La sociedad de los Poetas Ebrios - Huexca: un traidor en Palacio
En opinión de Héctor Rangel Terrazas
"No queremos la construcción del gasoducto o de la termoeléctrica o de las minas, ya que van a destruir el territorio y contaminar las aguas”.
Las anteriores palabras fueron externadas en Yecapixtla por un relevante líder social entonces, el 4 de mayo de 2014 (hace más de seis años). Su nombre era Andrés Manuel López Obrador, dos veces perdedor de la carrera por la presidencia, y se refería a la famosa termoeléctrica de Huexca.
Era el líder de un interesante nuevo grupo político que buscaba consolidarse como partido, bajo el nombre de Movimiento de Regeneración Nacional, con llamativo acrónimo de Morena; a la postre, casi cualquiera en México así lo ubica, aunque no recuerde el título completo.
Faltaba poco más de un año para que Morena fuera a su primera prueba ante las urnas. Se requerían votos. Urgía convencer a quienes había seguido a ese dirigente tabasqueño, arropado en el solaztequismo, a amorenarse. Esta zona del país y, específicamente, esa región del oriente morelense, habían sufragado mayoritariamente por el PRD cuando las boletas llevaban la figura y nombre de quien también es famoso como AMLO.
¿Cómo convencer a esos miles otrora simpatizantes del perredismo? Pues externando su COMPROMISO DE OPONERSE A ESA PLANTA que requiere millones y millones de litros de agua, recurso harto escaso para muchas comunidades en esos lares.
El presidente del entonces Consejo Nacional del Movimiento Regeneración Nacional fue claro: Ya no era parte del Partido de la Revolución Democrática, aseveró con ahínco, y juró que no tenía nada que ver con Graco Ramírez Garrido Abreu, ése que era "una VERGÜENZA”, dijo literalmente.
Insistió en que Morena apoyaría a la población y haría todo para que liberaran a los luchadores sociales de Morelos. Eran decenas de seguidores quienes lo escuchaban, aplaudían, pero, SOBRE TODO, LE CREÍAN.
Les dijo lo que querían oír: ÉL ESTARÍA CON ELLOS EN LA LUCHA EN CONTRA DE LAS EMPRESAS TRASNACIONALES.
“México no es territorio de conquista, ni es para que vengan los extranjeros a expropiarse de todo. Imagínense que quieren construir una termoeléctrica, en la Anenecuilco, la tierra en donde nació el mejor dirigente social que ha habido en la historia de México, Emiliano Zapata”, aseveró; SE LOS ECHÓ A LA BOLSA Y GARANTIZÓ LOS MILES DE VOTOS QUE EN EL FUTURO LE OBSEQUIARÍAN.
Andrés Manuel calificó como UNA OFENSA Y UN AGRAVIO que quisieran IMPONER UNA TERMOELÉCTRICA en Anenecuilco, “qué les pasa a estos... es como si fueran a Jerusalén y construyeran un basurero toxico o una planta nuclear".
El hoy presidente de la cuatroté y su nuevo partido salieron fortalecidos en 2015 y, como usted sabe, tuvieron mucho que presumir y agradecer en 2018, también en esa zona.
En algún momento, antes de llegar a la presidencia, entre algunos de con quienes se reunió, estuvieron los REPRESENTANTES DE ESAS TRASNACIONALES, a las que se refería entonces, amén de otras aztecas: Saint Gobain, Nissan, Burlington, Continental, Elecnor, Enagas, Gas Natural del Noreste, y de mineras canadienses, como Alamos Gold.
El compromiso establecido varias veces, especialmente ese 14 de mayo de 2014, exactamente en la región afectada, se olvidó. Nunca propuso, hace seis años, que se realizara una consulta. EL RECHAZO ANUNCIADO HABÍA SIDO TAJANTE aquella vez.
Sus palabras como presidente, sobre el tema, MUDARON SU NATURALEZA, y comenzó a destacar las bonanzas de la planta para generar energía, mientras que su postura original fue feneciendo por la ARTIFICIAL AMNESIA. Quizá la consulta más patito que el traidor, que hoy vive en Palacio Nacional (sin problemas de agua) jamás haya ordenado, fue coronada, desde luego, con un triunfo para los promotores de la millonaria inversión. Nadie lo creyó.
Los trabajos para concluir el acueducto, que llevará a las empresas involucradas los millones de litros de agua que no llegan a tanta familia por allá, comenzaron este lunes con un ostentoso y amenazante operativo de fuerza federal, respaldada por los testaferros estatales.
No vemos aquí nunca como negativas todas las políticas del personaje en su estilo de gobernar. Hay rubros, de hecho, sobresalientes, y su popularidad se mantiene incólume. Ni el maniqueísmo ni la polarización hacen bien al analizarlo. Hay decisiones que mejorarán al país, otras que lo están haciendo retroceder, y no pocas con matices para el bien de algunos, la penuria de otros, y cuyo juicio depende siempre de la subjetividad. Pero, ante lo que Huexca hoy representa, más allá de lo que la termoeléctrica traiga, SIN DUDA ESTAMOS ANTE UN ACTO DE TRAICIÓN que, esperamos, la mayoría recordemos para la posteridad y no perdonemos.
Fue irónico que aquel 4 de mayo del 14, el propio tabasqueño se refirió a la traición. Veía la paja en el ojo de su paisano, de cacofónico nombre. Comentó que, aunque respetaba a algunos militantes del PRD, “porque son gente buena”, las diferencias las tenía con los dirigentes, porque “nos negaron, nos traicionaron. Todavía no llegaba Graco a la gobernatura, todavía no se sentaba y ya estaba negándonos, antes de que cantara el gallo, ya estaba de traicionero”. Su viga que no observa será pesada lápida para su causa, al menos en la tierra de Zapata.