Escala de Grises - Tomar distancia
En opinión de Arendy Ávalos
“Tenemos que aplicarnos”
Durante la conferencia matutina del pasado lunes, el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana informó a la población sobre las cifras de seguridad que corresponden a la presente administración.
Alfonso Durazo destacó que hay una disminución considerable en lo que respecta a los homicidios, lo que les permite afirmar “que funciona la estrategia que se puso en marcha a partir del primero de diciembre de 2018”.
Sin embargo, en lo relacionado con los feminicidios no pueden sentirse satisfechos con las cifras. Aunque también se observa una tendencia a la baja del 8% en el primer bimestre del año frente a diciembre de 2018, “tenemos que aplicarnos”. Y, aunque usted podría encontrar algo de consuelo en las declaraciones del secretario Durazo, me voy a tomar el atrevimiento de tirarle el evento.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) publicó su reporte correspondiente a febrero y, aunque hay una ligera disminución en los homicidios dolosos, respecto a los feminicidios el escenario no es el mismo.
Según el SESNSP, la cifra de feminicidios en febrero suma un total de 92 casos, más del 20% respecto a los casos presentados en enero (74) y los estados que encabezan la lista en este delito son: el Estado de México, Veracruz, Puebla, Nuevo León, la Ciudad de México, Baja California, Sinaloa y Morelos.
Alfonso Durazo tiene razón cuando dice que tienen que aplicarse, pero no nada más las y los funcionarios de la Secretaría de Seguridad. Tienen que aplicarse los protocolos para investigar los feminicidios en todo el país, el debido proceso a los presuntos agresores, las penas correspondientes y el tiempo necesario para dar seguimiento a los casos. Tienen que aplicarse recursos, campañas de concientización, capacitación al personal para que deje de criminalizar y revictimizar a las mujeres; entre otras tantas cosas.
Pretender erradicar (o disminuir, siquiera) los feminicidios nada más echándole ganas no funciona. La violencia de género es un problema estructural que está normalizado y puede encontrarse en todos los aspectos de la vida cotidiana; en acciones de diferentes magnitudes que repercuten en todo el sistema.
María del Rosario
El 18 de marzo, una mujer de 53 años fue reportada como desaparecida ante la Fiscalía General de Justicia, en la Ciudad de México. Un día después, en la alcaldía Coyoacán, el cuerpo de María del Rosario fue hallado dentro de una maleta. Las autoridades correspondientes indicaron que seguían la pista de un hombre que podría estar relacionado con la desaparición y el asesinato. Los principales sospechosos son su hijo y su sobrino, quienes la habían agredido con anterioridad.
María del Rosario Zapata Pérez trabajaba como jefa del Departamento de Diagnóstico e Información Académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, institución que la describió como “una mujer trabajadora ejemplar, de lucha y de entrega, con afán permanente de servicio y de aporte al trabajo universitario”.
La Facultad también se pronunció respecto al crimen con un comunicado e informó que la comunidad se encontraba “conmovida e indignada” con los hechos, pues el asesinato de la funcionaria es “de las expresiones más altas de violencia en contra de alguien” y aseguró que no estarán en paz “mientras cualquier tipo de violencia ocurra en contra de cualquiera de nosotras o nosotros”.
Otra vez, usted podría pensar que fue bueno que la institución se pronunciara y sí… Pero no. Le reto a encontrar el error que guardan las últimas líneas. ¿Se rinde? Aunque el texto completo se pronuncie en contra del feminicidio de María del Rosario, lo que las últimas palabras consiguen es invisibilizar el problema de la violencia de género. Otra vez.
Ahora le explico por qué. A pesar de que quien escribió el comunicado tenía la intención de caer en lo políticamente correcto —como hace la UNAM para todo, últimamente—, en esta ocasión no era ni tantito necesario.
Permítame adelantarme al ‘argumento’ de que “a los hombres también los matan”. Sí, los hombres también son víctimas de diferentes expresiones de violencia, la diferencia está en que no son violentados por razón de género; es decir, no los matan por el simple hecho de ser hombres. Por eso, el “nosotros” sale sobrando.
A pesar de que el rector de la máxima casa de estudios, el mes pasado, anunció una serie de acciones que implementará para combatir la violencia de género; el historial de indiferencia que la UNAM ha tenido respecto a las necesidades y demandas de las alumnas que han denunciado acoso, agresiones y otras formas de violencia [de género] es interminable.
La primera medida que debemos tomar para combatir este problema es tratar de analizar nuestras acciones, entender qué está mal y por qué debemos modificar una cosa u otra, visibilizar el machismo en nuestros círculos cercanos, hablar del tema, exponer lo tóxico de los sistemas de los que formamos parte, tomar distancia de los privilegios particulares que tenemos y poner todos nuestros sentidos alertas.
No necesitamos vivir en carne propia alguna de las presentaciones en las que se normaliza la violencia de género. No necesitamos experimentar el dolor de perder a una madre, hermana, hija, amiga o compañera para sentir empatía, para cuestionarnos el lugar sobre el que tenemos los pies y redireccionar nuestros pasos.
Para no perder la costumbre
Como se habrá dado cuenta, el tema recurrente en las últimas semanas es el impacto que el COVID-19 ha tenido a nivel nacional e internacional. La agenda se ha llenado de datos y recomendaciones que, entre otras cosas, le piden permanecer en su casa si no es necesario que salga, lavarse las manos frecuentemente, evitar tocarse la cara y mantener una distancia considerable entre usted y otras personas.
Sin embargo, considero necesario recordarle que —como le dije en la Escala pasada— el aislamiento y distanciamiento social no son excluyentes de la solidaridad o la empatía. Justo en estos momentos de contingencia sanitaria es importantísimo (así, en superlativo) que apoyemos la economía local y los pequeños negocios que han sabido adaptarse a la situación o que no pueden darse el lujo de parar y trabajar desde casa.
Hay que emplear todas las reservas de asertividad que tengamos guardadas para saber qué implica tomar distancia y que no se nos transforme en egoísmo o indiferencia.
La recomendación: Je ne suis pas un homme facile (No soy un hombre fácil, en español) está disponible en Netflix. La película francesa busca mostrar cómo se ha normalizado el machismo en los aspectos más ‘pequeños’ de la vida cotidiana y, aunque no tiene una base feminista, es un gran primer acercamiento para empezar a cuestionar[nos] la violencia de género.
Ya lo dijo Susana Distancia. A tomar distancia del machismo, que mata más que el coronavirus:
@Arendy_Avalos en Twitter