Columna Desde la Torre - Síndromes
En opinión de Roberto Enrique Rodríguez Guerrero
El síndrome de Estocolmo es un fenómeno paradójico en el cual la víctima desarrolla un vínculo positivo hacia su captor como respuesta al trauma del cautiverio, lo cual ha sido observado en diferentes casos, tales como secuestro, esclavitud, abuso sexual, violencia de pareja, miembros de cultos, actos terroristas, pero cabe incluir el abuso, excesos de la autoridad en nuestro país, un presidente que insulta a todo ciudadano que lo confronta, aquellos que se niegan a aceptar, quienes no utilizan el anonimato , que dan la cara, y no se amilanan, sin temor a las represalias del vengador represor del palacio nacional, un ser mezquino, mentiroso, lo más vil que pudo llegar al concierto político, que anegó y lo convirtió en un espacio inundado de deyecciones, solo quienes pertenecen a la cuarta trasformación nadan , se sumergen y disfrutan el fecalismo.
Síndrome de la tortuga, los animales más lentos al desplazarse en el ámbito terrestre, lo hace lentamente sin inmutarse, confían en su caparazón, que al sentirse amenazadas introducen su cabeza en este escudo protector, esta similitud la aplican en alguno de los sectores de México, principalmente en los políticos, que en elecciones se mueven con pasmosa velocidad, para una vez conseguido su objetivo, retornan a su habitual cerrazón, inútiles al cien por ciento, cuando son increpados se detienen intempestivamente , con consecuencias graves, que afectan a la ciudadanía, en su salud y bienestar.
Hoy tenemos un presidente de la República fatigado, estresado, con dolores musculares, y un sinnúmero de enfermedades crónicas causadas principalmente por los excesos en sus actividades mentales llenas de fango, deteriorando su organismo sometiéndolo al desgaste por la prolongación de actividades mentales y corporales ajenas al buen vivir, su rendimiento en políticas públicas es un cero a la izquierda, lejano de aquellos objetivos que manifestó en la campaña que lo llevó a la presidencia de la república, su inercia destructiva que a diario se le escucha, imparable, no deje de atacar, maldecir, insultar y difamar el presidente Andrés Manuel López Obrador, polarizando a los diferentes sectores del país. La cuenta regresiva lista en el tobogán del cobro de facturas, que una a una le serán cobradas, no tendrán descanso ante el brazo de la ley, familiares y demás pandilla que le acompañan.
Síndrome de presidente bananero, sus desplantes similares en su modelo de gobernanza, pretende ser un dictador legitimado de manera fraudulenta por el INE ahora en poder del partido Morena-absolutismo presidencial-, o por una junta de militares corruptos, a los tiene a sus pies mediante millonarias concesiones de las obras faraónicas, y por si fuera poco López Obrador somete los intereses de la nación a la hegemonía de empresas extranjeras de ideología comunista, naciones que se dedican al lavado de dinero, muchos de estos recursos son utilizados para satisfacer la hambruna de su clientela electoral y para gobernar a base de sobornos a través del Banco del Bienestar, tal y como lo establece en sus investigaciones el “Caso Puerto Rico” ; actuando equivocadamente AMLO, se pasó de listo al entregar nuestro país, no somos Venezuela, Cuba o Nicaragua, países pequeños, empobrecidos y políticamente inestables, débiles debido a una dependencia excesiva de un cultivo y financiamiento extranjero. México es otro, el concepto que tiene López Obrador es contrario al que tienen 100 millones de mexicanos, y a la mayoría global.
El síndrome de la tortuga es aplicable a la estrategia lenta y perjudicial para la democracia, la que establecen los partidos opositores a López Obrador, mientras las corcholatas devaluadas del presidente de la República, son conocidas en el ámbito nacional, tanto oposición como sociedad sin organizarse, no definen a quienes lo representen en los comicios del 2024, la necedad de que solo de esos partidos saldrá el opositor, es una rotunda equivocación, el país requiere de quien esté por la unidad del pueblo mexicano y pondere el progreso, preconizando una economía estable, impulse la ciencia, la educación y en su trayectoria se destaque como un profesionista honorable, que no tenga miedo a la bota militar o al narco, fieles aliados de López Obrador; al parecer Lorenzo Córdova Vianello, sería el candidato ideal , transitó con honorabilidad, promoviendo el respeto, destacándose como reacio defensor de la democracia, un excelente expresidente del Instituto Nacional Electoral, perfecto contrincante para cortar la racha de López Obrador, de 34 años de activista del cash, del modus vivendi de extorsión, manipulación, mentira y allegarse de dinero proveniente del narco.
La última y nos vamos: Aunque AMLO, tenga supuestamente 14 millones de votos amarrados para refrendar el triunfo de Morena en las elecciones presidenciales del 2024, si los opositores despiertan del letargo, dejan el síndrome de la tortuga, y renuncian perder el tiempo en escuchar las mañaneras de López Obrador, el panorama se pronostica alentador, para quienes añoran y persisten en que seamos un país democrático y libre; la sociedad organizada dicte la pauta a seguir en las próximas contiendas, para que los partidos políticos dejen de ser las marionetas a modo de López Obrador, se trabaje por unir a los votantes que rebasen en número y calidad de sus candidatos, sean diferentes a los de la 4ª. transformación, los delincuentes que propone Morena, que tiene como reto dar oportunidad a políticos jóvenes, que por supuesto existen en el panorama nacional, honestos y de probada honorabilidad, entonces empezaremos a vislumbrar el México, que por desgracia se está evaporando de la mano del peor presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, lo peor que le pudo pasar a nuestro país y a sus habitantes. Las cocholatas del presidente de la República se devaluaron, Claudia Sheinbaum, la sucesora ideal de López, no da una, carece de empatía, pésima operadora política, la persiguen las muertes por su omisión y corrupción en los diferentes cargos, tal y como también lo padece Marcelo Ebrard Casaubón, el mejor traga sapos de la historia; y nada positivo de mencionar del broncudo porro secretario de gobernación, Adán Augusto López Hernández “carnal” del asesino imberbe de Macuspana. En 14 meses que faltan para las elecciones no les alcanzará para remontar el triunfo que debe de ser indiscutible de la sociedad y partidos políticos opositores. En Morelos la corcholatita Margarita González Saravia Calderón, a la que enoja si no se dirigen a ella como “gobernadora”; antes de subirse al tabique, ya tiene el síndrome, tendrá que explicar de donde sale tanto recurso para hacer su pre campaña para candidata de Morena.