinente escribir sobre este evento y así tratar de atraer su atención e interés por una calamidad que se manifiesta desde antes de estas tragedias.

Hablar del suicidio es hablar de una de las causas de mortalidad muy importantes en los patrones y reportes epidemiológicos y estadísticos.

Debemos admitir que el suicidio consumado no sólo ocupa uno de los lugares más significativos de la mortalidad.

El suicidio resulta muy recurrentemente de un largo proceso, angustiante y doloroso, de la Depresión, como un trastorno psicopatológico con componentes y patrones identificados claramente por los profesionales de la salud mental (psicólogos, psiquiatras, neuropsicólogos, neuropsiquiatras), quienes poseen los elementos teóricos y prácticos para identificar y diseñar estrategias y tácticas de intervención orientada hacia el tratamiento de tal trastorno.

Naturalmente que la Depresión no es un trastorno que vive, sufre y enfrenta el sujeto de la actividad psicopatológica, como entidad individual; este trastorno afecta, indiscutiblemente, a los círculos y redes de relaciones interpersonales que la persona establece con otros seres humanos (familiares, amigos, compañeros o parejas afectivas) y, aunque ello parezca imperceptible, a los profesionales de la salud mental que traban relaciones terapéuticas y clínicas con ellos. Es decir, que es un fenómeno de naturaleza sistémica y colectiva o comunitaria.

Asimismo, no se trata de un problema que aparece súbitamente, sin más ni más, y que tal como aparece tiene un desenlace fatal, súbito e inesperado o inevitable. La Depresión es un trastorno que tiene un conjunto de condiciones que hacen posible su emergencia y que a lo largo del tiempo sufre una serie de manifestaciones, cambios y expresiones que le caracterizan. Esto es, es un trastorno que evoluciona, que cambia.

La Depresión es un trastorno psicopatológico grave que debe ser tratado por algunos profesionales de la salud mental; no se trata de un “problema menor” que puede ser atendido por consejeros, curanderos, pastores, curas, o cualesquiera otro ser humano que suponga que fuerzas mágicas, misteriosas, o debilidades de carácter o de personalidad, son las determinantes de la misma, ¡No!

Tampoco obedece a la voluntad de quien padece o adolece dicho trastorno de salud mental. No basta por ello con sugerir a quien sufre la Depresión que trate de superarla, que le “eche ganas”, que trate de domeñarla a fuerza de voluntad.

Es necesario por ello reconocer que aunque siempre tengamos el teléfono abierto para escuchar —cosa que es importante— a quien sufre por la Depresión (en cualquiera de sus etapas o manifestaciones), es aún más trascendente orientar adecuadamente a la persona doliente o sus familiares para que acudan lo antes posible con algún profesional de la salud mental, pues es éste quien podrá ofrecerle los elementos adecuados para afrontar exitosamente su padecimiento y, consecuentemente, promover acciones preventivas del suicidio.

¿Es, pregunto y nos preguntamos, más frecuente la Depresión como trastorno de salud mental en esta coyuntura de pandemia y calamidades de la naturaleza que nos impactan?

No tengo la menor duda de que esta coyuntura es muy propicia para favorecer las condiciones que probabilizan la presencia de diversos trastornos de salud mental; podemos constatar que problemas tales como la ansiedad, angustia, miedo, ira, sentimientos de indefensión, sentimientos de culpa, sentimientos de soledad, desesperanza, duelos inconclusos, etcétera, son parte de nuestra vida cotidiana en esta era. La Depresión como expresión de esta etapa podría estar presente en diferentes etapas de su proceso. Sin embargo, desconozco estudios sistemáticos y actualizados sobre la Depresión y el Suicidio, en esta era, en nuestro país.

Al parecer las estrategias diseñadas por los responsables de afrontar esta coyuntura no le han dado el valor y lugar que merecen a los trastornos de la salud mental que, insisto, no aparecen como consecuencia de la epidemia, pero eso sí, son agravados por la misma.

Es deseable que nosotros, como sociedad civil —decía Antonio Gramsci—, sin esperar que otros que no somos nosotros resuelvan esa cuestión, asumamos la responsabilidad de aquello que, por omisión, no han sabido, ni querido quizás, enfrentar.