Cuando sea demasiado tarde… - Prevención, riesgo, vulnerabilidad, y peligro.
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
A veces nos parecen términos intercambiables, y parecería que hablan de lo mismo. Pues efectivamente, hablan de lo mismo, pero cada uno tiene su propia perspectiva. Vamos a ver.
¿Qué es la prevención? La prevención es toda actividad dirigida a evitar la aparición de consecuencias indeseables derivadas de una acción que haya cometido un actor relevante. Por ejemplo, la mejor manera más eficiente de no contraer enfermedades de transmisión sexual (además de que uno se ahorra las bendiciones y todo el debate al respecto del aborto que vivimos la semana pasada) es no teniendo relaciones sexuales. Uno previene con un altísimo nivel de efectividad contraer una ETS a través de la abstinencia absoluta. Sin embargo, no todos tenemos la fortaleza de carácter como para adquirir tal control de nuestros actos, lo que nos lleva a las tres fases de prevención. La primera es precisamente el “nopalito”, si uno desea evitar tener consecuencias irremediables de sus actos, lo mejor es no incurrir en dichos actos. Sin embargo, también se considera como una de las acciones de prevención primaria el uso de medidas paliativas que tienen como fin el poder realizar la acción y de todas maneras tener cierto nivel de seguridad de que las consecuencias del acto no sean irremediables en un plazo menor a 30 años, tales como el uso del preservativo y fármacos relacionados.
La prevención secundaria es la fase en la que ya estamos en problemas. Cometí un acto que no debería de hacer, y ahora debo de enfrentar la probabilidad de tener una bendi o una ETS. ¿Qué hago al respecto? Tengo que ir al laboratorio a hacerme análisis de sangre después de un tiempo determinado para saber si adquirí una ETS o si mis niveles de gonadotropina coriónica están elevados. Estas acciones nos dan paso a la prevención terciaria, que está determinada por las consecuencias de nuestro comportamiento. ¿Adquirí una ETS? ¿Estoy embarazada? La tirada de la tercera fase es buscar mitigar los efectos de las consecuencias, y/o buscar que no vuelva a ocurrir. Para resumir, la prevención se vive en tres fases: qué hago antes de estar en problemas, qué hago cuando pienso que puedo estar en problemas, y qué hago cuando ya supe que estoy en problemas.
El riesgo es un fenómeno psicológico. Los seres humanos realizamos un cálculo mental de la probabilidad de sufrir las consecuencias que una acción pueden tener. Por ejemplo, el uso del tapabocas. ¿Por qué la gente no quiere usar tapabocas? Porque aplica el fenómeno del “no pasa nada”, o “es sólo un choro del gobierno”. A veces, algunos individuos calculan la probabilidad de sufrir los efectos del fenómeno en cuestión como muy bajos o nulos, por lo tanto no desencadena acciones que busquen prevenir dichos efectos. Por lo tanto, los individuos calculamos una probabilidad de que suframos daños de un hecho dado, invariablemente de la probabilidad real de que dicho daño se sufra.
A la probabilidad real se le llama vulnerabilidad. Por ejemplo, en México se tienen registrados cerca de medio millón de infectados de COVID19 (le ruego, amable lector, no me corrija si me equivoco, de todas maneras las cifras de gobierno no son fidedignas). Si de medio millón de casos de infección detectados, y de marzo a acá se tienen contabilizados 50 mil fallecimientos, la vulnerabilidad que se tiene a perder la vida por adquirir una enfermedad de esta naturaleza es más o menos 1 en 10, aunque unas cifras más reales nos estarían dando indicadores de 1 en cada 5. El gobierno maquilla las cifras para hacer parecer que están haciendo su trabajo, pero lo que hicieron fue darle en la torre al riesgo, porque la cuarentena no se respeta por más de la mitad de la población.
Finalmente viene el peligro. El peligro es aquel fenómeno que puede tener consecuencias no benéficas o perjudiciales para el bienestar de los individuos, invariablemente de los cálculos que el gobierno o los individuos hacen al respecto de la exposición que se tiene a ellos. En breve, los aviones se caen, los coches atropellan, y el coronavirus mata. El espacio que hay entre el peligro y el daño es variable, pero requiere de la participación activa del sujeto para mitigar sus efectos.
Le pregunto, amable lector, ¿cuándo fue la última vez que portó usted un tapabocas cuando salió de casa?