Serpientes y escaleras - Mi villano favorito

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Mi villano favorito

Cada cierto tiempo la gente elige un político contra el cual descargar su enojo

 

Mi villano favorito

La memoria social es muy corta, la gente olvida con facilidad y eso influye directamente en la política. Cada cierto tiempo desde hace muchos años la ciudadanía elige a un actor de la vida pública y contra él descarga su furia, lo hace responsable de todos los males y lo acusa de todo lo habido y por haber; pero más allá de ese enfado momentáneo y el desprestigio público no pasa nada: después aparece un nuevo villano y la historia vuelve a empezar. ¿Quién será el próximo enemigo público de los morelenses?

Revisemos la forma como se mueve la conciencia colectiva para entender lo que sucede en la tierra de Zapata; tomemos los últimos 25 años como ejemplo:

Aunque su periodo constitucional concluía hasta el año 2 mil, Jorge Carrillo Olea solo gobernó Morelos de 1994 a 1998, porque tuvo que solicitar licencia para separarse del cargo ante la enorme inconformidad social derivada de los múltiples problemas que provocó su administración, la ola de secuestros y la complicidad entre funcionarios de su gobierno y miembros de la delincuencia organizada.

La mala imagen del general se convirtió en una sentencia de muerte política para el PRI en Morelos: sus representantes populares, empezando por el entonces coordinador de los diputados locales, Víctor Manuel Saucedo Perdomo, defendieron hasta el final la figura del jefe del ejecutivo y no supieron cómo reaccionar ni antes ni después de su dimisión; los dos años que separaron la caída del militar de la elección sexenal no bastaron para que la gente olvidara lo ocurrido y Jorge Carrillo Olea se convirtió en la bandera de la oposición en la sucesión.

En un intento desesperado de limpiarse el rostro el PRI trató de ocultar lo hecho por el militar con la imagen del gobernador sustituto Jorge Morales Barud, pero sus adversarios no se los permitieron y pusieron al nativo de Jojutla como ejemplo de lo que representaba el Partido Revolucionario Institucional. El mensaje era claro: “Votar por el PRI era votar por la continuidad del régimen de Jorge Carrillo Olea”.

Este tipo de circunstancias se han vuelto comunes en política y recurrentes en nuestro estado; el general Jorge Carrillo Olea se volvió el villano favorito de los morelenses, fue a él a quien la nueva administración culpó de todos los males del estado y durante tres años lo acusó de ser el causante de conflictos propios y heredados.

El enojo de la gente era auténtico y justificable, el daño provocado a Morelos por el militar y la legión extranjera que lo acompañó fue enorme, de ahí que para el panismo fue sencillo colocar a Carrillo Olea como un pararrayos político y responsabilizarlo de hechos, situaciones y acciones que, incluso, nada tenían ya que ver con su gobierno.

Otro caso así fue el del exalcalde de Cuernavaca Manuel Martínez Garrigós; el joven presidente municipal tenía todo para triunfar, pero hizo lo contrario. Como jefe del ayuntamiento capitalino el priísta era la promesa tricolor y la esperanza de muchos para competir por la gubernatura: era joven, carismático, encajaba totalmente con el perfil de Enrique Peña Nieto, administraba la capital y tenía un congreso que le apoyaba y le había autorizado un crédito millonario para que realizara obra pública. ¿Qué podía salir mal? 

El único reto para Manuel Martínez Garrigós en la presidencia municipal de Cuernavaca era no equivocarse, pero fue exactamente lo que hizo; la cercanía de su hermano José y la presencia a su lado de figuras como César Cruz, Juan Jaramillo, Rodrigo Gayosso, Jorge Meade e Iván Saucedo fueron la mezcla que al final hizo que su administración pasara del cielo al infierno.

El primer año como alcalde el joven tricolor realizó un buen trabajo: había obra pública, se mantenía contacto permanente con la gente, se hacía política y la comunicación era adecuada. El problema fue la actitud de un hombre que no supo controlar su carácter y que se dejó llevar por las ambiciones de su hermano; el intento de ser gobernador a como diera lugar provocó que Manuel Martínez cometiera errores y rápidamente se volvió una figura repudiada. Seis años le costó al joven político llegar a la presidencia municipal de Cuernavaca, pero bastaron unos meses como autoridad para acabar con el proyecto político de toda una generación.

Manuel Martínez no puede culpar a nadie más de su desgracia política, el tiempo ha dejado claro que su carácter y su habilidad para rodearse de las personas incorrectas es lo que echa por tierra todos sus intentos de participar en la vida pública; MMG es hoy un referente de lo que no se debe hacer en el servicio público, un político con mala fortuna que nadie quiere cerca.

Por mucho tiempo el expresidente municipal de Cuernavaca fue repudiado en todos los espacios y culpado de muchas cosas, incluso de algunas que no habían ocurrido en su tiempo y en su espacio, pero dada su mala imagen se le atribuían. Más de una década ha pasado desde que Garrigós dejó la alcaldía y el costo de su paso por el ayuntamiento lo mantiene en la congeladora, sin posibilidad alguna de ser tomado en cuenta para ninguna posición importante.

El tercer caso de este tipo lo representa el exgobernador Graco Ramírez. Al tabasqueño le caracterizaron muchas cosas, pero fue la enorme corrupción cometida junto con su familia lo que lo marcó de por vida. No todo lo hecho durante su administración fue malo, de hecho en los primeros tres años podrían encontrarse acciones valiosas; fue cuando la damota y su hijote tomaron el control político y operativo de la administración que todo el proyecto del perredista se fue a la basura.

Para dimensionar el tamaño del desprestigio graquista basta observar en dónde están todos aquellos personajes que lo acompañaron durante su gobierno: los que formaron parte del gabinete estatal y quienes desde algún municipio o el congreso se cuadraron a sus órdenes y se sometieron a sus ambiciones están en banca, sin opciones para reincorporarse a la vida pública ni a la política. Lo hecho por Graco fue un robo gigantesco, a la vista de todos y sin pudor alguno, de ahí en monumental desprecio público que lo llevó a ocupar por varios años los últimos lugares en la calificación nacional de gobernadores.

Graco Ramírez aspiraba a ser presidente de la república, también buscó la Fiscalía General de la República o de perdida la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática; su mala imagen y la terrible reputación de su gobierno anuló esas y todas sus aspiraciones políticas, lo exilió de la vida pública y hasta hizo perder el registro al PRD en el estado. La mala fama graquista fue el motor de la campaña de Cuauhtémoc Blanco y sigue siendo el argumento preferido de la nueva administración para justificar todos los problemas. Durante cuatro años el futbolista ha utilizado la imagen de su antecesor para explicar las complicaciones; el futbolista insiste en atacar a Graco Ramírez, pero la falta de contundencia en sus acciones ha hecho que el discurso pierda fuerza y que la animadversión colectiva comience a buscar un nuevo enemigo al cual perseguir.

Los morelenses nos hemos vuelto afectos a tener un villano favorito, alguien a quien responsabilizar de los males y a quien echarle culpa de que las cosas no salgan bien. Ese camino se fomenta desde los partidos políticos y desde los gobiernos, quienes a falta de acciones y resultados recurren al discurso simplón de culpar al pasado.

A pesar de todo los villanos son temporales, cambian de vez en vez y siempre hay alguien más a quien odiar.

En unos días entraremos al quinto año de la administración estatal. ¿Habrá un nuevo villano favorito? ¿O ya lo hay?

  • posdata

En menos de 24 horas dos mujeres fueron asesinadas en Cuernavaca, el primer caso fue en Ocotepec y el segundo en la colonia Cerritos, se trató de ataques con arma de fuego y a decir del fiscal general Uriel Carmona, podría tratarse de ataques directos contra las víctimas. En lo que va del año existe un registro oficial de 23 feminicidios.

Al respecto esto fue lo que declaró el alcalde de Cuernavaca José Luis Urióstegui: 

“No es que este fallando algo en los protocolos, los feminicidios se generan por una cuestión directa, normalmente entre personas que han tenido alguna relación; los avances en las investigaciones de estos dos lamentables hechos van determinando un posible nexo con alguien con quien tuvieron alguna relación, si es importante prevenir y hacer lo que está a nuestro alcance, lo hemos venido haciendo, implementando políticas públicas de carácter general, pero es prácticamente imposible llegar a la eliminación total de este tipo de hechos”.

Tiene razón el alcalde capitalino cuando refiere que los ataques directos no se pueden prevenir y es imposible eliminarlos; es razonable su disertación sobre el origen de este tipo de agresiones, pero también es necesario que José Luis Urióstegui reconozca que su estrategia de seguridad no está funcionando correctamente, ni se están logrando los objetivos prometidos.

A la par de los feminicidios están los constantes hechos de violencia y la inseguridad que no mejora en la capital; los asaltos en negocios, en el transporte público y las casas habitación, el robo de autos, las extorsiones y los abusos policiales siguen siendo una realidad más allá de las cifras y estadísticas que presume.

Cuernavaca no es más segura que antes, por el contrario, el abandono en el que se encuentra, la mala calidad de sus servicios, la poca (y mala) obra pública en combinación con la ineficiencia gubernamental y las reiteradas acusaciones de corrupción en varias de sus dependencias han puesto al ayuntamiento del abogado en un nivel similar o más bajo que el de su antecesor.

José Luis Urióstegui necesita reaccionar, entender que para salir adelante hace falta mucho más que buena voluntad y sobre todo, necesita un equipo a la altura del reto que representa la ciudad. La nefasta presencia de los hermanos Martínez Terrazas es una parte importante del problema, pero ya no lo es todo; la tibieza del presidente municipal sobresale como una complicación mayor en términos de operación y eficiencia.

El rostro del abogado refleja lo que sucede en su gobierno: en nueve meses José Luis ha perdido la sonrisa y el brillo que caracterizaba su rostro, hoy se ve triste, viejo y sin ánimo para sacar adelante la ciudad.

  • nota

En unos días más el ejecutivo del estado presentará ante el congreso la propuesta de ley de ingresos y presupuesto de egresos para el ejercicio fiscal 2023 en Morelos; recordemos que durante este año el estado y los municipios tienen que trabajar con el presupuesto del 2021 porque los diputados no se pusieron de acuerdo.

Salvo el año antepasado, porque una instancia judicial ordenó a la legislatura que aprobara en tiempo y forma el presupuesto del estado, en los otros tres años los representantes populares no han podido lograr acuerdos y el ejercicio financiero se ha dado, al principio, con las herramientas del año anterior.

La legislatura 54 rebasó los tiempos legales para aprobar el paquete económico, pero al final lo hizo; la actual no lo ha logrado y todas las administraciones del estado han tenido que operar con el presupuesto del año anterior.

Lo que motivó el último desacuerdo no fue el acomodo de los recursos, sino la cláusula de transferencia: los diputados la quieren quitar y el ejecutivo y sus aliados no lo permitieron. Eso y la designación de un nuevo titular en la ASF nuevamente serán temas que estarán en la mesa de discusión.

La diferencia hoy es que la oposición ya tiene los 14 votos necesarios para hacer lo que quieran.

  • post it

Hoy es la audiencia de Antonio Villalobos. Hoy un juez decidirá la suerte del exalcalde de Cuernavaca.

Por cierto: el proceso que enfrenta no deriva de una denuncia presentada por el gobierno de José Luis Urióstegui, es una acción que lleva a cabo la Fiscalía Anticorrupción.

Ni eso se ha animado a hacer Urióstegui.

  • redes sociales

Los morenistas se pelearon y perdieron el partido. Si continúan peleados también van a perder las candidaturas.

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