El Tercer Ojo - Carta Abierta al Dr. Eliseo Guajardo Ramos. (Cuarta parte)
En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara
«C’est au cours du XIXe siècle que la psychologie essaie de se définir comme une science hors du cadre de la philosophie».
Julián de Ajuriaguerra.
Otra vez, Eliseo Guajardo Ramos o, siguiendo tu ejemplo, Eliseo a secas, agradezco, en principio, que hayas respondido a las tres precedentes epístolas que hube dirigido a ti mediante la colaboración semanal que debiera publicar semanalmente en el Regional del Sur y que, por razones ajenas a mi voluntad no he podido cumplir a cabalidad.
Esta ocasión me propongo, otra vez, para comenzar resaltar el hecho de que efectivamente, como señalas, “lo que has caracterizado como una búsqueda de la psicología científica en los primeros años de que se postulara esta licenciatura, primero en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y luego en otras Universidades Estatales, como fue el caso de la de Nuevo León. Esta última en el año de 1966 (…) Tú haces el señalamiento que fue una búsqueda desde fuera de las universidades, como un esfuerzo autodidacta de los estudiantes, o de su quehacer intelectual volcado a la psicología. Pero lo más relevante de tu análisis es que cuando la Licenciatura en Psicología se independizó de Filosofía y se convirtió en Facultad o Escuela ella misma, le denominas “la emancipación de la psicología”, como si en Filosofía estuviera oprimida o colonizada. Y lo confirmas no sólo con la UNAM, sino con la similar condición de la UANL (…) Permíteme decirte que en Nuevo León no lo vivimos como una emancipación. Al contrario, en 1975, después del movimiento de autonomía que además costó el jueves 10 de junio del 71, destituir a un gobernador y derogar Ley Orgánica de la universidad, la derecha se armó literalmente y rescató la Facultad de Medicina que lo habían perdido; y recató la Facultad de Filosofía de donde salía la línea académica de la Reforma Universitaria. Ambas con metralleta en mano”.
Debo admitir que, efectivamente, no fue precisamente el concepto más afortunado el de la “emancipación” porque ciertamente no oprimían ni la filosofía ni la psiquiatría a la psicología que, por lo demás, era inexistente como disciplina del conocimiento científico independiente, es decir, no puede estar oprimido lo inexistente históricamente; enseguida, considero que, quizás, pudo haber sido más afortunado el término utilizado por Julián de Ajuriaguerra y presentado mediante el epígrafe que da pie a esta colaboración, a saber: “Definirse como una ciencia fuera del cuadro de la filosofía”, en fin.
Por otro lado, como bien subrayas en tu reflexión, también debí precisar que no me refería a la Psicología como una disciplina del conocimiento científico, sino como una disciplina profesional que se enseñaba originalmente en las escuelas de filosofía porque tampoco existían las escuelas de psicología; esto es, como teoría y práctica educativa; en fin.
Asimismo, pese a lo que relato como punto de partida, es importante destacar, nuevamente, que estos sucesos y acciones realizadas por los jóvenes estudiantes de ese entonces no obedecía a una línea tirada por las autoridades de las universidades o de las unidades educativas, correspondientes; éramos jóvenes que paralelamente a las actividades organizadas curricularmente, buscábamos anclar la enseñanza y la formación en el campo de la psicología, fuera de la “nueva atalaya” denominada “análisis experimental de la conducta” o lisa y llanamente el “conductismo”, además de escapar de las “garras” del psicoanálisis. Es decir, buscábamos otros enfoques y, sobre todo, que se relacionara estrechamente con nuestra realidad social, más allá de las propias escuelas y universidades.
Destacó que, como se aprecia en tus cartas que has publicado y comentado, cómo jóvenes que éramos, éramos también atrevidos a tal grado de buscar relacionarnos directamente con otros personajes destacados en el campo de la psicología mundial. Nunca, como puede apreciarse en tus cartas, se llegó a pensar que despreciaron a personas sumamente jóvenes, aún estudiantes y, sobre todo, desde fuera de las instituciones educativas.
Esa osadía abrió la posibilidad de relacionarnos con Martha Shuare, Emilia Ferreiro, Juan Delval, Juan Enrique Azcoaga, Ángel Rivière, entro otros más.
Considero, finalmente, que estos sucesos debieran ser parte de la historia documentada de la psicología, la educación especial, los estudios psicogenéticos y la neuropsicología en nuestro país.