La legalización del consumo lúdico de la marihuana ¿Fin del estigma y la criminalización?
En opinión de Aura Hernández
“El problema es la mafia, la violencia detrás de todo esto. Aquí existe un mercado clandestino que maneja el narcotráfico y nosotros medimos que el problema grave es el narcotráfico, no la mariguana…Que el Estado tienda a regularizar no significa que se ponga a vender ni que se ponga a plantar. Eso lo veremos”.
José Mújica, Ex presidente de Uruguay
Pensemos en una historia hipotética:
Rebeca es una joven que acaba de cumplir 18 años hace tres meses y es detenida junto con su novio en posesión de 9 gramos de marihuana. En el transcurso de la detención la separan de su novio y la pasean en una patrulla por toda la ciudad para que delate a las personas que le venden la droga y en el trayecto recibe amenazas, violencia física, amenazas de violencia sexual, hasta que finalmente es puesta a disposición del ministerio público, quien hasta entonces le permite hablar con sus padres.
Los padres se presentan y son recibidos por alguien que se identifica como representante del ministerio público quien les pide una fuerte suma de dinero, “para no consignarla”, dinero que los padres no tienen y por tanto Rebeca es consignada y puesta a disposición de un juzgador federal.
Rebeca pasa casi dos años en la cárcel, en donde su adicción al consumo se incrementa, donde está a merced de la violencia física y sexual de quienes controlan el autogobierno en el penal, donde convive con narcotraficantes, secuestradores, multiasesinos y también con jóvenes como ella, campesinos y albañiles pobres que torcieron la Ley por ignorancia.
Rebeca es liberada y forma una familia con una persona que conoció en el centro de reclusión, vinculado a bandas del crimen organizado con quien tiene dos hijos y de quien padece nuevamente violencia física y psicológica y decide huir con sus hijos con la ayuda de su madre, puesto que su padre falleció en el inter de un infarto fulminante, abandonando su ciudad y su patrimonio para vivir desde entonces de la caridad de sus familiares.
Esta es una historia imaginaria, que sin embargo es verdad.
Imaginemos ahora esa misma historia, pero en un país donde no se criminaliza el consumo sino que es visto como un problema de salud pública. Posiblemente, Rebeca hubiera sido sancionada administrativamente, podría incluso tomar la decisión de dejar de consumir cannabis, hubiera ingresado a la Universidad como lo tenía planeado y contaría posiblemente con una carrera que le permitiría desarrollarse profesionalmente en lugar de vivir como paria huyendo de la violencia y con una familia rota.
Piense ahora querido lector que Rebeca puede ser su hija, su hermana o una persona muy querida, que para satisfacer su consumo ha tenido que valerse de estructuras clandestinas, cuando en un país con el consumo despenalizado tendría la opción de acudir a instancias reguladas por las autoridades sanitarias por el propio Estado.
Y solo después de eso, pregúntese amable lector si en nuestro país está o no justificada la legalización del consumo lúdico de la marihuana, para que historias trágicas como las de Rebeca sean cada vez menos. Lo que de ninguna manera significa alentar el consumo, pues por duro que sea reconocerlo, en las últimas dos décadas el consumo de enervantes en México se ha elevado exponencialmente y no solo es un problema de salud, pues la criminalización de esa actividad lo ha convertido en un problema con múltiples aristas.
Desde hace ya varias décadas México pasó de ser un país de tránsito de drogas hacia la nación que consume el 60 por ciento de la producción en el mundo, para convertirse en un país de consumo. Muchas familias se han roto, por el abuso de drogas de alguno de sus integrantes y las bandas criminales se han hecho de tal poder que controlan territorios, influyen en las decisiones políticas y han generado una subcultura que cada día se va normalizando más y más.
Esto viene a cuenta, porque la semana pasada el Senado de la República aprobó una reforma para regular el uso lúdico de la marihuana, no solo para tratar de influir en la ingente necesidad de regular el consumo y la producción, sino para incidir en la problemática de inseguridad y narcotráfico que afecta desde hace varios años al país.
Sin embargo, la medida tiene también detractores y opositores en los sectores conservadores de la sociedad, como se evidenció en la votación en el Senado que tuvo el voto en contra de los diputados panistas. Como en el caso del aborto, la realidad es que hay muchas mujeres que ponen en peligro sus vidas por abortos mal practicados y por eso la importancia de su despenalizaión, el consumo de cannabis en México es un hábito extendido, que aún cuando se pudiera ubicar como el ejercicio del libre desarrollo de la personaidad, sigue siendo una actividad estigmatizada por el prejuicio de la criminalización.
Fin de la historia.