¡Sé valiente, político! El desafío de enfrentarse a preguntas reales
En opinión de Tania Jasso Blancas
Hoy, me intentaré adentrarme en el fascinante mundo de la política y poner sobre la mesa un tema que parece ser una rareza en estos días: la falta de conversación real con la gente del pueblo por parte de nuestros candidatos a gobernar. Ahora que muchos políticos se encuentran en sus no-campañas me surgen algunas dudas, la principal: ¿Se habrá olvidado de cómo se lleva a cabo una charla amigable y significativa? Parece ser que sí.
Pero antes de sumergirnos en las aguas turbulentas de la política moderna, retrocedamos un poco en el tiempo hasta la antigua Grecia. Ahí, en medio de la maraña de ideas y conceptos, encontramos a un hombre que nos enseñó que el conocimiento verdadero no es solo sobre tener todas las respuestas, sino también sobre admitir que no sabemos nada. ¡El querido Sócrates, ese filósofo de las grandes interrogantes!
Sócrates, con su sabiduría y perspicacia, se paseaba por la bulliciosa plaza del mercado de Atenas y los pasillos de los gimnasios, desafiando a la gente con sus preguntas astutas. No tenía miedo de adentrarse en las profundidades de la incertidumbre y la duda, porque sabía que allí es donde se escondían las verdades más valiosas. Y todos aquellos que le siguieron, simplemente se le unieron por su ingenio y curiosidad.
Imaginen eso en la actualidad: nuestros candidatos deambulando por las calles, dejando a un lado sus discursos ensayados y abriendo sus mentes al debate genuino. Pero, cómo ha cambiado el panorama. En lugar de eso, nos encontramos con la gran mayaría de los políticos armados hasta los dientes con sus ideas preconcebidas y sus frases hechas. No hay espacio para la duda o la reflexión. Solo aplomo y convicción, por favor.
Sin embargo, Sócrates nos enseñó que los errores más graves son cometidos por aquellos que creen tener todas las respuestas. Nuestra sociedad necesita más curiosidad y menos certezas infundadas. ¿Por qué no encontramos más políticos dispuestos a adentrarse en la selva del pensamiento crítico y cuestionando las contradicciones y prejuicios que nos rodean?
Imaginen un debate político en el que los candidatos se despojaran de sus discursos ensayados y se enfrentaran a las preguntas del pueblo sin evasivas ni falsas promesas. Un debate donde el centelleo de la curiosidad y el bisturí de la duda resultaran las armas principales. Sería un espectáculo digno de admirar.
Pero por ahora, parece que tendremos que conformarnos con las frases vacías y las promesas incumplidas. Así que, les invito a abrazar su propia curiosidad y duda, no solo con lo referente a política sino también en su vida diaria, a no creer en todo lo que se les presenta como verdad absoluta. Recuerden las enseñanzas de Sócrates y desafíen a aquellos que creen saberlo todo.
En conclusión, mientras nuestros candidatos se debaten en una competencia desenfrenada por el poder, recordemos que la verdadera grandeza se encuentra en aquellos dispuestos a cuestionarse a sí mismos y a escuchar a los demás. La política puede ser un terreno pantanoso, pero no permitamos que la falta de conversación significativa nos hunda en el abismo de la ignorancia.