EL MIEDO Y LA TERQUEDAD DE QUERER MANDAR

En opinión de José María Román

EL MIEDO Y LA TERQUEDAD DE QUERER MANDAR

AMLO sabe muy bien que carece de la mayoría de los votantes para unas elecciones nacionales, de ahí su necesidad de asegurar los cambios en el INE para que pueda manipular o controlar desde el órgano electoral el proceso electoral del relevo presidencial de 2025.

Ganó en 2018 con más de 30 millones de votos, una mayoría inmensa pocas veces vista que hizo indiscutible su triunfo, pero en las elecciones intermedias, de esos votos, apenas si por Morena asistieron a votar poco más de 16, millones, lo que refleja la pérdida de credibilidad de su gobierno y en especial de su figura. Ese temor es el que por el que está luchando a manera de no perder la madre de todas las elecciones que tiene un presidente que va de salida: La elección de su sucesor. Por eso es vital para el presidente cambiar las reglas del juego del INE, porque otra forma se genera una seria incertidumbre en Morena y en el propio Presidente. El cambio del INE y sus reglas, si de verdad se va a llevar a cabo debe ser con reglas muy claras en las que no estén sujetas a estos movimientos  en la ley, tres cosas: La forma de elegir a los consejeros, la eliminación de los plurinominales y la designación de los exagerados recursos que hoy por hoy se le entregan a todos los partidos. Secundariamente pero no por eso menos importante las nuevas reglas deben ser ejecutadas por un organismo, que puede ser el que ya tenemos pero que conserve la absoluta autonomía de los dos poderes que pueden ordenar su modificación: El poder presidencial y el de las legislaturas federales. Es vital para la sociedad poner a salvo su órgano electoral.

Garantizar la autonomía es aceptar que el INE siga teniendo sus reglas y existencia en la propia Constitución y no en el poder legislativo y menos aún en el poder ejecutivo que es el que siempre, no solo de AMLO, está tentado a los cambios y caprichos del  gobernante en turno de acuerdo a su interés. También sería sano para garantizar la autonomía del órgano electoral, poner desde la Constitución el porcentaje de recursos que se le debe de asignar para su funcionamiento en relación al presupuesto de egresos de la nación, atendiendo siempre a la necesidad de su absoluta autonomía. Porque lo mismo han hecho  las administraciones recientes del PRI y del PAN, es decir tratar de apropiarse de la forma y el cambio de las reglas del juego para someterlas al capricho del gobierno del momento, lo cual ni puede y ni debe de ser. Las reglas democráticas deben regir para todos en igualdad de circunstancias y los nombramientos del consejero que es el motivo central de la disputa actual debe quedar fuera del alcance tanto del ejecutivo como del legislativo en  lo posible. Es más, los propios consejeros no tienen por qué ser a propuestas del ejecutivo como ahora lo es: Debe venir de los propios órganos de la sociedad civil y para eso las instituciones educativas a nivel Universitario y en general las organizaciones apolíticas de la sociedad deben tener voz y voto sobre las propuestas de los posibles candidatos que deben someterse al análisis y escrutinio de los representantes del pueblo, es decir, de los legisladores.

Poner el monopolio sobre las propuestas de los candidatos a consejeros es darles tentaciones impropios al poder ejecutivo principalmente y al poder legislativo, porque ambos, como ahora es el caso, prácticamente al dominar el ejecutivo a la mayoría legislativa, se presta al manoseo que hemos observado respecto a los nuevos consejeros. Estos personajes deben trascender al presidente para evitar la insana influencia que regularmente siempre tratan de imponer el personaje que se encuentra manejando al poder ejecutivo. Son las clásicas tentaciones del dominio, es decir, quitarle a la sociedad el control independiente del órgano electoral y adjudicárselo para poder maniobrar el proceso electoral como cuando en tiempos del PRI se hacía a través de Gobernación. AMLO tiene en su mente esos viejos y absurdos controles con los que vivió en sus tiempos de PRIISTA, eso es lo que pasa por su mente y eso es que lo persigue: La sombra de la dictadura de partido con lo que manejó sus primeros pasos en el gobierno y en los movimientos sociales que regularmente SE HACÍAN DESDE EL PRI al que exaltó creando su himno Tabasqueño, y como consecuencia, el gobierno Priista resolvía en ese tiempo, a valores entendidos los problemas sociales para mantener la apariencia de democracia en la sociedad Mexicana. Por eso, es valioso que la sociedad este domingo que viene manifieste abiertamente su voluntad e imponga su voluntad porque la mayoría no son los Morenistas en este país, y me refiero a la cantidad de personas que tienen derecho a votar, sino que son los no MORENISTAS los que a la fecha tienen ese dominio que unidos en un candidato pueden cambiar al gobierno. El temor de AMLO es ese porque sabe muy bien del desgaste que ha sufrido, cuando en las intermedias, Morena, estuvo muchísimo muy lejos de sacar los más de 30 millones que sacó en las pasadas elecciones presidenciales, porque quedó en un poco más de 15 millones de votantes, sacando cuentas. Ese es el miedo y enojo de AMLO. El domingo veremos qué tan molesta está la gente con la forma de gobernar del presidente. Ya comentaremos.