Panorama de las movilizaciones en América Latina
Alejandro Cruz Solano en Cultura
El primer problema que intentó resolver el colonialismo inglés frente a las luchas de liberación nacional fue introducir el método de organización y desarrollo de la comunidad que se empieza a aplicar en la India en 1946, convirtiéndose este en un “sedante masivo” para evitar la independencia del país. La primera mitad del siglo XIX se distingue, en América Latina, por las luchas de independencia y por el proceso de formación de los estados nacionales, son perceptibles dos movimientos que estarán en la evolución posterior de América Latina: de un lado surge una burguesía europeizante que pretende liquidar el pasado precolombino y colonial y que busca integrar las distintas regiones en las corrientes del comercio internacional en expansión; de otro, se manifiestan fuerzas tendientes a romper las estructuras de dominación impuestas por el régimen colonial que buscan integrar las masas indígenas en el cuadro político social y definir una personalidad cultural autónoma. América Latina fue para Estados Unidos solo una expresión geográfica, lugar donde se intensificaron y expandieron los capitales y el control de empresas, situación que creó una dependencia y dominación no solo en los aspectos económicos, sino en también en lo político controlados por los organismos panamericanos. ¿Cuándo América Latina dejó de constituirse en una expresión geográfica para convertirse en un continente que formara una conciencia histórica? ¿Dónde empieza el continente latinoamericano a independizarse de los organismos panamericanos? A partir de la primera guerra mundial con la expansión norteamericana el continente tomo conciencia de que solo un estrechamiento de los vínculos latinoamericanos permitiría modificar de manera significativa las condiciones de dialogo con los Estados Unidos. Esto da nacimiento a la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) en 1948, en Santiago de Chile. La CEPAL constituye en cierta manera el punto de referencia en la formación de una nueva conciencia latinoamericana; como apuntaba Pablo González Casanova, un nuevo paradigma, entendido este como una forma de plantear y resolver problemas uno de ellos lanzado por Raúl Prebisch desde la misma CEPAL, con su concepto de centro- periferia, concepto que permitió encontrar un punto de quiebre tanto en el nivel mundial como en el interior de las distintas regiones del mundo: hoy se piensa y se analiza, en términos de centros que tienen periferias y de periferias que tienen centros. Desde los años cincuenta en América Latina se ha impulsado dos corrientes fundamentales en lo económico, uno el desarrollismo y el otro el neoliberalismo. La expresión desarrollo se incorpora para designar aquellos procesos en cuya virtud, los esfuerzos de una población se suman a los de su gobierno para mejorar sus condiciones económicas, sociales y culturales de las comunidades e integrar a éstas a la vida del país y permitirles contribuir plenamente al progreso nacional. A partir de la segunda mitad del siglo XX América Latina empieza a construir un pensamiento articulado a la vida de los grandes movimientos sociales y populares, en este sentido, las ciencias sociales se preguntaban si la investigación de las realidades latinoamericanas se orientaban por la teoría, por los resultados empíricos o por la de conceptos. Siguiendo este último enfoque las ciencias sociales latinoamericanas se orientaron por buscar la herencia, la formación y la reestructuración de los conceptos y categorías que América Latina ha formulado y reformado y que constituyen su aportación a las ciencias sociales de la región y del mundo. Conceptos tales como independencia política, orden, progreso, libertad, revolución, marginación, centro–periferia, dependencia, colonialismo interno, sistemas políticos y sistemas de poder, sociedad informal y formalismo autoritario entre otros ponen énfasis en una nueva forma de darle sentido a una historia construible definiéndose a sí mismo dentro del orden internacional y del mundo global. Es fundamental preguntarse ¿el tipo de conocimiento que buscamos, planteamos o discutimos es adecuado para la construcción de la historia? ¿Qué conceptos pueden articularse o activar lo social? ¿Bajo qué modelos captamos lo real?