Educar para transformar, allí está la clave
Alejandro Cruz Solano en Cultura
Cuando hacemos lectura de nuestros acontecimientos sociales y políticos tal como sucede actualmente, donde todo mundo emite una opinión, me percato que, esa (es decir, “la opinión”) que yo tengo no modifica y altera la realidad, solo cambia la percepción de nosotros mismos. Los acontecimientos actuales por los que atraviesa el país no son producto de eventos al azar o del caos, permítanme decirlo, queridos lectores, subyacen alrededor de ellos intencionalidades de actores que tiene un propósito claro dentro de las estructuras sociales y políticas. Por eso, es de señalar particularmente que los cambios sociales tienen una matriz importante, la educación. Fuera de ese campo, cualquier cambio que proceda de otros ámbitos como el ejercicio de la violencia, la manipulación en los medios, la desestabilización, entre otros no tienen como marcador importante sino aquel que procede de lo irracional como medio para alcanzar ciertos fines. ¿Cuál es la noción de cambio social? ¿Cómo procede este desde una matriz educativa? Primeramente, el cambio social es un concepto multidimensional, algunas definiciones indican que este se da cuando hay una alteración en la estructura de lo social, es decir, una modificación parcial en las relaciones dentro de una misma estructura o sistema social. Otra concepción, quizá más radical, es aquella que señala al cambio como una mutación que lleva a constituir un nuevo sistema, diferente al anterior, esta noción es más cercana a la de transformación social o incluso a la de la revolución social. Existe otra concepción de que el cambio social es producto de la multiplicidad de cambios sociales que se dan gracias a la conjugación de dinámicas y corrientes en los elementos del sistema. En este sentido, todos los sistemas sociales están en un flujo constante. Me parece que si procediéramos desde un análisis microsocial todo ese flujo de diferentes actores, conjugados en dinámicas distintas empujan en el plano macrosocial a una transformación de mayor peso. En ese sentido, una pregunta obligada sería ¿Qué papel juega la educación en el cambio social? La educación tiene una importancia en ese sentido en la medida en que se plantea su destino. Hay dos formas en que se dirige la educación hacia el tema aquí comentado en las líneas anteriores. La primera, una educación que se adapta y contribuye a formar recursos humanos que le permita a esos recursos coadyuvar a fortalecer el aparato productivo, producir una sociedad para que enfrenten con éxito los retos de las competencias económicas e innovativas. En ese sentido, lo educativo solo se adapta a las trasformaciones económicas y sociales, responde a las exigencias del aparato productivo y orienta la formación de sus pupilos a fortalecer dicho aparato. Una segunda forma en que la educación se plantea su sentido es a la búsqueda de formar a las personas como agentes de cambio, dotar de herramientas que permitan incidir en las relaciones económicas, sociales y políticas como sujetos de transformación. Es una educación que contribuye a transformar el mundo, humanizándolo. Lo educativo es pues, el primer motor de cambio o de adaptación, se afirma como dependiente del sistema o como autónomo a él. Tenemos que hacer que la educación ayude a formar a actores para transformar nuestra realidad, hay que hacerlo para no estar ni en el statu quo, ni respondiendo a los intereses mercantiles de las élites económicas. Desde esta postura lo educativo tiene que dotar de las herramientas para pensar críticamente nuestra realidad y transformarla, de otra manera solo estaremos reproduciendo los saberes y repitiéndolos. La alternativa pues, es educar para formar, transformar y construir una nueva sociedad, humanizándola. ¿Por qué es importante la educación en el cambio? Es importante porque permite tener una visión general de la realidad, es decir, una visión de la naturaleza dela realidad lo que permite tener una interpretación que no nos lleve a una práctica sesgada o a una transformación seudoideológica, eso que los marxistas le llaman “Un mundo mal interpretado es un mundo mal transformado”.