Serpientes y escaleras - Entre LOM y AMLO
En opinión de Eolo Pacheco

Escuchar siempre ha sido la mejor manera de gobernar
Entre LOM y AMLO
Lauro Ortega Martínez fue un gobernador que trascendió a su época; varias décadas después sigue siendo recordado con cariño por la gente y con admiración por los políticos. Su forma de gobernar fue simple, partía del sentido común y se enriquecía con la opinión de muchas personas. Aunque para algunos Don Lauro fue un hombre fuera de serie, todos reconocen que su mayor mérito fue su capacidad para escuchar.
Las historias que se cuentan del exgobernador Ortega son variopintas; hay anécdotas que relatan su determinación para ejercer el poder, para tener cerca a los enemigos, para conciliar con los adversarios y para comunicarse con la gente. “Hágalo a la legalona” era una expresión común en aquel régimen, algo que significaba resolver de inmediato, dejando para después la formalidad legal.
Aunque para la mayoría Don Lauro sigue siendo hasta hoy un gobernante con un estilo digno de emular, los tiempos, las circunstancias y la sociedad moderna ya no permiten hacer mucho de lo que en aquel tiempo hizo. Lauro Ortega Martínez gobernó Morelos de 1982 a 1988, eran los tiempos del PRI omnipotente, cuando la ley se ajustaba a las necesidades del poder y la oposición era una simple observadora de las cosas. Era la época del control político absoluto, por eso se actuaba y después se adecuaba la ley sin que hubiera consecuencias; eso hoy es impensable.
Aunque hecho a la vieja usanza, el de Ortega Martínez fue un gobierno que se adelantó a su tiempo: México vivía tiempos de crisis, devaluaciones y una creciente inconformidad social en contra de las autoridades. En ese ambiente Morelos resaltaba por la manera de gobernar de Lauro Ortega, por su capacidad para estar en contacto con la gente y su habilidad para aprovechar todas las circunstancias a su favor. El cariño que Don Lauro se ganó no fue producto de la casualidad.
Aunque idolatrado por muchos políticos, Lauro Ortega no era un hombre perfecto: se equivocaba, cometía excesos y constantemente era presa de su carácter; pero frente a ello tenía virtudes que conquistaban a la sociedad: escuchaba de forma directa, exponía públicamente a los funcionarios corruptos e implementó programas estatales que ayudaban a las familias.
En ese sexenio hubo acciones que ayudaron al consumo familiar como el bolillo popular, la tortilla barata, la canasta básica, carne, pollo, leche, frutas y legumbres, huevo y paquetes escolares a bajo precio, sin descontar los esquemas en donde se fomentaba el desarrollo de las pequeñas empresas a través de talleres de costura, cultivo de tilapia y langostino, el tianguis del pueblo, las mujeres cocineras y por supuesto la exportación de flor, amaranto y cultivos de invernadero.
El empuje que dio Lauro Ortega Martínez a la economía individual y al empresariado local le sirvió para mandar un mensaje al gobierno federal que en ese momento enfrentaba una severa crisis económica y de credibilidad; rompiendo cánones políticos de la época, desde la tierra de Zapata se lanzó una campaña publicitaria cuyo lema alentaba al país, poniendo como ejemplo lo que hacía el gobierno orteguista: “Si Morelos puede, México puede”.
Varias veces Lauro Ortega Martínez ha tratado de ser imitado por gobernadores posteriores, una y otra vez los mandatarios morelenses buscaron recuperar algunos aspectos de su personalidad y/o programas de esa administración sin mucho éxito; la falla principal es que han copiado sin tomar en cuenta que vivimos tiempos distintos, pero sobre todo sin considerar que el compromiso de Don Lauro con la gente no era fingido, era real.
Lo que hace actualmente Margarita González Saravia recuerda aquellos tiempos: su gobierno combina los estilos de Lauro Ortega Martínez y Andrés Manuel López Obrador y se moldea con la personalidad de una mujer que realmente está comprometida con las clases más desprotegidas, que toda su vida ha estado de ese lado de la historia y que personalmente disfruta el trato con la gente.
Las Caravanas del Pueblo parecen una actualización del modelo orteguista que enfocaba las baterías del gobierno al beneficio directo para los ciudadanos; el plan de Margarita González Saravia es parecido a lo que en su tiempo implementó Lauro Ortega en sus giras y en las ferias del pueblo: lleva apoyos, otorga servicios, se hace acompañar de funcionarios y dialoga personalmente con quienes acuden.
Las jornadas del pueblo van más allá de lo que se ve, retratan el estilo de la gobernadora y hace que su equipo atienda personalmente a los ciudadanos; las Caravanas no son una gira cualquiera, en ellas se otorgan beneficios directos e inmediatos a cientos de personas, se entregan apoyos, se realizan trámites, se brinda ayuda en diversos temas y del lado de los funcionarios se les sensibiliza, para que entiendan sin intermediarios lo que necesita el pueblo.
Las Caravanas del Pueblo no son un programa que atienda de fondo los problemas del estado, eso se hace desde otros lados, se trata de ayudas directas a necesidades inmediatas, son acciones que para algunos pueden ser pequeñas o poco significativas, pero para quienes las reciben representan una ayuda enorme.
Estar en contacto directo con el pueblo no es una estrategia política de la gobernadora, es un estilo personal, es algo que Margarita González Saravia ha hecho toda su vida, en todos los espacios que ha ocupado, algo que practica desde que era joven. La gobernadora es obradorista, simpatiza con el orteguismo, pero su compromiso con los pobres y su perfil de izquierda no deriva de ninguna de estas dos figuras, ni es moda pasajera.
Las Caravanas del Pueblo son el más claro ejemplo de lo que representa este gobierno: es un programa de atención al pueblo que refleja el alma de la gobernadora y su deseo apoyar directamente a las personas; las caravanas no son un camino para resolver los temas de fondo en la agenda del estado, tampoco son la vía para cambiar el estatus de miles de familias que históricamente viven en desventaja, para eso hay otras acciones oficiales, las Caravanas del Pueblo son una ayuda inmediata y directa, son la expresión más clara de lo que significa la política para este gobierno.
Igual que Lauro Ortega Martínez o Andrés Manuel López Obrador, Margarita González Saravia es una persona que escucha muchas voces, que toma decisiones en función de lo que ve, lo que siente y lo que oye; a la gobernadora le gusta tener distintas versiones de las cosas, diferentes puntos de apoyo y múltiples opiniones que nutran su criterio.
Ni Lauro Ortega ni Andrés Manuel López Obrador dejaban que una sola persona los asesorara, mucho menos tomaban decisiones a partir de una única visión; ambos cruzaban los datos que recibían, comparaban los puntos de vista que les daban y tomaban decisiones a partir de diferentes juicios.
El contacto con la gente hizo de Lauro Ortega y Andrés Manuel López Obrador políticos desconfiados, por eso les fue bien.
Margarita González Saravia sigue el mismo camino y también le puede ir muy bien.
· posdata
El esfuerzo que ha realizado el gobierno de la capital en materia financiera es enorme, aunque pocos lo dimensionan; en tres años José Luis Urióstegui ha saneado casi en su totalidad las finanzas municipales, redujo la deuda histórica de más de mil millones de pesos a doscientos, sin comprometer con ello el desarrollo de la capital, ni la operatividad del ayuntamiento.
En lugar de sacrificar obra pública para abonar a la deuda, el gobierno capitalino hizo ambas cosas: pagó de manera anticipada millones de pesos de pasivos heredados, multiplicó la inversión municipal sin recurrir a nuevos créditos y ha cumplido de manera puntual con los salarios y prestaciones de los trabajadores.
La clave de lo logrado radica en dos cosas: una mayor captación de recursos propios a través de impuestos municipales y la decisión del alcalde de canalizar el dinero a donde más se necesita.
Pongámoslo de esta manera: después de varios gobiernos en donde la quiebra financiera y la corrupción eran características de los ayuntamientos de Cuernavaca, José Luis Urióstegui pudo seguir el mismo camino, sortear la crisis y hacer uso discrecional de los ingresos propios para beneficiarse. Con poco que hubiera hecho habría destacado y nadie le reclamaría, pero hizo lo contrario.
Al abogado hay que reconocerle, primero, su decisión de no sacar provecho individual de una mayor recaudación; luego viene el trabajo ejecutivo y los logros que, sobre todo en materia financiera, ha alcanzado. Pocos habríamos creído que en tres años la capital pasaría de la quiebra financiera a las finanzas sanas.
Operativamente Urióstegui va por más: ha dicho que quiere resolver de una vez por todas la crisis económica del Sapac y detonar más inversión en infraestructura municipal; políticamente hablando su camino no es sencillo: en 2027 se cumple su segundo periodo como alcalde y no hay opción de reelección, si el PAN reconoce su labor lo colocará en una diputación plurinominal y si no, al menos lo tiene que dejar competir para una curul local o federal, porque es la figura más representativa y rentable de Acción Nacional en Morelos.
Desde un escaño legislativo el panorama político para José Luis Urióstegui se cierra bastante, porque aún siendo la mejor carta de la oposición para competir por la gubernatura en el 2030, el congreso es la peor plataforma para buscar ese espacio.
Todo lo que pueda hacer hoy el abogado por su imagen será clave para los años venideros, para que su figura quede grabada en la memoria de la gente de forma positiva y ello le catapulte al 2030.
Frente a todo lo bueno que ha hecho Urióstegui como alcalde, es muy poco el reconocimiento que tiene de la sociedad que gobierna. Necesita comunicar mejor los logros de su gobierno.
· nota
Aunque el trabajo en territorio es bueno y satisfactorio para los políticos, el tiempo en oficina es vital para que las administraciones salgan adelante.
Políticamente hablando, los pueblos de Morelos son para Margarita González Saravia como el limón del chicharronero: ya no les puede sacar más jugo. La gente ya la reconoce y la aprecia, ahora hacen falta resultados en todas las áreas y eso depende de lo que haga su equipo.
Es claro que a la gobernadora no le gusta el trabajo de escritorio, pero debe darse tiempo para hacerlo.
· post it
Cuando no se trata del asesinato de una joven estudiante, es la ejecución de una autoridad municipal.
Se puede argumentar de todo para justificar los casos de violencia, pero lo que queda en la mente de la ciudadanía es que la sangre derramada en Morelos en lugar de disminuir, está aumentando.
Pocos entienden que violencia e inseguridad son dos cosas diferentes que no necesariamente van de la mano; aunque lo primero es muy escandaloso, lo que afecta al ciudadano común es lo segundo.
Pero eso es algo que a las autoridades de seguridad y de procuración de justicia no les interesa explicar.
· redes sociales
Todo lo bueno que haga cualquier gobierno se viene abajo con un hecho de violencia o inseguridad.
Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx
X: @eolopacheco
Facebook: eolopacheco
Instagram: eolopacheco
Threads: eolopacheco