Serpientes y escaleras - Un día después

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Un día después

 

Las dos candidatas dicen que ganaron; los datos preliminares favorecen a Mrgarita.

 

Un día después

Al momento de escribir esta columna no había resultados oficiales de la elección; en las horas previas a que se instalaran las urnas el nerviosismo era evidente en todos los que participaban en el proceso y en algunos que de manera indirecta se sentían parte de esta historia. La duda sobre quien sería la próxima gobernadora era casi generalizada por la mañana, no así en la noche. La única coincidencia es que quien gane deberá hacer un esfuerzo extraordinario para sacar al estado adelante.

Esta elección sobresalió por su complejidad, por la dureza del discurso y la manera como se movieron los equipos de las candidatas. Aunque cada contienda es distinta, la que recién concluyó puede marcar un antes y un después en los procesos electorales locales, porque se rebasaron los límites: se borró la frontera de lo personal y actores de otros estados se metieron a operar.

La historia es la misma en casi todos los espacios disputados, no solo en la gubernatura; la virulencia estuvo presente en muchos lados: alcaldías y diputaciones de todos los partidos, todos metidos en una dinámica de atacar al rival.

En Morelos la lucha por los votos se transformó en un escenario de guerra donde cada grupo echó mano de lo que tuvo a su alcance para ganar, provocando con ello un escenario hostil y una división social que costará mucho tiempo y esfuerzo recomponer al siguiente gobierno.

En lo futuro se requerirá de un esfuerzo colectivo encabezado por quien la futura jefa del ejecutivo; suponer que la siguiente administración logrará avanzar sola es una falacia, tratar de hacerlo prolongará la lucha política que se vive en la entidad desde hace veinte años y que ha provocado una profunda división social.

Ganar en las urnas fue una tarea muy difícil, pero no se compara con el reto que es gobernar un estado con múltiples carencias, con deudas sociales históricas y grupos delictivos que se han apoderado de regiones completas. Reitero: gobernar Morelos será una tarea compleja, imposible si la ganadora intenta hacerla sola.

El primero de octubre arranca el siguiente sexenio, pero desde hoy debe comenzar el proceso de conciliación; administrativamente hablando también debe iniciar pronto la entrega recepción, no importa quien haya ganado, se trata de un proceso legal, obligatorio, cuya dureza dependerá de quien encabezará el gobierno siguiente y la disposición de la administración saliente de actuar con transparencia.

En este punto en particular para el régimen saliente la historia será más o menos dura, dependiendo si existe alguna observación o algo que resarcir; la gobernadora electa no tendrá mucho margen legal de maniobra, porque si hay algo malo o alguna acción incorrecta, las únicas dos opciones que tiene es que lo resuelvan quienes se van o que asuma las consecuencias quienes llegan. La respuesta es obvia.

Aunque la campaña electoral fue agotadora para los participantes, en el caso de la futura jefa del ejecutivo el tiempo para descansar será muy poco, porque casi de inmediato tiene que trabajar en dos cosas: 1- la recepción de la administración saliente, para conocer a detalle la situación que guardan las instituciones y 2- la reconciliación de la ciudadanía, urgente luego de una contienda feroz, infame y sangrienta.

En el ánimo de ganar la elección los dos equipos de campaña hicieron muchos compromisos, mismos que a partir de ahora se convertirán en una carga; en busca del triunfo ambas abrieron la puerta a todos, prometieron muchas cosas y dejaron entrar a figuras cuyo aporte económico está directamente ligado a una expectativa personal y de negocio. Hubo otros actores que llegaron de fuera, enviados para apoyar y que en algunos casos, si los números les resultan favorables, tratarán de quedarse en una buena posición. Nada es gratis en política.

El proceso de entrega recepción y el trabajo de reconciliación pasa por la conformación de un buen equipo de trabajo; no hablo de la definición inmediata del gabinete, pero sí de la integración de figuras que serán enlaces en las diferentes áreas y de manera natural se perfilarán a la siguiente administración.

Este será el primer mensaje de la ganadora, de los nombres que presente a la sociedad dependerá lo que los ciudadanos debemos esperar de su gobierno; imposible suponer que una administración sea honesta si incorpora a figuras de mala reputación.

En campaña es comprensible que se dejara entrar a todos, incluso resulta obvio que no se moviera a aquellos que públicamente fueron identificados como políticos impresentables; a partir de ahora la historia es otra, la ganadora deberá colocar a cada uno en su lugar e impulsar a quienes realmente estarán a su lado en el gobierno.

Morelos es el mismo o importa quien haya ganado la elección; la diferencia entre el triunfo de una u otra está en la forma como gobernará, en el estilo y las formas que prevalecerán y la gente que veamos al frente de las diferentes áreas. En cualquier caso, la prioridad es la misma: conciliar con quienes perdieron, sumar a todos en un mismo sentido y transmitir a la sociedad el mensaje de que será un gobierno para todos.

Es muy probable que se presenten impugnaciones y seguramente habrá acusaciones de mapachismo, compra de votos y trampas electorales; quizá veamos acciones en tribunales y en casos extremos, inconformidad en las calles. Difícilmente ello cambiará el resultado, a menos que la diferencia por la que se defina sea de un dígito bajo, es decir, menor a cinco puntos.

Ninguno de los últimos cinco procesos electorales había sido tan violento como el actual, aunque en todos los casos lo que ha prevalecido es el enfado que queda después de que se define al ganador. Un hecho constante es que quien triunfa en las urnas se olvida del rival, considera solo a quienes le apoyaron y se olvida de quienes piensan o votaron diferente.

Esa actitud ha provocado que el duelo de campaña se convierta en rencor permanente, en una lucha política que se traslada a todos los ámbitos de poder y toma como rehén a las instituciones. Las consecuencias de ello han sido terribles porque han provocado enfrentamiento entre poderes, politización de las policías y aparición de grupos delictivos a lo largo del estado.

La ganadora de la elección debe comenzar de inmediato a actuar como gobernadora, necesita mandar un mensaje de unidad y conciliación a todos, acompañado de acciones que muestren que con ella vienen tiempos mejores para todos.

La campaña concluyó y hoy tenemos a una virtual ganadora, la primera gobernadora constitucional de Morelos, alguien que tiene que dejar atrás el discurso de campaña y la visión partidista para comenzar a sanar una sociedad lastimada y un Morelos dividido.

No importa quien haya ganado la elección, a nuestra próxima gobernadora debemos desearle suerte y acompañarla con una buena actitud.

Si le va bien a ella, nos irá bien a todos.

·         posdata

En este momento no tengo elementos concluyentes para saber qué candidata ganó en Morelos, porque Margarita González Saravia y Lucía Meza Guzmán se declararon vencedoras. El mismo discurso aplicó en la Ciudad de México y en Veracruz, donde los candidatos presumieron su victoria. También lo hicieron los dirigentes nacionales y muchos candidatos de varios estados en distintas posiciones. Hasta las nueve de la noche de este domingo todos presumían su triunfo.

Me parece que lo más sobresaliente del proceso electoral de Morelos radica en la copiosa participación y la civilidad de la gente; el ciudadano mostró a los equipos de campaña que una elección, por importante cuan dura sea, no es una pelea personal.

Al momento que estes leyendo esta columna, lectora lector queridos, seguramente tendremos más claridad de las cosas y una idea más clara de quien nos gobernará los próximos seis años. Mientras te escribo estas líneas, Margarita y Lucía presumían su triunfo, el PREP avanzaba con lentitud, pero diversos medios nacionales y casas encuestadoras daban la victoria a Morena. 

Gane quien gane el reto es el mismo porque Morelos no es diferente después de la elección; los problemas y las necesidades no cambian a pesar de que cambie quien gobierna.

Confiemos que nuestra próxima gobernadora tenga dos cualidades: que convoque a todos a la unidad y que elija un buen equipo de gobierno. De eso depende el futuro del estado.

Sus equipos de campaña no son la mejor opción.

·         nota

Cuauhtémoc Blanco se reincorpora hoy como jefe del ejecutivo luego de concluir la licencia temporal que solicitó para poder obtener una curul en San Lázaro. Los meses que estará al frente del gobierno estatal serán de trámite, solo para cumplir con el mandato constitucional y lo concerniente a la entrega recepción.

Dependiendo de quien a quien deba entregar será la historia que veremos en las semanas y meses siguientes: si es Margarita González el trato será respetuoso, pero no cordial porque entre ambos personajes nunca ha habido una relación cercana a pesar de todo lo que se dijo en campaña.

Cuauhtémoc Blanco siempre tuvo a su candidato y cuando la decisión fue marcada por el género, impulsó a Sandra Anaya. Margarita González nunca ha sido del agrado del futbolista, pero podría podrá entenderse con ella porque aunque ella no aceptará cubrir nada, podría dar al gobernador saliente la posibilidad de aclarar cualquier cosa.

Si la vencedora es Lucía Meza la historia es otra y el proceso será muy duro; entre ella y el mandatario existe un desprecio mutuo que se ha visto a lo largo de todo el sexenio; como senadora Meza Guzmán siempre fue crítica del gobernador, durante cinco años lo ha culpado de la inseguridad, lo ha señalado por múltiples actos de corrupción e insistentemente ha dicho que lo procesará a él y a sus funcionarios. Si ella gana quizá suceda lo de hace seis años, cuando no hubo entrega recepción y Graco Ramírez no se presentó a la toma de protesta.

En cualquier caso Cuauhtémoc Blanco debe ser muy frio en su actuar, entender que su tiempo está por concluir y que su poder como gobernador está en su punto más bajo porque ya hay alguien que ocupará su lugar.

Ahora el mandatario debe ser, aunque no le agrade, político, tiene que actuar con mesura, con inteligencia y con la conciencia de que su actitud marcará lo que vivirán él y sus colaboradores en el séptimo año.

Como diría Javidu: paciencia, prudencia, verbal contingencia, dominio de ciencia, presencia o ausencia, según conveniencia.

·         post it

Algunos funcionarios comenzaron a amarrarse el dedo luego de que se divulgó la noticia de que tienen cuentas en paraísos fiscales. Su postura fue lógica: negar los hechos y solicitar que los investiguen; eso no quiere decir nada, es un mensaje al aire, una salida fácil que pretende mostrar seguridad, pero en nada cambia su futuro.

Hay áreas que serán observadas con lupa por la siguiente administración, empezando por aquellas en las que se manejó dinero, se dieron contratos y se ejerció el poder.

Participar de una administración pública implica ser revisado en todas las acciones y ello siempre conlleva el riesgo de que se encuentre un error; no me refiero a que exista un acto de corrupción, eso será definido por las autoridades, hablo de la responsabilidad legal y financiera que implica tomar una decisión y estampar una firma.

En algunos casos la sospecha de actos de corrupción es pública y conocida por las dos damas que compitieron por la gubernatura. Algunos funcionarios fueron inteligentes y desde hace tiempo comenzaron a ordenar sus oficinas y tendieron puentes de diálogo; otros tratarán de guarecerse bajo la sombra de Cuauhtémoc Blanco como lo hicieron a lo largo de todo el sexenio.

Hoy el gobernador solo tiene capacidad para cuidarse a sí mismo. Quien piense lo contrario se equivoca. 

·         redes sociales

Finalizada una de las campañas más sucias, agresivas y mediocres de este milenio, esperemos que vengan tiempos mejores, de tolerancia, paz y concordia.

Solo los pendejos pelean por un político. Pendejos y cobardes, cuando lo hacen de manera anónima en redes sociales.

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