Covid 19, los espacios de poder

En opinión de José María Román Román

Covid 19, los espacios de poder

 

En física, se dice que los vacíos siempre son ocupados, en la sociedad mexicana, con más razón.

Más de 500 mil empleos se han dado de baja con motivo de la epidemia según datos de fuentes oficiales, solo en el mes de abril (datos del IMSS). Esos empleos y como consecuencia seres humanos de carne y hueso tienen cada uno sus necesidades, sus problemas, sus angustias y sus aspiraciones. Esa gente sale a la calle con las manos vacías sin más esperanzas que un futuro incierto en una sociedad cada vez más polarizada, más politizada, menos ocupada. Para esos seres que se han quedado sin un salario al que ya estaban acoplados y que en torno a su  trabajo giraba parte de su mundo, se encontrarán de frente con una realidad a la que ni AMLO, ni la sociedad preparó para enfrentarlo.

Atrás de cada uno de esos seres humanos están las angustias de las necesidades que suplir, de las familias a las que hay que atender. Seguramente no hará dentro de poco la atención médica para sus dependientes y menos aún las prestaciones con las que medio sobrellevaban la existencia. Es un hecho que pasarán a engrosar ese mundo idílico que AMLO ha ofrecido de apoyos a los más pobres. Bien, con esos hechos, los pobres hemos comenzado a multiplicarlos y se considera que nuestro país pasará a engrosar a más de 30 millones  en la pobreza extrema en este año. Por lo mientras, ése más de medio millón de trabajadores dados de baja, serán una excelente oportunidad para el mundo colateral que sabemos que existe y que constantemente recuerda su existencia con las muertes que a diario acontecen en las calles: La delincuencia organizada.

Estos seres humanos son la materia prima ideal, abundante que aprovechará el crimen organizado, no lo dude. Por lo mismo, miraremos multiplicar el crecimiento de los delitos, de la delincuencia, del desorden, del caos que cada día nos agobia y que con este potencial crecimiento a los ciudadanos nos expondrá cada vez más para ser víctimas de la extorción, del secuestro, del pago de derecho de piso ante la presencia de un gobierno, estatal y federal que aún no tiene ubicada en que forma combatirlo, que aún no define las reglas sobre las cuales reencausará a una sociedad que con el paso de los últimos años mira multiplicado su pérdida de poder adquisitivo y su seguridad para poder convivir como sociedad civilizada. Miramos impávidos, como el gobierno destruye y no construye, como acaba rapazmente con lo que va quedando. Todo opera en contra de esta sociedad y ante nuestra soledad solo queda la esperanza de que las cosas cambien si el gobierno cambia. Pero finalmente solo es eso: una esperanza. La realidad hoy, en nuestras casas, en nuestras calles, nos dice otra cosa: Nos dice que el futuro es incierto.

Sin también en ese mundo, cientos de miles de pequeños empresarios que se tendrán que lanzar a lo mismo: a la aventura nueva de la nada, si es que el negocio quebró o, en el mejor de los casos la conquista de tiempo perdido si queda algún vestigio de esa posibilidad. Serán estos seres humanos, igual que los trabajadores desplazados, la abundante materia prima con la que el crimen organizado podrá trabajar, podrá crecer, podrá multiplicarse a sus anchas. Ya no tiene enfrente al enemigo natural que es el gobierno legítimamente establecido con lo combate, ya no tendrá las resistencias de una parte de esa sociedad que reclamaba justicia y orden al gobierno. Ya estarán a sus anchas, ya se abre para ellos, ese mundo precioso de oportunidades que toda delincuencia organizada anhela y pide, gracias todo eso a una filosofía caótica y en decadencia de que primero  los pobres y que los logra al fabricar de lleno esa bodega grandote de más de 30 millones de pobres extremos a los que se dice oficialmente que llegaremos. No se preocupó el sistema de hacer menos pobres generando más riqueza, sino de empobrecer a su sociedad para generar, para crear, para engendrar más pobres. De esos pobres de los que se alimentará la filosofía de que los pobres son primero, por eso, hagamos más para tener más, para someter por hambre a más.

Olvidémonos de crear riqueza, para crear empleos, destruyamos, acabemos con lo que queda que lo que importa es fabricar pobres. ¿Es nuestro destino?