Erradiquemos la doble discriminación
En opinión de Lorena Elizabeth Castillo
Este jueves 25 de julio confluyen dos fechas vitales de la agenda permanente en la gestión y lucha de una vida en paz y desarrollo para las mujeres: conmemoramos del Día Naranja por la erradicación de la violencia y el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, por lo que es imprescindible revisar los factores coincidencia y fortaleza entre una y otra.
El 25 de julio fue establecido como el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente en el Primer Encuentro de Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, en 1992 en Santo Domingo, capital de República Dominicana, en reconocimiento al trabajo que realizan mujeres de ascendencia africana en la lucha contra la discriminación racial, el sexismo, la pobreza y la marginación.
En primer término, es necesario identificar que, de acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en las capitales y principales zonas conurbadas del país el 13.2% de los hogares afromexicanos están encabezados por una mujer, por encima de la media nacional, es decir, que son un mayor número de mujeres afromexicanas en las ciudades quienes se encargan del cuidado y sustento en sus hogares.
En las zonas urbanas del país, las personas y específicamente las mujeres afrodescendientes son discriminadas por el color de piel, aspecto que ocupa el segundo lugar en los motivos de discriminación. Mientras que el 68.4% de las personas consideran que sí existe discriminación hacia las personas afrodescendientes.
Otro factor de discriminación radica en que un alto porcentaje de mujeres afrodescendientes trabaja en ocupaciones de alto riesgo como la limpieza y el empleo informal, y tiene más probabilidades de vivir en zonas urbanas marginales y sobrepobladas, todo lo cual implica factores de riesgo y violencia, dentro y fuera de centros de trabajo.
Ante este panorama es nuestra reiterada insistencia, tanto en el ámbito civil, oficial e institucional, de la la urgencia por ampliar y fortalecer las políticas públicas que inciden en la calidad de vida de las mujeres en general y en especial, en las de población afrodescendiente.
Para tal meta es indispensable que las dependencias de atención a la mujer y organismo de Derechos Humanos en todo el país dirijan sus esfuerzos a la protección y garantía de los derechos humanos de las niñas y mujeres afrodescendientes, para que se promueva el conocimiento y respeto a la diversidad.
En la consecución de tal propósito , es vital que se fortalezcan los marcos jurídicos de las entidades estatales, a fin de asegurar la eliminación de todas las formas de discriminación racial, desde la perspectiva de género inter-seccional e inter-cultural.
De lo contrario, como régimen político, constitucional y como sociedad, seguiremos incurriendo en la doble discriminación de un importante sector de la población, por el hecho natural de ser mujeres y orgullosamente afrodescendientes.