Pedagogía: aportes para una transformación social hoy
Alejandro Cruz Solano en Cultura
Este artículo sale un día antes de que se presentara como una ponencia producto de una invitación, dado que el movimiento entre alumnos y docentes provocaron este encuentro para dialogar, entonces dialoguemos. ¿Qué es lo que tenemos que dialogar? Tenemos que dialogar intentando resolver problemas, pues para eso nos educamos y formamos. Para llegar a ese propósito es importante preguntarnos ¿Cómo situamos los problemas desde la pedagogía? ¿Desde qué pedagogía? No podríamos problematizar el problema sino preguntamos, para problematizar hay que preguntar, hay que construir una pregunta. ¿Por qué tenemos que pensar en el / o los problemas? Pienso que necesitamos alumbrar el presente para que podamos tener un futuro. Para los pedagogos como para todas las ciencias sociales los temas son algo para alguien. Cuando aparece un tema, sea de tesis, sea de investigación, sea de un trabajo lo primero que deberíamos plantearnos alrededor de ese tema es construir una serie de preguntas, problematizando, confrontando, porque tenemos que darle dirección, porque necesitamos un horizonte. ¿Qué es un horizonte? El horizonte es nuestro futuro que deseamos, que soñamos, sobre él hay que trazar un mapa, instaurar una acción reflexiva, una huella. Ahora bien, dejo las preguntas que permiten hacer eso que deseo, problematizar el presente. ¿Cuáles son los problemas actuales en nuestra realidad actual? ¿Cómo los estamos planteando desde el campo pedagógico? ¿Estamos comprometidos a resolverlos? Para contestar esas preguntas parto de una referencia actual: la educación alienadora; que simplificándola sería algo como una especie de injerto de producciones externas destinadas a formar al alumno (heteroestructuración) y donde toda intervención pedagógica consiste necesariamente en una acción ejercida en él. Me parece que tenemos (los docentes) partir de esa realidad y transformarla desde otra dimensión, desde esa dimensión de la realidad que no está incluida en mi manera de ver, que o está en mi concepción pedagógica. ¿Cómo me es revelada esa dimensión que no está dentro de mi quehacer cotidiano? Me parece que se revela a través de la palabra, a través del cuerpo, de su decir del otro, del cansancio, aburrimiento, falta de ganas de estudiar, etc. para eso requerimos aprender a desaprender, destruir, desmontar, desarmar nuestros marcos conceptuales y construir otro marco categorial. El alumno es fuente de acciones y a su vez objeto de una acción que se ejerce en él. Sin embargo, el alumno como sujeto puede transformarse del yo al nosotros y hacer comunidad, pero el objeto solo es para mí como individuo. El objeto no solo es objeto sino al mismo tiempo problema, pues aparece frente a mí como obstáculo e interrogación. Entre el sujeto y el objeto hay un vínculo mediado por la intencionalidad, de allí la importancia en que cuando un alumno se forme lo haga con la intencionalidad no solo de contemplar lo que puede hacer sino trabajar para historiarlo, para humanizarlo. ¿A qué me refiero con historiar? ¿Por qué historiar? Todos los acontecimientos ocurren y se efectúan en el tiempo y en la historia, necesitamos historiar porque potenciamos, porque construimos un futuro, es decir, los problemas del mundo nos obligan a abordar la realidad no como algo determinado sino como algo construible. Si lo analizamos desde esta perspectiva, el mundo se vuelve proyecto y nosotros nos hacemos libres. Tenemos que apostar a que el aprendizaje no solo sea una dimensión educativa, sino social, en ese sentido, la educación no solo es un proceso sino también una vivencia; Las vivencias son singulares pues nos refieren a experiencias y recuerdos. Considero fundamental que la pedagogía debe orientarse a la construcción de experiencias, ello nos lleva a aprendizajes en el sentido de “dar con algo”, es decir, como un descubrimiento o encuentro que se da con aquello no está buscando.