El Tercer Ojo - ¿Abordajes médicos o psicológicos? Un apretón de tuercas a cuestiones de clínica psicopatológica, neuropatológica, neuropsiquiátrica y neuropsicológica.

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - ¿Abordajes médicos o psicológicos? Un apretón de tuercas a cuestiones de clínica psicopatológica, neuropatológica, neuropsiquiátrica y neuropsicológica.

A: Jesús Ramírez-Bermúdez

 

En El tercer ojo inmediatamente anterior (23/07/22), manifestaba que recientemente el Dr. Jesús Ramírez-Bermúdez (15/07/22) publicó un artículo cuyo título es el mismo que elegí para esta colaboración, en el suplemento El cultural, del diario La Razón; escribí también: “una vez leído el breve texto, que me parecía interesante su reflexión y, con cierta dosis de osadía, asumí el compromiso de publicar otro breve escrito, con el mismo título, y con el objetivo de abundar sobre el objeto de análisis, bajo mi punto de vista”.

 

Antes de iniciar con las tesis que contuvo la primera parte de esta temática aclaré que la exposición sería organizada en un formato de tesis numeradas, como hubiera escrito sus textos Roque Luis Ludojosqui. Doy comienzo, pues, al contenido.

 

1.- Un asunto que merece ser valorado, en principio, es el de la existencia, o no, ontológicamente hablando, de los denominados “trastornos”, “síndromes”, “enfermedades” o “problemas” de carácter psicológico, psicopatológico, neuropsicológico o neuropsiquiátrico –valga considerar aquí que aun siendo, por su forma de existencia, de naturaleza subjetiva, es decir, que se encuentran dentro del sujeto de la actividad psíquica, no dejan de poseer, tanto personal como sociocultural o histórica, existencia real—; enseguida, la cuestión relativa a las relaciones de causalidad de tales fenómenos con respecto a la interioridad del sujeto de la actividad psíquica –sea de carácter psicológico o neuroquímico o encefálico, en sentido anatomofuncional— o, más bien, derivan de sucesos que acaecen en la exterioridad del sujeto de la actividad psíquica –circunstancias que provocan traumas –sean de forma psicológica, física o sociocultural— o, en su defecto, sean formas de condicionamientos y aprendizajes conductuales que requieren otros niveles de análisis; y, en tercera instancia, cuáles son las aproximaciones pertinente para comprender, explicar e intervenir antes dichos eventos.

 

2.- Categórica y contundentemente la respuesta a la primera interrogante, sobre la existencia o no de “trastornos”, “síndromes”, “enfermedades” o “problemas” de carácter psicológico, psicopatológico, neuropsicológico o neuropsiquiátrico debe ser afirmativa. Sí, sí existen histórica, cultural, social y clínicamente tales padecimientos o “trastornos”, “síndromes”, “enfermedades” o “problemas” de carácter psicológico, psicopatológico, neuropsicológico o neuropsiquiátrico. Pese a ser admisible que, histórica y culturalmente hablando, ¡vamos!, psicosocialmente valorados, la interpretación, atribución causal y definición de tales comportamientos y la actitud hacia ellos pueda ser o no patologizante, su existencia es irrebatible. Más aún, aceptando que muchas de estas definidas “enfermedades mentales” no lo son en realidad, es admisible que otras sí lo son.

 

3.- Thomas Szasz (1961) puso en tela de juicio la existencia de la “Enfermedad mental”, al haber publicado su libro El mito de la enfermedad mental, expresó literalmente: “Pensé que, aun cuando el concepto de enfermedad mental parecía acertado desde el punto de vista histórico (ya que emana de la identidad histórica de la medicina y la psiquiatría), carecía de sentido racional. Si bien pudo haber sido útil en el siglo XIX, hoy está desprovisto de valor científico y es, desde una perspectiva social, nocivo (…). Una vez realizado un análisis histórico de la psiquiatría, de la hechicería, la histeria, las psicosis y la depresión a lo largo de la historiografía de la práctica psiquiátrica y de los diversos modelos comprensivos y explicativos de éstas, concluye que las “enfermedades mentales” son una invención.

 

4.- Por su lado, Michel Foucault, en su Historia de locura en la época clásica (1961), realizando un análisis de las prácticas psiquiátricas a lo largo del periodo ubicado en la época clásica, muestra claramente una trayectoria de prácticas, concepciones, tradiciones, teorías implícitas, que ciertamente, no son “enfermedades mentales”, sino son objeto de la represión y el control por parte de los poderes políticos y fácticos en diferentes Estados/naciones y en distintas épocas y regiones.

 

5.- Franco Basaglia, tanto en La Institución negada (1979), como en Los crímenes de la Paz (1968) es contundente en un sentido que debe ser recuperado; la lucha no es contra la existencia o no de las “enfermedades mentales”, sino contra las “instituciones” y la “institucionalización” de la violencia hacia los “pacientes psiquiátricos” –léase las instituciones psiquiátricas y las prácticas psiquiátricas coercitivas, represivas y permisivas con la “institucionalización” de la violencia hacia los “pacientes psiquiátricos”—. Empero, más aún, en fundamentar como aproximación deseable y recomendable “La ideología de la comunidad terapéutica”, la negación de los hospitales psiquiátricos tradicionales y, esencialmente, la transformación de las prácticas y técnicas psiquiátricas, en instrumentos de liberación. “La historia de la psiquiatría debe dejar de ser la historia de los psiquiatras y sus teorías para tornarse en una historia de los pacientes, sus padecimientos y sus luchas para liberarse ellos”.

 

6.- Es este el quid de la cuestión y, desde este atalaya, ciertamente legítimo y ética y políticamente aceptable, se superpone en el nivel de análisis de la existencia o no de las trastornos o síndromes psicopatológicos, neuropatológicos o neuropsicológicos; ello conduce a un error metodológico en las discusiones, imponer el nivel de análisis de la institucionalización de las prácticas, concepciones y técnicas psiquiátricas de la violencia al nivel de análisis ontológico de los trastornos o síndromes psicopatológicos, neuropatológicos o neuropsicológicos. No por invisibilizarlos o negarlos, dejan de existir.

 

7. La otra cuestión consiste en determinar si la dicotomía psiquiatría, neuropsiquiatría, neuropsicología versus psicoterapia –independientemente de las orientaciones que asuma ésta— ante la existencia de personas que acuden a recibir atención y apoyo para resolver o afrontar exitosamente los trastornos o síndromes psicopatológicos, neuropatológicos o neuropsicológicos, es legítima o no. Y, como podrá derivarse de las tesis precedentes, esta contradicción me parece que debe resolverse bajo los niveles de análisis que cada una de las disciplinas y prácticas pueden aportar a la resolución de las problemáticas enunciadas.