Caricatura Política - Morelos, un mundo raro…
En opinión de Sergio Dorado
En materia de crimen organizado, el panorama no podría ser más cruel e infame para Morelos. Según informes de Inteligencia Militar y la misma Comisión Estatal de Seguridad, 17 municipios son regenteados por el crimen organizado. En cambio, en el gobierno del nunca célebre exgobernador Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, solamente se identificaron 11 municipios dominados por este poder de facto, por lo que el gobierno de Cuauhtémoc Blanco, con base en datos oficiales -y a sólo un año de administración-, supera ya en 15% la inseguridad que nos legó el Chamuco de Tabasco.
El problema de la inseguridad en Morelos es que su tendencia es la de aumentar mientras las autoridades tiran palos de ciego como si ya anduvieran en posadas, atrapando de vez en vez un cabecilla de los que controlan Morelos, lo que en realidad empeora las cosas, porque en los reacomodos del poder criminal se desata más violencia. Así lo expresan incluso las mismas autoridades locales: “Cuando una cabeza cae, se aloca el avispero”, palabras más, palabras menos.
Con la captura del líder de “Los Rojos” Santiago Mazari Hernández, se confirma el dicho de las autoridades morelenses encargadas de la Seguridad Pública. En este momento, el grupo criminal auto denominado “Guerreros Unidos” (o “Gente Nueva”) pelea la plaza del Estado a la banda de “El Carrete” Mazari Hernández, quien desde prisión controla gran parte del territorio morelense propiedad de “Los Rojos”. Hecho, que desde luego, ha derramado ríos de sangre sobre la tierra de mi general Zapata.
Es cuando espontáneamente surge la primera pregunta: ¿Vale la pena encarcelar cabezas si las cosas empeoran? Más allá de la respuesta que usted, estimado y único lector, quiera dar a esta complicada pregunta, el hecho incontrovertible es que Morelos se encuentra entre la espada y la pared. Si el gobierno no detiene a los grandulones del crimen, éstos amenazan con crecer e infiltrarse cada vez mejor en la vida pública de del territorio “Rojo”. El viernes pasado, el periódico Reforma informó en primera plana que el crimen organizado morelense controla ediles, síndicos, regidores, diputados, más lo que se acumule en la semana.
En el exgobierno de Graco Ramírez, el incremento del crimen también fue gradual, aunque el exmandatario nunca lo aceptó. Hasta el último minuto de su trágico gobierno aseguró que Morelos era un Estado inédito en todo. Graco siempre quiso vender un Morelos parecido a Suiza, donde lo mismo cantaba Sting que Plácido Domingo en los exuberantes Jardines de México y Tequesquitengo. No sé, igual soñaba en los jardines de Versalles y una peluca de caireles mal acomodada en la calva mientras Morelos era acribillado por el crimen.
Así, una ventaja del gobierno de Cuauhtémoc Blanco Bravo es que finalmente admite que la estrategia contra la delincuencia, hasta ahora, ha fracasado. Y esto, en principio, hace una diferencia con el gobierno anterior.
Un problema no se soluciona sin la identificación y aceptación del problema mismo, y dentro de los sucedidos de Morelos, a lo mejor debemos conformarnos con eso por lo pronto. Dentro de toda la calamidad que aqueja al Estado en materia de seguridad, quizá la aceptación sirva para exhalar un poco del aire contenido con angustia en el alma morelense.
El reconocimiento, sin embargo, no basta; es sólo un respiro, reitero. Lo que importa es saber qué giro dará la estrategia de la Seguridad Pública que pruebe eficiencia en sus resultados, pues hasta ahora su antónimo gana por mucho la batalla. Morelos está ensangrentado y algo hay que hacer para devolver la paz de nuestro bello territorio. No es justo lo que le pasa a nuestro hogar; y lo peor, es que el crimen empeora, disculpando usted la grosera redundancia.
La segunda y última pregunta que surge de esta reflexión es si Cuauhtémoc Blanco Bravo seguirá con la opinión de que la Comisión de Seguridad Pública hace un trabajo de excelencia, y por lo tanto, no se contemplaningún cambio de Gabinete.
La opinión más generalizada en Morelos es que la Comisión de Seguridad está al menos pasmada y desconcertada con el tamaño de los vicios y el poder del crimen organizado, y ya no halla la puerta.
Entonces, qué bueno que se acoge la ineficiencia de la Seguridad Pública de Morelos como un hecho, pero qué raro que no haya cambios.