Serpientes y escaleras - Buenos gobernantes

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Buenos gobernantes

El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones

 

Buenos gobernantes

Durante muchos años el debate socio-político ha versado sobre la necesidad de que tengamos gobernantes buenos, gente decente, amable, de nobles sentimientos y con honestidad a toda prueba. La hipótesis de que las cosas serían mejor si al frente de las instituciones hubiera personas afectuosas que repartieran amor y se rodearan de gente igual no es del todo válida, porque en los hechos ha quedado demostrado que el ejercicio de gobierno no es cuestión de buena voluntad. El primer paso para que un gobierno sea exitoso es que el gobernante se rodee de un equipo eficiente.

Desde la trinchera ciudadana es sencillo resolver los problemas sociales, políticos, económicos y recientemente hasta de salud; cada uno de nosotros nos hemos vuelto expertos en todo, opinamos de cualquier tema y corregimos o señalamos en redes sociales a quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones.

Esta nueva actitud ciudadana no solo aparece en cuestiones de poder, está presente en cualquier actividad sin importar el asunto de que se trate: si vemos un partido de fútbol somos mejores que los directores técnicos y jugadores que quienes están en la cancha, sí se trata de la pandemia tenemos una opinión calificada sobre el covid, el uso de los cubrebocas, conocemos del complot multinacional para injertar chips a las personas a través de las vacunas y opinamos con sabiduría sobre la reactivación económica; también tenemos una opinión experta sobre la efectividad de cada uno de los biológicos y estamos convencidos del porqué unos son mejores que otros. De un tiempo a la fecha las redes sociales están repletas de especialistas en todos los temas, graduados con honores de la Universidad de Facebook. Pero regresemos a lo político.

La hipótesis de que necesitamos gente buena al frente de las instituciones y de los cargos de elección popular es válida si esta virtud se acompaña de otros elementos que hagan efectiva la labor de gobierno. Explico: la administración pública es una tarea compleja que demanda de quien la ejerce conocimientos diversos y habilidades especiales según el área de que se trate; quien administra un país, un estado o un municipio no pueden ser técnicos en todo pero deben tener la capacidad de entender el funcionamiento general de las cosas, necesitan experiencia en cuestiones públicas y sobre todo deben tener la capacidad de hacerse acompañar de un equipo de trabajo con gente versada en cada una de las áreas que conforman el gobierno.

En este plano veamos dos ejemplos de lo que hablamos:

  1. Jiutepec: el alcalde de ese municipio es Rafael Reyes, un hombre experimentado en materia política, con conocimientos en administración pública y liderazgo social. Rafael Reyes gobierna esa entidad desde hace tres años y derivado de su buen desempeño el pasado 06 de junio ganó abrumadoramente la elección. Pese a tener el control y conocimiento de lo que ocurre en el ayuntamiento, el edil no ha dejado de trabajar, hace ajustes en su equipo, mejora su plan de trabajo y ha diseñado una serie de acciones concretas que deberá realizar en los siguientes tres años. Rafael es un buen hombre, pero sobre todo es un buen gobernante, porque entiende que la labor de gobernar no es un acto individual, sino un trabajo de equipo.
  2. Cuernavaca: la capital del estado ha estado en manos de malos gobernantes desde hace muchos años y en el último trienio está secuestrada por una familia de depredadores que la han llevado al peor momento de su historia; el municipio está quebrado, brinda pésimos servicios públicos a sus habitantes y el gobierno se ha convertido en sinónimo de corrupción. A pesar de ello el alcalde electo parece no haberse dado cuenta de la gravedad de la situación y continúa perdiendo tiempo en lugar de ponerse a trabajar; José Luis Urióstegui es un hombre bueno, decente, honorable, pero no tiene idea de lo que representa la administración pública y eso está quedando comprobado con el hecho de que a tres meses de ganar la elección aún no ha planteado nada serio respecto a la ciudad que gobernará, no tiene equipo trabajando con él y ni siquiera se ha interesado en conocer la situación que guarda la ciudad. José Luis es un buen hombre, pero no se perfila para ser un buen gobernante.

Los años que vienen en Morelos no serán sencillos desde ningún ángulo, la pandemia de covid continúa y no se ve para cuando la situación mejore a pesar de los esfuerzos que se realizan desde diferentes frentes. Esta crisis provoca problemas colaterales, como el económico, que ha obligado al gobierno federal, a los estados y a los municipios a modificar el enfoque de sus acciones: hace unos meses se detuvieron totalmente las actividades productivas para evitar nuevos contagios; hoy a pesar del incremento en casos positivos nadie se puede dar el lujo de volver a cerrar la economía, porque los costos de hacerlo serían terribles para todos.

Situaciones como esta ponen a prueba a los gobernantes: un buen hombre volvería a ordenar el cierre total de las actividades económicas porque lo primero es preservar la salud; un buen gobernante tendría que actuar con una lógica distinta, porque aunque sin duda lo más importante es la salud, la suspensión de actividades también genera problemas que cuestan vidas humanas.

Todos los días los gobernantes están sujetos a este tipo de escenarios, deben tomar decisiones difíciles que a veces no son del todo legales, pero se toman por la estabilidad social o la seguridad pública. Pongo un ejemplo: desde hace semanas en diversas colonias de Cuernavaca los vecinos se han organizado para resguardar los pozos de agua y evitar que personal de la CFE les corte el suministro de energía y se queden sin agua, otros más han bloqueado calles y avenidas, toman instituciones públicas y afectan los derechos de terceros. Si la ley se aplicara a rajatabla todas estas personas deberían ser retirados, amonestados o detenidos por la autoridad porque están actuando de manera ilegal, pero no se hace porque las autoridades entienden que se trata de un reclamo justo que, aunque es violatorio de la ley, no puede ser tratado como un delito.

La complejidad que vivimos actualmente en Morelos demanda buenos gobernantes, figuras preparadas, comprometidas y decididas a actuar; para quienes tomarán las riendas de un ayuntamiento en los próximos meses el panorama es sumamente complicado porque las deudas que recibirán de las autoridades salientes son enormes y en algunos casos impagables; durante los primeros meses tendrán que sobrevivir con recursos propios y en todos los casos el dinero con el que contarán será limitado.

Es ahí donde se vuelve más importante el equipo: no basta tener al frente de un ayuntamiento a una persona buena y honorable, se necesita un gabinete profesional que demuestre su capacidad con resultados. Los alcaldes electos que entienden de qué se trata el gobierno no han perdido el tiempo en actividades insulsas e inservibles, están trabajando ya en el diseño de un gobierno en función de los elementos con los que contarán para gobernar y toda esta planeación la llevan a cabo con un equipo que desde ahora sabe qué tarea le corresponderá.

Dejar para el final la integración del gabinete y el proceso de entrega recepción es una tontería que expone a quienes no serán buenos gobernantes; pensar que los resultados de un gobierno dependen de una sola persona es un acto de arrogancia que a la vuelta del tiempo costará mucho a los ciudadanos.

Por supuesto que todos queremos gente buena en la administración pública y en las representaciones populares, mujeres y hombres comprometidos, conocedores de la tierra que van a gobernar, sensibles con la gente y honestos en todos los sentidos, pero eso por si solo no basta si no hay un buen equipo que los acompañe y no cuentan con un plan de trabajo que se construya tomando en cuenta todos los aspectos que intervienen en la administración pública.

No se gobierna con buena voluntad, para que las cosas mejoren necesitamos buenos gobernantes, no gobernantes buenos.

  • posdata

La llegada de nuevas autoridades municipales genera de manera natural la esperanza de que las cosas mejores en todos los ayuntamientos. En algunos casos como Jiutepec y Jojutla no hay renovación de autoridades, solo un ajuste en los gabinetes porque ambos alcaldes fueron reelectos en el cargo.

En Cuernavaca la llegada de José Luis Urióstegui ha despertado una gran expectativa que debe ser debidamente atendida por el abogado para que la emoción no se desborde y el ánimo no se vuelva contraproducente. Luego del espantoso desempeño de Antonio Villalobos lo que se espera del siguiente gobierno es que resuelva a la brevedad los diversos problemas que afectan a la ciudadanía, empezando por el desabasto de agua potable. Un reclamo notorio e inevitable es el juicio a las autoridades salientes, específicamente al titular del ayuntamiento y al grupo que le ayudó a saquear la ciudad; sin justicia no habrá paz para el nuevo gobierno.

Otro municipio en donde también se espera mucho del alcalde es Tepoztlán; David Demesa Barragán dio la sorpresa al ganarle a Morena, pero sobre todo provoca una enorme ilusión en sus paisanos, a quienes conoce y con quienes se ha identificado desde hace mucho tiempo.

En Cuautla también se espera una mejora en el estado de las cosas, pues el edil electo Rodrigo Arredondo parece ser la cara opuesta de la moneda del gobierno que ha encabezado Jesús Corona, un personaje frívolo, corrupto, limitado en todos los sentidos e insensible ante las carencias de sus gobernados.

Esto mismo se puede decir en otros lugares, sobre todo en aquellos en donde, como Temixco, la población dio la espalda a autoridades que nunca representaron los intereses de la ciudadanía.

De algunos municipios, como los tres primeros, habrá que observar a sus titulares por su natural proyección electoral a la gubernatura o al senado; en los demás ayuntamientos el futuro también es natural al congreso o a la reelección, siempre en función de los resultados de las autoridades.

  • nota

El tema ha sido ámpliamente discutido, pero merece seguir en el debate: Cuernavaca enfrenta un severo problema de desabasto de agua potable derivado de los multimillonarios adeudos que tiene el Sapac con la CFE.

Por supuesto que en la capital existen muchos conflictos, asuntos importantes y urgentes, todos pendientes de solución y cada uno complejo por lo que representa; las autoridades electas deben tener claridad del reto que se les avecina, porque aunque el problema de inseguridad es alarmante y sumamente doloroso, en este momento el tema más apremiante para la población es la falta de agua.

Hay que tomar en cuenta que a pesar de que se trata de una deuda superior a los 270 millones de pesos que crece a un ritmo de 8 millones mensuales, es más fácil solucionar el desabasto de agua que la inseguridad, porque en el primer caso la crisis se resuelve con dinero y en el segundo ni con dinero se van a arreglar las cosas.

Hace algunos durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 1992 James Carville, asesor de Bill Clinton formuló una frase que a lo largo de los años se ha utilizado para temas financieros, aunque su origen fue puramente político: “¡Es la economía, estúpido!”. El estratega entedió la situación que enfrentaba el país y apeló al bolsillo de los norteamericanos para obtener su voto. Y ganó.

En la víspera de que inicie la nueva administración de Cuernavaca hay que recordar esa anécdota y parafrasear el slogan: ¡Es el agua, estúpido!

  • post it

Se llevó a cabo el primer encuentro entre diputados y alcaldes electos, de cara a la discusión de las leyes de ingresos municipales.

Aún no es tiempo de echar campanas al vuelo porque las expectativas se rompen muy rápido, en este arranque parlamentario la agenda y los trabajos se ven más serios que en los tres años del la legislatura anterior.

  • redes sociales

Reza un viejo refrán: en política lo que te cuesta dinero siempre es barato.

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