Tercero Interesado - Nunca se deja de ser universitario

En opinión de Carlos Tercero

Tercero Interesado - Nunca se deja de ser universitario

El privilegio de cursar una carrera universitaria conlleva un agradecimiento que no expira al graduarse, al titularse o al recibir la cédula profesional. Es un sentimiento que permanece, o debiera permanecer, de por vida; no solo en la o el universitario, sino también en su familia, en sus seres queridos y en sus comunidades, pues representa una mejor expectativa de vida y una base más sólida para el pensamiento crítico que impulsa la evolución positiva de la sociedad.

Es un acontecimiento que no difiere si se trata de una universidad pública o privada y, aunque son las privadas quienes tienen más sistematizadas sus comunidades de exalumnos, existen también buenos ejemplos de patronatos, fundaciones y sociedades de exalumnos en nuestras instituciones públicas de educación superior. Sin embargo, algo está faltando, dado que hay innumerables casos de éxito derivados del conocimiento y de la formación universitaria que cimentaron futuros prósperos en la industria, el comercio y el mundo empresarial, en todas las ramas del conocimiento y tristemente, muy poco de esa prosperidad vuelve al alma mater.

No se trata solo de retornar recursos económicos, sino de respaldar y fortalecer a la educación superior para que sea un verdadero motor de cambio y de transformación positiva del país, lo cual implica en primer término vencer la apatía que ha permitido la imposición de políticas públicas adversas, recortes presupuestales injustificados o peor aún, decisiones gubernamentales que violentan la autonomía universitaria imponiendo rectores o autoridades universitarias afines a un supuesto proyecto distante de teorías, estudio y conocimiento compartido en las aulas.

El caso más reciente: la Universidad Veracruzana, donde inexplicablemente se impuso de manera ilegal al rector cuyo único mérito fue ser incondicional del exgobernador Cuitláhuac García, quien no conforme con hundir a Veracruz en una de sus peores etapas de retroceso, pretende lo mismo con la máxima casa de estudios de las y los veracruzanos.

Difícil entender que desde el poder ejecutivo estatal no se muestre solidaridad hacia la U.V., independientemente de ello, su respeto debiera ser obligado, irrestricto no solo con la comunidad estudiantil, la académica, la administrativa, así como por supuesto con el pleno de generaciones emanadas de la institución de educación superior pública más importante del estado y, por tanto, del pueblo veracruzano. La imposición del rector y su prórroga ilegal debe cesar de inmediato, no solo por violentar la autonomía, el entramado jurídico universitario, que ha puesto el nombre de la Universidad como noticia nacional, lamentablemente con temas que nada tienen que ver con la academia, la investigación, la cultura y el arte, o cualquier otra expresión de la extensión universitaria.

Sería ingenuo suponer que la decisión sobre a quién se confía la Rectoría no pasa por el despacho de la gubernatura, sobre todo cuando el área con menor autonomía de la Universidad es la propia Junta de Gobierno, cuyos integrantes difícilmente pueden compararse con los exrectores que tanto hicieron por hacer valer el lema universitario: “arte, ciencia y luz”, o con la altura de algunos de sus miembros anteriores como José Luis Melgarejo Vivanco, Diego Valadés, Miguel Álvarez de Asco, Miguel Limón Rojas, José Sarukhán Kermez o María Soledad Loaeza Tovar, solo por mencionar algunos.

Pocos son los orígenes de un impacto social favorable tan grande como la educación, más aún de la educación superior. Hoy el conflicto es en Veracruz, pero en cada estado de la República existen instituciones de educación superior que de forma natural se constituyen en motor de transformación y desarrollo, de bienestar colectivo; por ello, por simple agradecimiento y congruencia es importante recordar que “nunca dejamos de ser universitarios”.

Salvemos la libertad y la autonomía de la vida universitaria y, con ellas, el derecho de la sociedad a beneficiarse de sus ideas, su ciencia y su cultura. Defender a la universidad implica reactivar la corresponsabilidad de sus egresados.

Carlos Tercero

3ro.interesado@gmail.com