Opinión Punto Kairo - Creador digital

En opinión de Juan Salvador Nambo

Opinión  Punto Kairo - Creador digital

Cuando dejé el doctorado quedé como huérfano. Mi directora de tesis fue clara al decirme que mi futuro dependía de mí y que a partir de entonces no era necesario que la invitara a colaborar en mis artículos académicos. A mi parecer, fue una despedida abrupta y sin remordimientos, habíamos compartido diez años y era momento de un descanso. Así que comencé a ver opciones para trabajar en la investigación y no fue una tarea fácil.

Las opciones inmediatas que actualmente ofrece la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI) es el postdoctorado u ofrecer los servicios de investigación a instancias de educación superior, por honorarios, lo que resulta una salida insuficiente para la formación de cuadros científicos en el área de Ciencias Sociales, Educación o Humanidades.

Para salir adelante después del doctorado, lo que más se ocupaba y sigues ocupando es hacer uso de tus relaciones sociales y académicas que puedan guiarte en el camino del desempleo y la desesperación, ya que mientras cursas el posgrado puedes contar con una beca de posgrado que te ayude con los gastos de la casa, tus hijos, tu mujer y el propio quehacer de escribir y hacer investigación, pero después nada de ello.

En el posgrado que duró poco más de 4 años, se nos exigía tiempo completo, situación que me obligó a renunciar como coordinador de edición en el Regional del Sur. Quemados tus barcos te arriesgas y sigues con el aprendizaje de teorías educativas, pero poco sobre educación financiera. Disfruté de ir a congresos, ferias de libro, tomar seminarios nacionales e internacionales, lo que te ofrece un amplio panorama de lo que debería hacerse (y no) en la investigación Educativa, no obstante, nadie te prepara para el futuro.

Había compañeros que tenían una amplia experiencia en gestión de proyectos, otros como docentes o directivos de distintos niveles educativos (estos últimos, los pocos, con becas comisión o permisos que les permitiría regresar a su plaza base), aprendíamos de ellos y eran quienes nos recomendaban buscar trabajo en la iniciativa privada e incluso pensar en la creación de empresas relacionadas con la educación que nos diera empleo al egresar.

Y, efectivamente, todo lo aprendido tiene que ponerse en práctica para sobrevivir terminando el doctorado. Varios colegas se decidieron por concursar por una plaza tanto en el nivel básico como en el nivel medio superior y superior, otros en instituciones particulares, también hubo quien concursó para alguna cátedra Conacyt, otros más se inclinaron a ser emprendedores, y muy pocos decidieron seguir adelante como funcionarios públicos o con la jubilación.

En mi caso, pude obtener contratos docentes por honorarios. Recurrí a las redes que hice en el posgrado pero con poca respuesta. Intenté dedicarme al hogar cuidando a los hijos, pero tampoco fue suficiente. Sin dinero y sin servicio médico no era posible acudir a terapia como lo hacía como estudiante. Finalmente, se hizo una luz en el túnel al lograr obtener una plaza en UPN, eso fue a inicios de 2016, luego de casi dos años de desempleo.

Esto me daba un respiro, pues me permitía hacer carrera para en un futuro poder ser miembro del Sistema Nacional de Investigadores, al que pertenezco actualmente en el nivel 1 y por el que me estoy evaluando este año para mi permanencia. Lo peor había pasado, aunque para entonces mi matrimonio había terminado y estaba bastante enfermo.

Lo que me ayudó fue regresar al inicio, acudir a la familia, a mis padres, mis hermanos, mis hijos. Recurrí a los viejos amigos, volví a escribir en el periódico. Muchos de esos amigos ya descansaban en paz, lo que me recordaba que la vida era corta muy corta.

Todo había cambiado. Pasé de la Nota roja a la Nota verde. Tuve que recobrar lo que daba sentido a mi vida y que dejé por el posgrado. Participé en la creación de tres empresas, dos de ellas aún existen. Conocí a investigadores bastante generosos y fuera de serie. Conacyt (el antiguo Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) cambió dos veces de nombre y veo a cientos de colegas preocupados por su futuro en las redes de Facebook. Hay egresados que, como yo en su momento, no se arrepienten por dedicar su vida a la academia, pero reconocen que “está cabrón”. En efecto, el futuro es incierto para la Ciencia en México. Pese a todo seguimos persistiendo y sobreviviendo.

La estrategia para escribir a diario, la retomo para mi columna y en las redes sociales, donde investigadores y periodistas comparten para sus seguidores y que el propio Facebook te cataloga como creador digital. Aún no sé qué signifique eso, pero me doy una idea. Ya la SECIHTI establece que la divulgación a través de las redes para el desempeño del trabajo académico es indispensable, esto permite también mi labor como reportero y divulgador. Todo ha servido, todo me ha formado, lo único seguro es el cambio… y ahora más, con el avance de la inteligencia artificial.