Serpientes y escaleras - ¿A dónde va la legislatura?

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - ¿A dónde va la legislatura?

Los últimos congresos han sido la tumba política de quienes los han integrado

 

¿A dónde va la legislatura?

Las próximas semanas serán claves en el futuro de la legislatura local, en ese tiempo los representantes populares discutirán la forma como se conducirá el congreso en el próximo periodo ordinario y definirán la titularidad de los órganos internos de control. Hay dos maneras como los diputados pueden avanzar en este tema: la económica y la política. La primera conlleva un beneficio inmediato, pero la cancelación del futuro profesional; la segunda no está ajena a la primera, pero se enfoca en la proyección y el futuro. ¿Cuál elegirán?

Cada tres años la discusión respecto al poder legislativo morelense es la misma, una y otra vez vemos llegar figuras sin capacidad, sin experiencia y sin moral que pasan sin pena ni gloria; la trascendencia de su trabajo se puede medir de una manera simple ¿Quién los recuerda?

Historias parlamentarias hay muchas y todas reflejan la personalidad de los integrantes de cada legislatura; hace años, cuando aún existía la Gran Comisión, el manejo de los representantes populares era otro, eran los tiempos del PRI, el congreso era una extensión del poder ejecutivo y los diputados respondían al gobernador; en esa época la oposición era de adorno: no tenían los votos necesarios para cambiar las cosas, ni tampoco el ánimo para enfrentarse a un poder omnipotente.

En ese momento el congreso estaba conformado por treinta integrantes, no existían leyes de paridad, ni tampoco ataduras sociales o políticas, delitos de género ni cuidado de lo políticamente correcto que evitaran que los legisladores hicieran lo que quisieran; se trataba de un México y un Morelos distinto, que ya no existe, cuando lo único que importaba era estar bien con el jefe del ejecutivo y existían gobernadores como Lauro Ortega que operaban “a la legalona”, es decir, primero actuaban y luego modificaban las leyes para que todo cuadrara.

Aquellas no eran legislaturas mejores, simplemente eran distintas; había dinero para los integrantes del parlamento, sobre todo para quienes llevaban las riendas de la agenda legislativa y obedecían a ciegas al gobernador. Lo que no había era la cantidad de recursos que hoy se asignan los propios diputados, ni las millonarias cantidades que reciben todos por el simple hecho de ocupar una curul. Uno de los casos más llamativos en cuestión de dinero fue el de Adrián Rivera, entonces dirigente del PAN, en el momento en el que se definió la gubernatura interina en favor de Jorge Morales Barud. ¡Le dieron una casa en Las Palmas a cambio de su apoyo! Afirmaban en la cámara.

El nuevo discurso transformador se refiere a aquellos congresos como serviles al régimen, obedientes al amo y alejados de la representación social; cierto: en ese tiempo no importaban las inconformidades públicas, de hecho estaban prohibidas o eran reprimidas porque la única voz importante y válida era la del gobernador.

Pero eso no ha cambiado, cualquiera que observe el desempeño de los congresos actuales puede dar cuenta de que entre el viejo régimen del PRI y la nueva democracia de Morena lo único distinto es el nombre y los colores del partido que gobierna, porque incluso muchos expriístas ahora visten de guinda.

Desde hace años cada legislatura ha hecho lo mismo, pero cada vez con más dinero; a principios de la década el congreso morelense contaba con un presupuesto que apenas llegaba a los doscientos millones de pesos al año; con esos recursos cada uno de los integrantes de la cámara recibía mucho dinero mes a mes y todos tenía la posibilidad de contar con un amplio número de colaboradores.

En las últimas cuatro legislaturas se ha elevado sustancialmente el presupuesto legislativo al punto que hoy ejercen alrededor de 500 millones de pesos al año que se reparten entre 20 legisladores; vale apuntar un dato importante: los congresos no están facultados legalmente para hacer obras, no ofrecen ningún servicio público, ni apoyan de manera institucional a ningún sector. Todo el dinero que reciben es para la operación del poder legislativo y para repartirlo entre los representantes populares.

De acuerdo con algunos integrantes de legislaturas pasadas, del presupuesto que recibe la cámara de diputados al año más o menos el cincuenta por ciento se destina a la operación del poder legislativo, es decir, al funcionamiento del recinto legislativo, de los institutos que dependen de este poder y al pago de los trabajadores sindicalizados y de confianza; lo demás se destina a los diputados en forma de sueldos, compensaciones, dietas, apoyos para personal, prerrogativas o como recientemente se ha visto en el caso de la legisladora panista, para “viáticos”. Andrea Valentina Guadalupe Gordillo Vega, por ejemplo, en cuatro meses del 2021 recibió casi medio millón de pesos por concepto de “viáticos” paras visitar municipios.

Año con año el congreso morelense consume millones de pesos de manera discrecional; se trata de un presupuesto mayor al del poder judicial y superior al que se destina a la fiscalía y mucho mayor que el de la mayoría de los municipios. El problema de este gasto no está solo en el hecho de que se trata de dinero tirado a la basura o destinado al bolsillo de unos cuántos, lo crítico es este presupuesto se incrementa todo el tiempo en perjuicio de muchas necesidades que tiene el estado y el gasto en el poder legislativo no se refleja en un mejor desempeño de los representantes populares en favor de la sociedad.

Se ha vuelto común que los integrantes de las legislaturas se peleen y al hacerlo cancelen la labor parlamentaria; sus diferencias no solo suspenden la agenda legislativa, también afectan otras áreas y a muchas personas, como los nombramientos que les corresponden llevar a cabo o las solicitudes de jubilaciones que pasan por sus manos.

Posiblemente los diputados de Morelos sean los representantes populares mejor pagados de México; de acuerdo con diversas publicaciones que han evaluado el desempeño de las legislaturas estatales y contrastado su costo económico con su desempeño profesional, el morelense destaca por su ineficiencia y por ser uno de los más caros. Ni siquiera el dinero que se llevan por ocupar una curul los ha motivado a trabajar y a hacer de lado sus diferencias para atender el compromiso que implica su función.

El primer año de trabajo parlamentario de la 55 legislatura no ha sido bueno, aunque al principio parecía que sí lo sería: los diputados llegaron con buen ánimo y un discurso de cambio, pero el primer trimestre se pelearon y sus pugnas se prolongaron a lo largo de siete meses, lo cual provocó una parálisis con todo lo que ello implica.

El bono democrático que acompañaba a nuestros representantes populares se ha esfumado, el aura que rodeaba a los exalcaldes e incluía a algunos personajes que parecían ser mejores que sus antecesores se perdieron con los pleitos, la parálisis y las descalificaciones mutuas. En la víspera de que arranque una nueva etapa parlamentaria lo que predomina es la incertidumbre sobre lo que pasará y sobre la forma como los legisladores enfrentarán esta nueva etapa.

Hagan lo que hagan el tiempo ha dejado de ser su aliado. En menos de un año la agenda política será otra y nada de lo que intenten hacer será trascendente, porque todo y todos estarán enfocados en la sucesión y en la búsqueda de un nuevo espacio con el cual mantenerse activo en la vida pública.

Esa es la decisión que deben tomar: continuar como van y enriquecerse lo más posible en el tiempo que les queda o replantear las cosas para tratar de trascender y mantener viva su carrera política.

  • posdata

Los diputados Oscar Cano y Eliacib Polanco hicieron mancuerna para buscar la presidencia de la mesa directiva del congreso local; el primero es brazo operador de los hermanos Martínez Terrazas, se debe a ellos y entiende que fue por decisión suya que hoy ocupa una curul en el congreso local, de otra forma El Tobi jamás habría ocupado un cargo de elección popular, porque socialmente no tiene liderazgo y electoralmente no es rentable.

El segundo personaje es socio y cómplice de Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI; ocupó un cargo en su gobierno en el área de carreteras y derivado de ello fue duramente señalado por actos de corrupción y malversación de recursos en el estado de Campeche. La calificación al trabajo de Alito como gobernador quedó de manifiesto con el resultado de la elección y parte de esa catástrofe política es resultado de lo que hizo Eliacib Polanco.

Cano y Polanco forman parte del bloque del G10, pero dialogan con el G8 para tratar de sumar los votos necesarios para que el segundo asuma la presidencia de la mesa directiva a partir del primero de septiembre en sustitución de Francisco Erick Sánchez Zavala.

El problema para esta dupla es que su influencia en el resto de los legisladores es muy poca y el apoyo que podrían recibir de parte del G8 es de coyuntura; suponiendo que lo obtuvieran, aún les faltarían votos para concretar el cambio.

Llevar la mesa directiva no es un asunto sencillo, ni implica solo el manejo del dinero, pero para Cano y Polanco todo se reduce al control de la chequera, sin tomar en cuenta la representatividad institucional, el manejo político interno, la relación con los otros poderes y la definición de una agenda que vaya más allá de los intereses personales. Su reflexión es simple: mucho dinero rápido.

El priísta, dicen, es bueno para los negocios, de ahí su buena relación con Alejandro Moreno; el panista es bueno para decir sí a todo lo que le pidan, por eso ha hecho buena mancuerna con el tricolor. Ninguno, empero, tiene experiencia política más allá de algunos cargos públicos que han tenido como resultado del compadrazgo, por ello su enfoque en este momento se reduce al dinero, sin importar lo que pase en el futuro.

La legislatura 55 ya está muy lastimada por los desencuentros que han tenido en el primer año de su gestión; la imagen de todos está gastada y a pesar de que algunos de ellos dedican tiempo e invierten recursos en campo, el peso general de la cámara los arrastra, como ha sucedido en el pasado con otros congresos.

Precisamente por ello la decisión que tomen los representantes populares respecto a su agenda política del segundo año parlamentario es clave, porque de ella depende su futuro político y sus carreras. Pongámoslo de esta manera: a muchos exdiputados no les importó la mala imagen del congreso porque suponían que el dinero que se llevarían les alcanzaría para toda la vida. Hoy están quemados, sin trabajo y con poco dinero.

¿Así quieren estar después del 2024?

  • nota

Temixco ha vivido momentos complicados desde hace varios años; a pesar de ser un municipio conurbado, su atraso respecto a la marcha de las demás localidades es evidente, con el agravante de que ahí se han acentuado dos cosas: la delincuencia y la corrupción.

Desde el asesinato de Gisela Mota la debacle del ayuntamiento es evidente; como si fuese una maldición las siguientes administraciones han ido de mal en peor. Hoy gobierna la madre de la exalcaldesa Gisela Mota y las cosas no pintan mejor.

Visto desde una óptica social el gobierno temixquense ha dejado de ser representativo, constantemente hay manifestaciones, expresiones de rechazo a los ediles y acusaciones de vínculos con la delincuencia organizada; operativamente hablando la situación no es mejor: la corrupción en varias áreas del ayuntamiento es evidente, hay obras mal hechas y brutalmente caras, como el mirador inaugurado en el gobierno de Jazmín Solano y poco avance en la mejora de la infraestructura urbana.

En la administración de Juana Ocampo Domínguez comienzan a aparecer signos de corrupción, acciones que van en contra del discurso de la presidenta y los preceptos que abandera la cuarta transformación; igual que en pasado reciente, nuevamente hay figuras que operan en las cañerías del municipio y lucran con las acciones oficiales, una de ellas los corralones. ¿Nombres?

Mencionan reiteradamente a Carlos Caltenco y a Eredira Vázquez.

Cualquier negocio pasa por ellos, dicen.  

  • post it

Como siempre, el parlamento infantil sobresalió por la intervención de los niños diputados; una vez más los menores pusieron los puntos sobre las íes; en temas como los tiraderos a cielo abierto y el embarazo no deseado los menores dieron cátedra a los representantes populares de la 55 legislatura.

Ojalá estos niños nunca se conviertan en diputados como la mayoría de los que hemos tenido y tenemos.

  • redes sociales

Rabindranath Salazar estuvo en la reunión que sostuvieron los alcaldes morelenses de Morena con Adán Augusto.

¿Ya no se ve tan poderoso como antes? pregunto a algunos de quienes asistieron.

No, ya no, fue la respuesta común.

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