Serpientes y escaleras - El próximo gobierno
En opinión de Eolo Pacheco
Comienza la especulación sobre quienes estarán en el siguiente gabinete
El próximo gobierno
La conformación política de Morelos luego de las elecciones representan un reto para la gobernadora electa y para quienes formen parte de su gabinete. Desde que asumió la candidatura de Morena Margarita González Saravia dijo que su gobierno privilegiaría el diálogo y la política, que se dejarían de lado las diferencias personales o partidistas para dar paso a un trabajo coordinado más allá de siglas. Si lo hace, el suyo será un régimen exitoso.
Los últimos años la política de Morelos ha estado muy lejos del diálogo, de los acuerdos y de la conciliación; salvo un breve periodo en el gobierno de Marco Adame, la dinámica de las últimas cuatro administraciones ha sido la imposición de ideas, criterios, proyectos, objetivos y hasta voluntades. Vencer o ser vencido, es la regla de este siglo.
Sergio Estrada, Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco son gobernantes que nunca dialogaron con sus adversarios e hicieron de la rivalidad política una diferencia personal; el panista armó un gabinete de amigos, gente cercana a él, pero sin el conocimiento ni la experiencia necesaria para estar al frente de una institución. “Son empresarios” presumía el gobernador al momento de defenderlos, agregando que como eran tipos de dinero no tendrían necesidad de robar. Pero sí robaron.
El de Graco Ramírez no fue un equipo tan grotesco como el del panista, pero tampoco logró buenos resultados; el problema en ese sexenio fue la regla no escrita que siguió su gente, haciendo propios los odios del gobernador y las frustraciones de la primera dama. El del tabasqueño fue un régimen que no dialogaba, ni negociaba, imponía su voluntad comprando o amenazando al rival, de ahí la severísima división que provocó entre la sociedad y entre la clase política.
Margarita González Saravia tiene el enorme reto de darle la vuelta a esa página y reconstruir el tejido social a partir de un comportamiento distinto, profesional, decente y lejos de las ambiciones que han caracterizado a las últimas administraciones. Es posible porque su personalidad ayuda, porque no llegará al cargo con los compromisos de sus antecesores, ni con la sed de poder y dinero que ha caracterizado a otros ejecutivos.
La dama asumirá el cargo en su mejor momento personal, con madurez y serenidad, con vigor y entusiasmo, aunque también con una expectativa que fácilmente la puede rebasar si no entiende el mensaje de la sociedad en las urnas o se hace acompañar por personas que no compartan su visión de la política.
Quienes estuvieron a su lado en la campaña hicieron su parte para lograr el objetivo electoral, se comprometieron con un proyecto, pero no por ello tienen la capacidad, los merecimientos o la solvencia moral para estar en un gabinete. Algunos sienten que tienen ganada una posición en el gobierno y derecho de picaporte con la gobernadora, de ahí su comportamiento público, el reparto de posiciones que ya hacen y los negocios que prometen.
Esa parte es delicada porque a pesar de que ese grupo está en el mejor momento y la etapa más cómoda, también puede ser un punto que marque a la siguiente administración; la prudencia y honestidad de la gobernadora debe ser la regla que deben seguir los que están a su lado.
Margarita González Saravia ya no lucha por ganar una elección, ni se preocupa por conseguir votos, tampoco recibe reclamos por la situación en la que se encuentra el estado, no tiene presiones por el desempeño de gobierno, ni le echan en cara los hechos de inseguridad. En este momento todo son felicitaciones, buenos deseos y solicitudes de empleo; la crítica es para el gobierno que se va.
De aquí a que tome protesta del cargo la situación de la morenista es cómoda, no por ello sencilla, porque la sociedad está a la expectativa de lo que pueda venir; primero está la definición de un equipo de enlace que de manera natural perfilaría a quienes ocuparán algunas de las áreas del gobierno, luego viene la selección de los perfiles que integrarán su gabinete y eso será el primer mensaje a la sociedad, porque su capacidad, talento, imagen, trayectoria y honorabilidad, reflejarán lo que González Saravia quiere hacer en su administración.
Eso y la definición de la estructura del gobierno, es decir, decidir si las secretarías quedarán como están actualmente o habrá modificaciones, como regresar al Instituto de Cultura, volver a crear la Secretaría de Seguridad o devolverle a la secretaría de gobierno las atribuciones que le quitaron en este sexenio para dárselas a José Manuel Sanz en la jefatura de la gubernatura.
Durante la campaña la candidata prometió muchas cosas y ofreció soluciones a muchos problemas porque trataba de ganar una elección; ahora debe ser más prudente en su discurso, debe actuar con más cuidado y dosificar las ofertas, porque en su calidad de gobernadora electa cada expresión que haga se convertirá en una promesa que muchos le exigirán cuando asuma el cargo.
La nueva geografía política del estado debe ser un elemento para considerarse al momento hacer los nombramientos; Margarita González recibirá una administración con muchos problemas irresueltos en la agenda social, con severas complicaciones económicas y limitaciones en prácticamente todas las áreas.
La gobernadora necesita administrar la luna de miel, ganar tiempo social que le permita tomar las riendas del gobierno y avanzar en la solución de los problemas, entendiendo que muchos de ellos no se resolverán en lo inmediato porque para que ello suceda se necesitan muchas cosas, empezando por dinero que el ejecutivo no tiene.
Margarita González debe seguir la línea del presidente y tener de su lado la percepción.
· posdata
Superada la guerra sucia de las campañas, aparece una nueva etapa de ataques contra funcionarios del gobierno estatal y miembros del equipo de Margarita González Saravia. Igual que como lo vimos en el proceso electoral se trata de expresiones burdas con información a medias que, por la forma como se presentan, pierden mucha credibilidad.
Obviamente hablamos del ataque entre quienes buscan un cargo en la siguiente administración y suponen que pegándole al rival ganan terreno. Nada más falso que eso.
Historias alrededor de los secretarios que hoy forman parte del gobierno saliente o quienes integran el equipo de Margarita González Saravia hay muchas, algunas buenas y otras no tanto; tratar de usar las redes sociales para desgastar a alguien con campañas negras no funcionará, como no funcionó en la elección.
La decisión sobre quienes estarán en el gabinete corresponde a la gobernadora y a nadie más que ella; algunos como Javier García se asumen ya como el poder tras el trono, presumen su cercanía e influencia con la futura jefa del ejecutivo, pero quienes conocen a Margarita González Saravia saben que eso es falso: la gobernadora tiene agradecimiento y aprecio a quienes estuvieron con ella en campaña, pero las decisiones que tome partirán de una lógica distinta a la electoral, su objetivo es hacer un buen gobierno.
Hay quienes consideran que algunos integrantes del gabinete actual se mantendrán en la próxima administración, pero eso solo lo sabe la gobernadora; conocedora de la política, del estado y del sentimiento que existe respecto al régimen saliente, Margarita González será muy cuidadosa en este punto, porque a lo largo del proceso fue atacada con la imagen de Cuauhtémoc Blanco y señalada como la continuidad de su gobierno. Tener cerca o mantener a su lado a quienes forman parte del primer círculo del futbolista lo único que lograría es validad esa hipótesis.
Hasta el momento cualquier nombre que se maneje respecto al gabinete de la gobernadora Margarita González Saravia es especulación, lo único que ella ha dicho es que el suyo será un equipo paritario con características técnicas en las oficinas que así lo requieran.
En áreas como la política, las finanzas, la seguridad y la comunicación la mandataria requerirá figuras profesionales, capaces y de su absoluta confianza, porque representarán el pilar de su gobierno y el primer mensaje de su administración a los ciudadanos que le otorgaron su confianza a través del voto.
El pleito soterrado entre los que quieren colocarse en el siguiente sexenio es burdo, absurdo y contraproducente. La gobernadora aún no ha oficializado a ninguno de quienes la acompañarán, pero seguramente ya tiene en mente a varios y esa decisión no se modificará por una torpe campaña en redes sociales.
· nota
El proceso electoral que formalmente concluyó esta semana ha sido uno de los más complejos, agresivos y violentos de los últimos años. Los ataques entre candidatos se combinaron con los ríos de sangre que marcaron el proceso y que en algunos casos cobraron vidas de aspirantes a un cargo de elección popular.
La inseguridad y la violencia se hicieron presentes en todo el estado y los ataques armados, amenazas y hechos delictivos se convirtieron en el centro de las campañas opositoras, culpando al gobierno saliente del enorme derramamiento de sangre. Nunca como en este último proceso electoral la contienda política fue tan dura en todos los sentidos.
Curiosamente una vez que concluyó la elección y se definieron a los ganadores, la violencia y la inseguridad disminuyeron considerablemente en todo el estado; pareciera como si la sangre derramada fuera parte de un escenario electoral.
Sea cual sea la razón, ojalá la tendencia delictiva continúe a la baja.
· post it
Los conflictos del Poder Judicial siguen escalando y algunas organizaciones de abogados comienzan a pedirle a la gobernadora electa que intervenga.
Margarita González es respetuosa de la separación de poderes, pero al ritmo como se mueven las cosas en el TSJ será inevitable que intervenga, porque esa crisis afecta la gobernabilidad en el estado y los derechos de los justiciables.
La división entre magistrados es evidente y la presidencia de Jorge Gamboa es cada día más insostenible.
Imposible presidir un poder donde 18 de los 22 integrantes están en su contra.
· redes sociales
De regreso al cargo José Luis Urióstegui anuncia cambios en su gabinete.
Ojalá la distancia haya permitido al presidente municipal percibir lo que requiere su ayuntamiento, más allá de las imposiciones partidistas y el pago de favores personales.
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