Árbol inmóvil - Ley Olimpia, exigua
En opinión de Juan Lagunas
La espiral bélica en contra de las féminas es inacabable. Se acentúa, a medida que el Estado de Derecho está en vilo (a causa de la negligencia de las autoridades). Verbigracia: según el Congreso, las mujeres más vulnerables a sufrir algún tipo de acoso están en el rango de entre 20 y 29 año; ergo, el de 12 a 19. La Ley Olimpia, recién consensuada en el Senado, no es la panacea. En Morelos, menos; el derredor está en ciernes. Un pendiente más…
El ordenamiento comprende sanciones contra quienes agredan, en medios digitales y de información, a través de imágenes y videos íntimos (sin la anuencia de la involucrada). Empero, no es suficiente. El avance de las tecnologías de la información no es proporcional a:
- Prevención.
- Persecución.
- Extinción. El fenómeno, mientras la red se expanda, no cesará. Y, con ello, la perfección del mismo está latente. Estridencia contra lentitud. Un punto más a favor del crimen.
La mujer morelense sigue a merced del perverso. En tanto, el crimen (la trata, en específico) sigue incólume. Víctor Hugo acecha: “Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien”.
En la entidad, los instantes de acción son rebasados. El tópico se subestima, pese a la promoción mediática que generó (con la presencia de Olimpia Coral, precursora). Se repitió el mismo escenario: la simulación; la tardanza. La espera deliberada: los comicios.
En contraste, sobre el desamparo, la muerte… Y, encima de éste, la renuncia a aceptar esa ausencia, el símbolo de la desaparición. Sólo queda entregarnos a la memoria; o sea, la interiorización; aquél ya no es nada o, lo peor, se fue al sitio ignoto e irascible.
Nada tiene que ver que se haya aprobado en los siguientes estados de la República: Baja California Sur, Coahuila, Zacatecas, Nuevo León, Guanajuato, Querétaro, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Estado de México, Aguascalientes, Morelos y la Ciudad México. Ley tardía, al final. Aciaga.
Del otro lado de la superficie iracunda, los mass media se adhieren al estípite fáctico para derramar editoriales (ideologías acomodaticias, según sea el tiempo), con tal de enturbiar. Éstos tergiversan a mansalva.
Se suma la agudeza del tejido virtual, que propicia, según McLuhan, sedentarismo, prejuicio y enteramiento banal. No hay parangón. Estamos frente a un adminículo indómito, donde fluye la ligereza (con el apoyo de la aquiescencia de quienes deben procurar la justicia y combatir la delincuencia).
Al final, triunfará la perpetuidad de la asechanza sexual. Un botón: en este mismo instante, en que esta tinta lúgubre se disemina, alguien está padeciendo un acto beligerante (multimodal, quizá). La letra (ley) está muerta. No hay derechos humanos protegidos. Así se concibió el plan: mal… Instituciones, nulas. Estado, marchito.