Serpientes y escaleras - La oposición y el 2024

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - La oposición y el 2024

¿Puede Morena perder la gubernatura de Morelos en la siguiente elección?

 

La oposición y el 2024

Aunque en la teoría todo parece indicar que Morena ganará el proceso electoral en Morelos en el 2024, todo es posible en un estado como el nuestro. En este momento las encuestas y estudios de opinión colocan al Movimiento de Regeneración Nacional como el partido mejor posicionado de cara a las próximas elecciones; el escenario se combina con la inexistencia de una oposición local y la falta de personajes políticos que puedan abanderar un proyecto distinto al de la 4T. Aun así todo puede pasar.

Empecemos la reflexión con algunos datos duros: en los últimos dos procesos electorales Morena se ha alzado ganador, aunque del 2018 al 2021 el partido obradorista sufrió un revés electoral de parte del votante: en tres años perdieron más de la mitad de los espacios ganados y en número de votos retrocedieron considerablemente.

En el plano local hay varios partidos opositores, aunque ninguno con la fuerza suficiente para hacerle sombra; incluso sumando a todos, la posibilidad de que le compitan al Movimiento de Regeneración Nacional no es sencilla porque además de poca presencia social y una militancia casi nula, en todos los casos la constante son dirigencias mediocres, ausentes e incapaces de convocar a la unidad.

La suma de todos estos elementos ha hecho que Morena se vea como un partido invencible con casi cualquier candidato; en las filas de la 4T hay varios personajes con ganas de competir y capital político con que jugar: ahí están los alcaldes Juan Ángel Flores Bustamante y Rafael Reyes Reyes, la directora de la Lotería Nacional Margarita González Saravia, el coordinador de política y gobierno de la presidencia Rabindranath Salazar Solorio y el secretario de movilidad y transporte del gobierno local Víctor Mercado Salgado. Last but not least: Ulises Bravo.

Las condiciones para que cualquiera logre ser el abanderado del Movimiento de Regeneración Nacional son distintas en cada caso: Margarita González Saravia depende de que la candidatura en Morelos se defina a partir del género (mujer), Víctor Mercado Salgado de que se concrete el acuerdo político entre el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo y el presidente Andrés Manuel López Obrador, Juan Ángel Flores Bustamante apuesta por la encuesta y Rabindranath Salazar Solorio reza por un milagro.

La ventaja competitiva de Morena respecto al resto de los partidos políticos no ha sido un elemento de cohesión dentro del obradorismo, por el contrario, se ha convertido en un factor que ha dividido la estructura y confrontó a varios de los precandidatos. En este momento hay dos bloques políticos visibles dentro de Morena: el que encabeza el gobernador Cuauhtémoc Blanco a través de su hermano Ulises Bravo Molina y el de todos los demás morenistas que se han plantado en contra de la corriente del ejecutivo.

Luego está la división dentro de estos dos grupos: a pesar de que los morenistas puros han cerrado filas para tratar de cerrarle paso a los cuauhtemistas, entre ellos no priva la cordialidad; hasta antes de la elección el precandidato más fuerte era Rabindranath Salazar Solorio, pero después de su remoción como subsecretario y su derrota en el proceso de elección interna hasta sus aliados le han dado la espalda. Su evento del fin de semana fue un claro ejemplo de ello: fue una reunión sin actores políticos locales, deslucido, sin trascendencia, ni impacto más allá de quienes participaron; Rabín está desdibujado.

Del lado del gobernador también se percibe una discreta, pero evidente división: por un lado está el trabajo coordinado, ordenado y metódico de la tripleta conformada por la jefa de la oficina de la gubernatura Mónica Boggio, el secretario de gobierno Samuel Sotelo y el secretario de transporte Víctor Mercado; ahí la lógica es única: fortalecer al gobernador, mejorar su relación con la gente, construir puentes políticos y preparar las cosas para el cierre de sexenio. Luego está lo que hacen Ulises Bravo y sus amigos.

Aunque Cuauhtémoc Blanco compitió en el 2018 con la camiseta del Partido Encuentro Social y durante tres años se mantuvo firme en ese partido, el cobijo y atenciones del presidente Andrés Manuel López Obrador lo ha colocado a la vista de todos como un gobernante de la 4T. Item más: en el momento que Bravo Molina participó en el proceso interno de ese partido y el dirigente nacional Mario Delgado lo avaló como líder más allá de la determinación legal de un tribunal, el jefe del ejecutivo se convirtió en el rostro de Morena en Morelos.

Mucho se ha hablado y escrito respecto a lo que está sucediendo en Morena, porque se trata del partido con mayor intención de voto, mejor posicionamiento y consecuentemente con más posibilidades de ganar el 2024. Lo que no se puede pasar por alto es que esas mismas razones son contraproducentes cuando no sirven para fomentar la unidad y por el contrario, avivan la división interna, como está sucediendo ahora.

Aunque en el terreno político Morena no tiene un contendiente fuerte para el 2024, en el plano social es evidente el deterioro de ese partido y el desgaste del gobernador; la mezcla es peligrosa para la 4T porque aunque por ahora no existe un elemento que una ambos aspectos, en cualquier momento puede aparecer alguien que aproveche esas circunstancias en contra de Morena. Explico:

Ni el PAN ni el PRI ni el PRD tienen calidad moral ni representatividad social para impulsar un proyecto político contrario al de Morena, pero en la oposición sí existen algunos actores en la individual que podrían ser capaces de aprovechar el desgaste de la 4T y canalizar el enfado social a través de alguien. En el escenario político hay un personaje que podría ser un buen abanderado opositor, genera empatía y puede capitalizar el enfado colectivo hacia Morena: José Luis Urióstegui.

El alcalde de Cuernavaca no está haciendo el mejor de los trabajos, ni está libre de conflictos en sus labores como administrador de la capital, pero su fama pública, su historia personal y la simpatía que genera podría convertirlo en el catalizador de la oposición, impulsado por otros actores con capital político propio y experiencia en elecciones, como los diputados Francisco Sánchez y Agustín Alonso.

Veámoslo de esta forma: mientras en Morena el panorama parece favorable porque todas las encuestas así lo señalan, en algunos espacios de la oposición ajenos a los partidos políticos comienza a discutirse la posibilidad de construir una opción opositora a partir de personas, con el respaldo de los gobiernos municipales de oposición y tomando solo las siglas de los partidos políticos.

Morena tiene enfrente el peor escenario electoral que podía esperar para una elección, porque a pesar de que aparentemente se trata del partido mejor posicionado, su ventaja radica en la inexistencia de una oposición que le haga sombra; lo que sí hay enfrente son personajes políticos que en lo individual han empezado a trabajar de cara al 2024, capaces de construir una candidatura sólida, con estructura, con recursos y sobre todo, con la posibilidad de atesorar el enfado hacia el régimen.

El escenario para la oposición en Morelos no es sencillo desde ningún aspecto, pero visto lo que está ocurriendo en el Movimiento de Regeneración Nacional cada vez es más factible la posibilidad de que aparezca una oferta opositora que, tratándose de José Luis Urióstegui, sería capaz, incluso, de generar alianzas de facto con diversos actores de Morena dispuestos a jugarle la contra a su partido en caso de que su abanderado sea alguien con quien no tengan una buena relación.

Nada es imposible en política. Varias veces en Morelos hemos visto perder en las urnas al partido que aparentemente era invencible.

  • posdata

Un comentario reiterado desde hace tiempo entre los morenistas es: ya nos toca. La reflexión tiene que ver con lo que les pasó en el 2018, cuando todos salieron a campaña apostando por el triunfo del obradorismo a través de un candidato aliado y luego se quedaron viendo como el gobierno se construyó sin ellos.

El esfuerzo de quienes participan en las campañas más allá de los que solicitan el voto popular tiene una razón: trabajo. Los candidatos tienen la motivación de ganar, saben que de alcanzar su objetivo los beneficios son grandes y las posibilidades de crecer aumentan; para el resto de la gente la historia es distinta.

En las campañas hay muchas personas que invierten tiempo, dinero y esfuerzo, algunos lo hacen de manera ideológica, convencidos que la suya es la mejor propuesta y que los gobiernos emanados de su partido darán buenos resultados a la gente; pero para la mayoría la motivación principal es laboral: confían que si su candidato o partido ganan, tendrán una oferta de trabajo que les permita salir adelante en lo individual y con sus familias.

Así ocurre en todos los partidos sin importar las siglas: muchos de quienes van a campaña lo hacen pensando en un beneficio personal muy válido, entendido este como la oportunidad de tener empleo o un espacio de trabajo mejor remunerado, aunque no siempre es así.

En la elección del 2018 vimos a muchos morenistas sudar la gota gorda promoviendo al movimiento de Andrés López Obrador e impulsando a todos los candidatos de Morena; aunque el abanderado a la gubernatura no era una figura de su partido, al ir en coalición existía la esperanza de que ese gobierno les abriría las puertas para emplearse. Al menos así se los dijeron.

Cuatro años más tarde el enfado es evidente: trabajaron en la campaña, promovieron el voto, cuidaron la elección y no les dieron trabajo; de cara a un nuevo proceso sexenal en diversas estructuras de la 4T aparece esa misma expresión: ya nos toca.

Amén de los acuerdos cupulares que alcancen los precandidatos del Movimiento de Regeneración Nacional, es fundamental que en la base morenista se extienda esa energía para evitar que, como sucede comúnmente en las campañas, sea la propia estructura la que le juegue las contras a los candidatos.

Después de la elección del año 2 mil los panistas comentaban con nostalgia: ganamos la elección, pero perdimos el gobierno. Es lo mismo que los morenistas dijeron en el 2018.

Y que puede volver a ocurrir en el 2024.

  • nota

Again: el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo afirma que aún tiene la esperanza de que su antecesor sea detenido por las irregularidades financieras cometidas durante su mandato; en este caso concreto se refirió al presunto desvío de 700 millones de pesos en la construcción del estadio de futbol Agustín Coruco Díaz.

Luego de cuatro años e innumerables afirmaciones similares, la esperanza de que Graco Ramírez pague por sus abusos es cada vez menor; peor: el tabasqueño ya le perdió el miedo al futbolista, se ha reactivado en el terreno político y desde su casa impulsa la construcción de un bloque opositor en el 2024 que gane la elección estatal y someta a juicio a Cuauhtémoc Blanco Bravo, a su hermano y a varios integrantes de su gabinete.

Reiteradamente el jefe del ejecutivo ha dicho que meterá a la cárcel a Graco, lo dijo en su campaña y lo ha repetidos a lo largo de cuatro años; como nada ha pasado dice que hay jueces, fiscales y diputados que protegen al perredista. Al final solo hay una realidad: el exgobernador se ríe.

No queda duda que antes de irse Ramírez Garrido construyó un sólido andamiaje político y judicial con el único objetivo de cubrirle la espalda y evitar que los procesos en su contra avanzaran; ante ello lo que procede es reconocer la habilidad el tabasqueño y la mediocridad de quienes lo intentan llevar a juicio, porque a pesar de tener el control del gobierno estatal y el apoyo total de la federación, todos los procesos iniciados contra el perredista se han caído por falta de pruebas. La muestra más reciente de ello es la liberación de la exsecretaria de obras Patricia Izquierdo.

Desde el cómodo sillón de su amplísima biblioteca en su casa de Cuernavaca Graco Ramírez no solo está impulsando una alianza política opositora, también está juntando pruebas documentales contra algunos personajes del régimen actual, como Efrén Hernández, Christian Carmona y Jonathan Mejía.

Los carniceros de hoy…

  • post it

Se queda Francisco Sánchez como presidente de la mesa directiva. Bien por el congreso.

redes sociales

Hay vida más allá de las redes sociales.

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